Para Mistral AI, compañía francesa de inteligencia artificial con dos años de vida – es técnicamente una startup – recibir la inversión de 1.300 millones de euros de la holandesa ASML como parte de una ronda C en la que recaudó 1.700 millones, tiene un valor que desborda la cifra. Ha duplicado la capitalización implícita que prejuzga el precio de base al que un eventual candidato debería sumar una prima si quisiera comprarla. Pero la firma no está en venta, pese a los rumores del presunto interés de Apple. No es preciso aclarar que la presencia de un socio a primera vista tan diferente está muy lejos de ser una fusión –ASML tendrá el 11% del capital – y no se circunscribe a su alcance financiero.

Arthur Mensch
Desde luego, Mistral AI es un caso aparte . No sólo por su condición de europea – la más importante de un grupo menguado – cuya capacidad está lejos de la que pueden presumir otras de origen estadounidense: a Anthropic, que puede definirse como mediana – se le atribuye un valor de 138.000 millones de dólares mientras el de Mistral AI (11.700 millones de euros) equivale a 13.600 millones en la moneda estadounidense, ¡una décima parte!
Es relativamente excepcional que las compañías tecnológicas europeas inviertan unas en otras sin llegar a la adquisición, lo que hace más frecuente que reciban – y acepten – ofertas de gestoras multinacionales de fondos. Una situación que afea bastante las proclamas que se hacen en nombre de la soberanía europea en las industrias tecnológicas.
Lo que ASML y Mistral AI tienen en común es una cercanía genérica: la holandesa es líder mundial en el equipamiento para la fabricación de chips (en los que la IA es ya una constante) y la francesa ha desarrollado modelos de entrenamiento que, según las primeras declaraciones, podrían ser muy útiles al nuevo accionista. Claro está que la diferencia de tamaño es ostensible: ASML cotiza en el Nasdaq y ayer mismo tenía una capitalización de 402.000 millones de dólares. En su último año fiscal ingresó 28.300 millones de euros y estima que podrá alcanzar los 44.000 millones en 2030. Sin pensar en las consecuencias de la geopolítica en una industria que está en el ojo del huracán .
Disponer de más dinero significa más capacidad para invertir en una infraestructura propia, incorporando aceleradores GPU de Nvidia, un bien escaso hasta nuevo aviso. Se da la circunstancia de que Nvidia está en todas las salsas y también ha entrado en la ronda de financiación de Mistral AI. Con los 1.300 millones recaudados, la startup francesa podrá retener en sus filas a ingenieros muy solicitados en un nicho profesional sobrecalentado. La compañía necesita urgentemente personal con alta capacitación, no sólo para el desarrollo de modelos de IA sino también para desplegarlos en clientes empresariales. La estrategia impulsada por el más notorio de los fundadores, el CEO Arthur Mensch puede resumirse así: como los competidores multinacionales gozan de preferencia de las firmas integradoras, Mistral AI tiene necesidad de trabajar directamente, codo con codo, junto a sus clientes. El razonamiento vale, sobre todo, en los ámbitos industriales.
He ahí un punto clave. En sus declaraciones a la prensa francesa, Mensch suele decir que en los últimos tres años se han desarrollado modelos alimentados por el conocimiento humano disponible en abierto. Pero la IA ha llegado a un punto de saturación en el que prácticamente ha agotado los datos de calidad disponibles para su entrenamiento; obligando a acceder a los datos de otros entornos – cerrados por principio o por desconfianza – entre los que se encuentra un caudal generado por los sectores industriales y todavía poco o nada utilizados. “Las oportunidades de monetización están a salvo dentro de las empresas y a ellas tenemos que arrimarnos”.
Pone así el dedo en un punto sensible. Muchas empresas importantes han escarmentado de sus relaciones con los proveedores de IA y empiezan a poner límites a la hora de alimentar los modelos llamados fundacionales, excluyendo información que consideran confidencial o competitiva. Mistral dice plantearse como alternativa: en lugar de saquear datos a mansalva, prefiere mejorar sus modelos en simbiosis con los clientes para beneficio de las dos partes. En la práctica, esto se traduce en “empotrar” ingenieros en las operaciones con el fin de optimizar lo que se conoce como modelos de dominio, de los que resulta que el cliente se reserva la propiedad intelectual de los datos y de los procesos. Comenta Mensch que “en algún momento, las capacidades de un modelo fronterizo (sic) sólo pueden ampliarse si tienes un partner”.
Además de acudir a la tercera ronda de financiación, ASML ya era cliente de Mistral AI. Juntas, las dos compañías siguen un plan de “cocreación” en el que la holandesa aporta sus propios datos técnicos sobre las operaciones de fabricación de semiconductores y la francesa contribuye con modelos fundacionales, expertise e ingenieros que ayudan al cliente a “tunear” esos modelos tras su entrenamiento.
Christophe Fouquet, CEO de ASML, declara sobriamente –mediante un discreto comunicado – que “el pacto de colaboración con Mistral AI tiene como objetivo generar beneficios evidentes para nuestros clientes [todos ellos fabricantes de semiconductores] a través de soluciones y productos facilitados por la IA”.
Una demostración de la estrategia que ha adoptado Mistral AI es su contrato con el grupo automovilístico Stellantis para desplegar en sus fábricas soluciones de IA a medida y con vistas a desarrollar en común modelos LLM industriales. Se ha empezado por casos de uso en las áreas de venta y postventa, para luego extenderlos a la ingeniería y los procesos de producción.
Con buena voluntad, se ha querido ver en el acercamiento entre ASML y Mistral AI un embrión de campeón europeo de la inteligencia artificial que podría aspirar al apoyo de la CE. Por el momento, la base de este desiderátum es la solvencia de la compañía holandesa, uno de los mejores ejemplos de tecnología europea. Nacida hace cuarenta de un desprendimiento de Philips, su producto estrella es la maquinaria de litografía ultravioleta extrema (EUV) cada una de las cuales cuesta unos 400 millones de dólares y son usadas para producir semiconductores de la última generación.
Hasta la fecha, ASML tiene un monopolio de facto, que podría perder si China logra desarrollar su propia EUV en respuesta al veto que ha impuesto por la administración Trump en su pretendida cruzada proteccionista . Asia representa una cuarta parte de la facturación anual. Una implementación integral de la IA en sus procesos podría prepararla para el nuevo escenario.
Mistral AI parte de una situación bien distinta: cuenta con sólo 350 empleados repartidos entre Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Singapur. Se postula como un actor centrado en la clientela empresarial, llegando a ofrecer gratuitamente prestaciones que sus rivales venden por suscripción.
En teoría, esta posición emergente en el mercado convierte a Mistral AI en plato de gusto para una eventual deglución por algún gigante tecnológico – difícilmente sería europeo – frente a la cual un respaldo activo de ASML quizá podría funcionar como barrera defensiva.
