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  1/06/2022

Amazon sufre los achaques de la pospandemia

Otras compañías tecnológicas presumen – por ahora – de inmunización contra la crisis económica que asoma pero  Amazon no puede permitirse ese lujo. Los resultados del primer trimestre y la inusitada previsión sobre el segundo – nunca la había anticipado a los analistas – han desinflado su cotización bursátil. La gran diferencia entre unas y otras es que el consumo tiene un peso dominante en el negocio de la compañía ahora capitaneada por Andy Jassy, sucesor de Jeff Bezos. Al engorde artificial que se aplicó Amazon para poder afrontar el excepcional crecimiento de la demanda online durante la pandemia, se le ha sumado una inflación que ha precipitado la caída de valor al nivel de hace siete años.

No todo se debe a esos factores: en las pérdidas del primer trimestre (3.800 millones de dólares) han influido los números rojos de la compañía de vehículos eléctricos Rivian Automotive, participada por Amazon. Pero este sería una excusa torpe: como detalló Brian Olsavsky, su director financiero, las ventas entre enero y marzo superaron por muy poco los 116.400 millones de dólares, con un crecimiento del 7,3% que dista mucho del 25% en el que se movía con soltura antes de 2020. De hecho, el actual es el ritmo más lento desde el estallido de las puntocom, hace 21 años.

Un análisis más afinado indicaría que el flujo de efectivo anualizado (TTM, trailing twelve months) se ha desplomado un 30% hasta los 46.300 millones de dólares frente a los 66.100 millones de finales de diciembre. Como consecuencia, el flujo de caja libre (FCF) anualizado ha sido negativo en 9.100 millones, cuando el anterior cálculo era positivo en 31.000 millones.

Podría ser disculpable como coyuntural, pero no lo es, porque se prolonga en el trimestre abril-junio: el consenso de los analistas preveía ingresos de 125.000 millones de dólares, pero Olsavsky se ha ocupado de enfriarlos rebajándolos a 121.000 millones. El empujón que otros años aportaban las ventas del Prime Day, en 2022 no se producirá en el segundo trimestre, ya que esa celebración se retrasada a julio, tal vez confiando en que para entonces se habrá moderado la inflación y el precio de los combustibles castigará menos los costes del reparto a domicilio. No es lo que se espera, pero vale como argumento provisional.

Desde la primera sesión del año hasta ayer, la cotización de Amazon ha caído un 31%. Claro que, en un contexto bursátil receloso ante las acciones tecnológicas, del que pocas se van librando. De hecho, los analistas que asistieron a la presentación de resultados han recortado su precio objetivo, pero mantienen la calificación de comprar fundadas en expectativas de largo plazo. El más optimista es Brian Nowak, de Morgan Stanley: “la demanda de los consumidores se mantiene alta, y Amazon volverá a su rentabilidad habitual quizás en la segunda mitad de este año fiscal”.

La decisión de aguantar a pie firme los aumentos de costes para evitar la reproducción de cuellos de botella como en años previos, pudo estar justificada en su momento, pero a la postre ha penalizado las cuentas de Amazon. Los gastos de capital sumaron 61.000 millones entre abril de 2021 y marzo de 2022: un 40% fue destinado a infraestructura – principalmente dedicada a Amazon Web Services – pero también al negocio de comercio electrónico. Otro30% a los centros donde se manipulan los pedidos, un poco menos del 25% a la capacidad de transporte en la “última milla”.

A propósito de AWS, ha quedado claro el soporte incondicional a sus necesidades de crecimiento. Se ha completado el lanzamiento de 16 zonas locales en Estados Unidos y se han anunciado planes para poner en marcha otras 32 en 26 países (una de ellas en España, habría que añadir aquí). En síntesis, la inversión en infraestructura – que representan la mitad de los gastos de capital – aumentará en 2022, fundamentalmente para potenciar los servicios cloud.

AWS, ya que de esta división se trata, ha contribuido a los ingresos con 18.400 millones de dólares, un 37% de crecimiento y al beneficio operativo con 6.528 millones (57% de incremento interanual) que contrasta con los 2.800 millones negativos del resto de segmentos. De su importancia da cumplida cuenta el hecho de que en los últimos doce meses sus ventas sumaron 67.000 millones de dólares. Es el segmento de negocio (véase el gráfico) que más beneficios reporta al conglomerado

En ausencia de Jassy – quien, siguiendo la costumbre del fundador no participa del ritual de discutir los resultados – Olsavsky soportó el peso de las explicaciones. Como consecuencia de la pandemia, vino a decir, Amazon ha tenido que duplicar la dimensión de sus operaciones logísticas, incluyendo la plantilla. Contrató a 780.000 personas, un tercio de ellas en la segunda mitad de 2021, hasta alcanzar la cifra récord de 1,6 millones de empleados, convirtiéndose en el segundo empleador privado de Estados Unidos.

