Mucho ha llovido desde la última división accionarial de Amazon, en 1999. Aquel año, las ventas de la compañía con cinco de edad, ascendían a 1.600 millones de dólares. En 2021, han subido a 469.000 millones y, en consonancia, el valor bursátil es cien veces superior: un billón y medio de dólares. Los anuncios de una próxima partición de 20 x 1 y una recompra de acciones por valor de 10.000 millones, llegan en una excelente coyuntura del negocio, pero en medio de un asedio que la administración Biden va estrechando sobre una empresa que a sus ojos encarna lo peor de las Big Tech. Además, es el primer movimiento del CEO, Andy Jassy, desde que hace algo más de un año sucedió al fundador, Jeff Bezos.
Con toda seguridad, la junta de accionistas convocada para el 25 de mayo aprobará las dos recomendaciones. Dos días después, quienes posean una acción de Amazon pasarán automáticamente a tener veinte, sin que esto implique que haya aumentado su riqueza. Sobre el papel, todo se reduce a partir la propiedad en más porciones, pero tanto el tamaño como el valor de la compañía seguirán siendo idénticos.
No obstante, las apariencias importan. El movimiento anunciado por Jassy ha generado un ambiente optimista en Wall Street, dentro de lo que cabe dadas las circunstancias. La acción de Amazon ha recuperado el tono tras el bajón de febrero y vuelve a cotiza por encima de los 3.000 dólares [el máximo histórico, de 3.731 dólares, data de julio del año pasado]. Se supone que seguirá subiendo a media que se acerque la fecha y una vez se aclare el impacto de las medidas con las que la Reserva Federal pretende controlar la inflación en Estados Unidos.
Con esa perspectiva y queriendo hacer guiños a las agencias de calificación, Jassy se ha decidido por un golpe de efecto. Todo indicaría que a corto plazo saldrá bien. Amazon cuenta ahora mismo como 508,8 millones de acciones en circulación, por lo que la división 20×1 dispararía su número hasta 10.180 millones y el precio de cada acción se vería teóricamente rebajado a 150 dólares.
El significado aritmético de la rebaja es que un pequeño inversor tendría más posibilidades de comprar acciones de Amazon, lo que daría entrada a nuevos accionistas, que a su vez incrementarían la demanda y con ello las acciones serían más líquidas. Aunque es verdad que en 2020 Apple y Tesla dividieron sus acciones y que Alphabet coquetea ahora mismo con la idea de su propio 20×1, la época dorada de esta ingeniería bursátil fueron los años 90. En la actualidad no tiene tanto sentido, puesto que es usual la compra fraccionada a través de mecanismos de inversión colectiva. Fue en aquellos tiempos cuando Amazon dividió sus acciones tres veces en dos años, que Intel lo hizo en cuatro ocasiones, Microsoft otras cuatro y Cisco cinco (y una sexta en 2000).
La razón más plausible por la que Amazon ha tomado esta medida es que le conviene afianzar la confianza de sus empleados dotándoles de mayor flexibilidad para monetizar las acciones que reciben como parte de su retribución [de 1,6 millones, los que tienen adquirido ese derecho, que todavía hay clases].
En los últimos meses, pasado lo peor de la pandemia, el impulso del comercio electrónico ha ido perdiendo gas y al mismo tiempo arreciaba la competencia sobre la filial Amazon Web Services. La acción de Amazon llegó a caer un 23% en ocho meses, en contraste con la revalorización de Microsoft y Apple en paralelo. Una comparación que no ha sentado bien al componente variable de los salarios de su personal, al que se había pedido esfuerzos para mantener el funcionamiento de la empresa.
En una economía estadounidense deficitaria en personal cualificado, esta diferencia de trato ha precipitado algunas fugas. No muchas, pero sí suficientes para que Jassy tomara nota. Una de las decisiones del CEO ha sido elevar el salario anual máximo a sus empleados: de 160.000 a 350.000 dólares, de manera que entre la reestructuración salarial y la presumible valorización del monto variable, confía en retener a ejecutivos y desarrolladores que pudieran recibir ofertas.
El otro movimiento interesante en los anuncios es la recompra de acciones por un valor de 10.000 millones de dólares. Conviene recordar que en 2016 la junta autorizó una operación similar por 5.000 millones, de la que sólo se ejecutaron 2.120 – y no inmediatamente sino cinco años más tarde – por lo que en la práctica la nueva recompra sustituye a la anterior. El recado a los inversores es clarísimo: confiamos tanto en el valor de nuestra acción que vamos a dedicar una buena cantidad de efectivo a comprar títulos antes que a pagar deuda o hacer adquisiciones.
