El nuevo ingenio de Apple, las ¿gafas o los cascos? Vision Pro, han tenido un estreno agridulce. A pesar de las expectativas previas, con la inapreciable ayuda de los medios, las primeras reacciones tienden al escepticismo. Que se explica, en parte, por el alto precio – ¿alguien esperaba que fueran asequibles? – y sobre todo por la sensación de que la realidad virtual (VR) y la aumentada (AR) forman parte de un producto que tiene mucho de experimental, todavía impreciso. De hecho, sus competidores Facebook y Microsoft han celebrado la incorporación de Apple con la esperanza de que sirva de palanca para desatascar un mercado que no acaba de despegar. Apple no se inmuta porque, dice, su carrera es otra.
A toro pasado, llega una noticia incómoda: el nombre Vision Pro estaba registrado por Huawei. No deja de ser perturbador que esta empresa china, convertida por Donald Trump en enemigo tecnológico por antonomasia de Estados Unidos, se haya adelantado a la compañía de la manzana reservando una marca que protege un producto esperado durante años. Según el diario hongkonés South China Morning Post, Vision Pro fue registrada en 2021, lo que cuestionaría – salvo acuerdo entre las partes – que Apple pueda utilizarla, como mínimo, antes de 2031.
Más allá de este contratiempo, el anuncio protagonizado por Tim Cook, CEO de Apple, ha generado un revuelo que no necesariamente es buena noticia. Para empezar, Vision Pro no tiene fácil definición: es una mezcla de gafas, cascos y auriculares, todo en uno, con funciones de realidad mixta (MR, por sus siglas en inglés). Apple se cuidó juiciosamente de emplear la palabra metaverso. Lo que pretende es que su dispositivo represente una categoría que se ha inventado para la ocasión, la “computación espacial”. Tiene sentido, como se verá.
Que en vez de dedicarle la gala ad hoc que habría merecido, se optara por presentar Vision Pro en la tradicional Worldwide Developers Conference (WWDC) es indicación de la necesidd de ganarse el apoyo de los desarrolladores para dotar de contenido material a su nuevo producto. Ha pagado por ello un precio menor: la novedad eclipsó otros lanzamientos, como un MacBook Air de 15 pulgadas, los renovados Mac Studio y Mac Pro y las nuevas versiones de los sistemas operativos iOS 17, iPadOS 17 y watchOS 10.
Se ha recordado estos días que Apple no había lanzado ningún producto realmente disruptivo desde que Tim Cook tomó las riendas de la compañía en 2011, con la salvedad del Watch en 2014, que ha tardado ocho años en alcanzar los 50 millones de unidades con ingresos que hasta la fecha suman 18.000 millones de dólares (2.250 millones de media anual). Sin duda, ha compañía innovado y revolucionado sus líneas de producto, pero su aura sigue girando en torno al iPhone. Algunos comentaristas han objetado que Apple no esté jugando un papel relevante en la vorágine emergente de la inteligencia artificial generativa, pese a los recursos que dedica a la IA. Cada cosa a su tiempo.
La compañía pasa por un momento contradictorio. Por un lado, está a punto de recuperar la el capitalización bursátil de 3 billones de dólares que ostentó a comienzos de 2021, su acción ha subido un 37% este año, como uno de los títulos favoritos de los inversores institucionales. Seis de cada diez analistas han ratificado una firme recomendación de comprar. Pero sus productos estrella – tanto el iPhone como el iPad y la familia Mac – sufren una caída de la demanda, mientras los servicios siguen creciendo, pero no tanto como para compensar las dificultades en el trimestre que acabará a fin de junio. Obviamente, por asombrosas que sean las prestaciones de Vision Pro, no contribuirá positivamente a la cuenta de resultados antes de varios años.
La computación espacial de Apple saldrá al mercado estadounidense en 2024 y después al resto de los mercados. El primer reproche que ha saltado a los medios era previsible: su precio lo convierte en un artículo de lujo, destinado a una corta minoría de usuarios. Realmente, el argumento no es muy distinto del que se puso en circulación contra el iPhone en 2007, que salió al mercado a unos 600 dólares [hoy, la media de la familia es de 1.100 dólares]. Ni tampoco es distinto a lo que se escribió en 1984 acerca del primer Macintosh (7.000 dólares PVP). Esas críticas tienen poca base porque el precio nunca ha sido un problema para los entusiastas de Apple.
Si de algo sirve la opinión de Goldman Sachs, va directamente al grano al pronosticar ventas de Vision Pro por valor de 18.000 millones de dólares en los primeros cinco años. Que se añadirían a los ingresos de la división de wearables, dispositivos domésticos y accesorios: 41.000 millones de dólares el año pasado.
El nuevo dispositivo consta de dos pantallas internas que suman 23 millones de pixeles y lleva sensores capaces de rastrear los movimientos oculares al tiempo que sus cámaras externas hacen lo propio con las manos y los micrófonos con los comandos de voz. Pese a la complejidad de combinar el chip más moderno (M2) de Apple y un nuevo procesador de sensor en tiempo real que coordina la entrada de una docena de cámaras, cinco sensores y seis micrófonos, la latencia se ha reducido a 12 milisegundos, minimizando la posibilidad de mareo.
Cuentan quienes tuvieron acceso a una demo el día de la presentación que la realidad virtual en Vision Pro no es todavía inmersiva: iene planos en 2D, objetos en 3D, vídeo y panorámicas, pero echaron en falta un buen juego de carreras de coches o un simulador de vuelo, que permitiera comparar experiencias. Lo que más impresiona, según ellos, es la lograda integración con las personas reales que se encuentran cerca del artefacto.