Por supuesto, el capex se disparó en 2020 un 80%, fundamentalmente para reforzar sus centros logísticos y sus medios de transporte, que le permitieron atender una demanda insaciable. En dos años, invirtió 80.000 millones de dólares en mejorar su división Amazon Logistics, cifra equivalente a la suma de los cinco años anteriores. El objetivo era – y no ha renunciado a él – superar a FedEx y UPS, los dos gigantes del sector.

En cualquier caso, ha suspendido la construcción de almacenes por más de nueve millones de metros cuadrados y está negociando poner en alquiler algunas instalaciones superfluas.

La pandemia ha quedado atrás, o casi, pero las cadenas de suministro están lejos de normalizarse. La economía está azotando la cuenta de resultados de Amazon por varios flancos. Las tarifas de transporte marítimo y aéreo para llevar las mercancías desde los países productores a la red propia de distribución superan con mucho las vigentes el año pasado por estas fechas. Los desencadenantes son bien conocidos: el precio del combustible es hoy un 50% más caro que hace un año y la variante Omicron ha provocado un segundo colapso en China, primer origen de los productos que vende Amazon. La presión inflacionaria ha repercutido en los salarios y, tomados en su conjunto, esos costes se han incrementado en casi 2.000 millones de dólares

Ante esta situación, Amazon anuncia dos paliativos: recortar gastos y aumentar la productividad. La compañía ha detectado que la demanda sigue fuerte, pero con patrones estabilizados – o menos volátiles – por lo que sus flotas de vehículos están sobredimensionadas. De inmediato, ha comenzado a reducir sus costes fijos, pero en una organización de esta magnitud no se hace de la noche a la mañana.

Incluso aplicando esas medidas, las perspectivas del segundo trimestre no son mejores, ya que se estiman costes incrementales de 4.000 millones. Y como no se atisba un alivio de la inflación, ha empezado a tomar medidas impopulares: por ejemplo, cobrar una tarifa extra sobre los vendedores independientes que recurren a su servicio de envíos o bien subir la cuota de Prime que conlleva un acortamiento de los plazos de entrega.

Está por verse cómo funcionará la oferta Buy with Prime, que ofrece una opción de pago en el punto de venta a comercios que no están afiliados a Amazon, así como a los miembros de Prime. Dado que los minoristas online seguirán beneficiándose de su plataforma, Amazon espera rédito de lo mucho que ha invertido durante la pandemia. Asimismo, confía en dar nuevo impulso a la plataforma Amazon Pay, ofreciéndola junto a Prime en esos puntos de venta online. La idea es que este sistema de pago acabe siendo una fuente de ingresos recurrentes, como ya lo son Amazon Video y Kindle.

Normalmente, Amazon no se entretiene con iniciativas que salen mal. En 2010, lanzó Westore, su plataforma para que los comerciantes externos pudieran desplegar sus propias páginas web para promover sus productos. Duró poco, lo que tardó en aliarse con Shopify, a cambio de la adopción de Amazon Pay como medio de pago.

Aunque a veces puede pensarse lo contrario, Amazon no está sola. No hace falta pensar en Alibaba o en la india Flipkart: sin salir de Estados Unidos, tiene competidores con ganas de hacerle daño. Walmart expande su capacidad física al plano digital; otros, como Macy´s o Gap se niegan a usar la plataforma de Amazon para no darle acceso indirecto a la información sobre sus clientes y transacciones.

Volviendo al punto clave, la inversión en infraestructura, Oslavsky insistió en que seguirán aumentando, aunque su principal beneficiaria será AWS, no así en sus capacidades dedicadas al comercio electrónico, actividad que según el departamento de Comercio estadounidense está creciendo a un ritmo inferior al anterior a la pandemia. Un dato interesante se desprende de cifras de Mastercard sobre Estados Unidos: las transacciones online con sus tarjetas han caído por primera vez en casi una década, mientras las del comercio físico aumentaron el 11%. En Europa no hay datos comparables, pero un índice elaborado por Salesforce revela que las ventas online del primer trimestre han caído un 15% en Alemania, un 12% en Francia y un 9% en Reino Unido. Por el contrario, en España han aumentado un 6%.


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