Los analistas, que no dan puntada sin hilo, han hecho dos consideraciones. Primera, es cierto que la recompra beneficia a los inversores al reducir el número de acciones en circulación y, por consiguiente, aumentar su cuota de capital, sin necesidad de adquirir otras en el mercado. Segunda, crece la cuantía de ingresos y beneficios representada en los títulos poseídos por los accionistas. Por otro lado, 10.000 millones de dólares no es una cantidad tan apabullante: no representa ni el 1% de las acciones.
No hace falta una lente de aumento para ver la buena trayectoria que sigue el negocio de Amazon. Cerró 2021 con una facturación de 469.822 millones (un 22% de aumento) y se espera que sea de 540.000 millones en el actual año fiscal. Este porcentaje, en opinión de los analistas, se prolongará durante otros cuatro ejercicios.
AWS aporta algo más de 62.000 millones de dólares y un incremento del 37%, lo que la convierte en la proa del gigantesco conglomerado: ha crecido en los cuatro últimos años un 256,3% bajo la conducción de Jassy y ahora de Adam Selispky. Las previsiones propias y ajenas son holgadamente optimistas, aunque la disputa con Azure, la nube de Microsoft, es encarnecida.
El pilar fundacional de la compañía es el que más quebraderos de cabeza le está dando. Para responder a las exigencias de la demanda, tuvo que hacer de tripas corazón y soportar un aumento de los costes logísticos que ahora intentará meter en cintura. Aun así, nadie apuesta por un crecimiento de menos del 10% en el comercio electrónico y Amazon está en inmejorables condiciones de sacar tajada.
Queda la siempre delicada cuestión de quién manda en la compañía. Al menos en apariencia, queda poca presencia de aquel Jeff Bezos prudente y esquivo a los focos, ahora entregado a sus aventuras espaciales y a un pertinaz faranduleo. Al menos ha tenido el tino de poner distancia con la gestión y dejar esa patata caliente a quien durante años fue su más eficaz subalterno. Antes de ser promovido a su puesto actual, Jassy demostró su valía convirtiendo a AWS en una máquina de hacer dinero.
El cambio en la cúspide se produjo cuando se producía una desaceleración del comercio electrónico y Amazon invertía para cumplir sus compromisos de entrega en el día. Lo que, evidentemente, comprimió los márgenes operativos. Los inversores tuvieron en esa fase la oportunidad de mirar a otros valores con más riesgo y más retorno.
Por lo tanto, la jugada bursátil pretende ser un bálsamo para inversores y empleados. Cosa bien distinta es lo que se cuece en Washington y cómo va a lidiar con ello Jassy. Amazon se enfrenta a un más que posible proceso de la Federal Trade Commission, ahora presidido por Lina Kahn, conocida por sus textos de crítica académica a la compañía.
Al menos, Jassy habrá recibido con alivio la aprobación administrativa de su oferta para comprar MGM Studios, con la que se propone impulsar su servicio Prime Video para competir con Netflix. De todos modos, esta autorización no vale como precedente porque en ese negocio Amazon es un pigmeo comparado con las demás plataformas de streaming.
A los investigadores de la FTC, que buscan probar conducta anticompetitiva por parte de Amazon, se suma una iniciativa bipartidista en el Congreso que recomienda al departamento de Justicia evaluar si algunos ejecutivos de Amazon han intentado obstaculizar las indagaciones sobre la compañía. De los cuatro jefes de grandes tecnológicas interrogados el año pasado por la cámara, el que peor parado salió fue Bezos, aunque también Facebook y Alphabet podrían recibir malas noticias en cualquier momento.
Los frentes legales que tiene abiertos Amazon favorecen los rumores sobre una eventual partición del imperio para adelantarse a la FTC, pero ese gesto equivaldría a dar la razón a las tesis de Kahn. Por esto, oficiosamente, los lobistas a sueldo de la compañía [19 millones de dólares en honorarios] han dicho en voz alta que la división accionarial no tiene nada que ver con esa supuesta intención. Corlario: el éxito comercial de Jassy tendrán que ser reforzados en el plano jurídico o la compañía tal como se la conoce hoy, tendrá que cambiar.
[informe de David Bollero]