Dado que se trata del primer bing bang de Apple en casi diez años, la compañía ha querido sacar pecho presumiendo de las más de 5.000 patentes registradas durante su desarrollo. Entre ellas se encuentra la tecnología EyeSight, que proyecta una semejanza de los ojos del usuario en la pantalla externa para crear la ilusión de su mirada cuando lo desee. La privacidad es una de las cuestiones que Apple ha cuidado históricamente y el nuevo dispositivo no es una excepción. La autenticación utiliza el sistema Optic ID, más avanzado que el Face ID habitual, garantizando que no dará acceso a terceros de los datos de seguimiento ocular.
A nadie escapa que Apple sabe rodear sus productos de complementos de los que sabe sacar rentabilidad adicional. El primer elemento asociado a Vision Pro serán sus aplicaciones, para las que contará con una tienda específica, aclarando que muchas de las apps existentes para iPhone e iPad serán compatibles. Ya se ha avanzado que contará con soporte para Disney+, el motor de juegos Unity e infinidad de aplicaciones iOS e iPadOS, incluyendo Safari de la casa así como Word y Excel de Microsoft.
Además, está el capítulo de los accesorios, que probablemente será tanto o más lucrativo que la pieza principal. Es el caso de las adaptaciones para quienes usen gafas graduadas. O el llamado sello de luz, pieza de tela que se ajusta para impedir el paso de luz y que, según se ha dicho, podrá personalizarse con una variedad de diseños.
Uno de los aspectos llamativos del anuncio ha sido el momento elegido, coincidiendo con el décimo aniversario del lanzamiento del primer Oculus Rift, que marcó el inicio del camino para la VR. Desde entonces, este nicho de mercado no ha cumplido con las expectativas iniciales, llegando incluso a sonados fiascos como las Google Glass que, en cierto modo, pueden considerarse como la génesis de Vision Pro. Más recientemente, la precipitación de Meta y Mark Zuckerberg por romper la placenta del metaverso ha sido letal para el invento.
En 2018, directivos de Meta, la matriz de Facebook, aseguraban que su metaverso alcanzaría los 100 millones de unidades de hardware en una década, la mitad de los cuales serían dispositivos bajo otras marcas. Es sabido que la curiosidad inicial se ha desplomado y hoy los inversores huyen de todo lo que suene a metaverso.
En 2022, Meta registró 13.700 millones de pérdidas en su división Reality Labs, que un año antes ya había perdido 10.200 millones. Acaba de anunciar sus gafas Quest 3, que llegarán en otoño a un precio sin duda más comedido que el de Vision Pro: 500 dólares. Según IDC, Meta domina este mercado, puesto que con Quest 2 y Quest Pro acapara casi el 80% de los dispositivos de VR vendidos en el mundo. Que serían, como mucho, 10 millones de unidades el año pasado.
Tampoco esta vez Apple ha sido la primera en desembarcar ni le preocupa. Los otros dos actores de relevancia en la realidad virtual son Microsoft (HoloLens 2) y Magic Leap. Estas y otras marcas en carrera desde hace tiempo han recibido al recién llegado como el bar que ve cómo en la acera de enfrente se abre un restaurante de postín que revitalizará el barrio y acabará por beneficiarle. Rony Abovitz, fundador y ex CEO de Magic Leap, opina que, más que a su firma, Apple ha arrojado un guante a otras como HTC, Samsung y Meta, a las que ha superado en un solo movimiento”. Se refiere Abovitz a productos que buscan su lugar asequible en el mercado, mientras que Magic Leap 2 se vende a 3.200 dólares mientras que Varjo, compañía finlandesa, bate todos los récords con unas gafas profesionales a 6.500 dólares.
En los últimos meses ha entrado en escena un factor que puede cambiar muchas cosas, la IA generativa, de la que apenas se habló durante la WWDC. Es cierto que en Apple son más dados a hablar de aprendizaje automático que de inteligencia artificial, pero Siri, aquel asistente online que un día pareció revolucionario, se ha quedado tan anticuado como sus rivales de la misma generación.
Por otro lado, el éxito que pudiera lograr la nueva categoría no esté tanto entre los consumidores – que el precio no ayuda es evidente – cuanto en el mercado empresarial. Ya lo intentó Microsoft con la segunda versión de HoloLens en 2019, también a 3.500 dólares, qué curioso. Sectores como la industria, la construcción, la sanidad, la ingeniería o la educación pudieran ser a priori sus primeros clientes. Para abrirse paso en esos segmentos de mercado, va a depender del despliegue definitivo de la variante 5G SA, de la que se espera la apertura de nuevos casos de uso. Las operadoras, ávidas de captar ingresos con nuevos servicios, están atentas a la jugada.
Con discreción y sin grandes desembolsos, Apple se ha reforzado en el campo de la realidad virtual y adyacentes, donde arraiga el lanzamiento. producto. No hace mucho, ha absorbido la compañía Mira, que tiene contratos con el ejército de Estados Unidos, sumándola a una lista de adquisiciones: Metaio (AR). SensorMotoric (seguimiento ocular), Vrvana (AR), Flyby Media (AR) y NextVR (VR). Pero no hay duda de que, surfeando las presiones geopoliticas, Apple sigue dependiendo de suministradores chinos para fabricar el Vision Pro. El más importante es Luxshare, responsable del ensamblado (también lo es del Air Pod y parcialmente del iPhone 15s). Counterpoint Research apunta que la cadena de suministro de Vision Pro es esencialmente la misma que la de otros productos de la marca.
Con estos antecedentes, Bloomberg se ha atrevido a pronosticar que Apple lanzará dos nuevas versiones en 2025: la que probablemente se llame Vision Pro One bajará el precio gracias a un reemplazo de componente, mientras otra – Two, según la fuente – subiría el listón al incorporar un procesador más potente con mayores velocidades de procesamiento.