La bulimia de Amazon apunta en casi cualquier dirección. Ya consolidados tres de los llamados cuatro pilares de su estrategia – marketplace, AWS y Prime – no es evidente cuál sería el cuarto apoyo futuro. Como hiciera en 2017 al sorprender con la compra de la cadena de supermercados Whole Foods, la compañía no resiste las ganas de añadir ladrillo a su imperio online. Con la adquisición de OneMedical por 3.900 millones de dólares, se perfila que el mercado sanitario podría ser ese cuarto pilar. Esta categoría, con sus múltiples segmentos y modelos de negocio, repunta en todo el mundo, pero su vertiente más aparente no es la que interesa a la empresa que ahora preside Andy Jassy.
Como la transacción, limitada en principio al mercado estadounidense, va a requerir aprobación regulatoria, tiene un plus desafiante: Jassy sirve en bandeja a la FTC (Federal Trade Commission) la oportunidad de ejercer no ya su obligación de vigilar las reglas de competencia sino también otro mandato más reciente, la protección de la privacidad de los consumidores. La mejor defensa es pasar al ataque: Amazon ha decidido plantar cara a su notoria enemiga Lina Khan, a la sazón presidenta de la FTC.
Es de sobra conocido que el sistema (sic) de salud en Estados Unidos es disfuncional e ineficiente; la propia Amazon lo ha puesto de relieve al tejer alianzas para brindar prestaciones médicas a sus trabajadores. La primera potencia del mundo gasta el doble que cualquier otro país desarrollado en servicios de salud a la vez que tiene peores indicadores sanitarios y su población acumula deudas con clínicas, hospitales y seguros de salud, todo ello privado.
La pandemia, entre otras muchas consecuencias, ha tenido la cualidad de exacerbar el interés de las empresas de TI en el sector de la salud. Con muy diferentes formas de manifestarse: la pasión de Apple por los dispositivos de autodiagnóstico, la dedicación de Google a la investigación básica y la inteligencia artificial aplicada, la valiosa adquisición de Nuance por Microsoft o la de Cerner por la ambiciosa Oracle. A su manera, cada una expresa la explosión de un mercado goloso. Amazon sigue su peculiar estrategia.
OneMedical, con más de 200 centros de atención primaria a lo largo del país, ofrece cobertura a 8.500 empresas y a 767.000 “miembros” que pagan 200 dólares de cuota anual. Entre sus clientes, curiosamente, está uno de los grandes rivales de Amazon, Google, que en 2020 representó casi un 10% de sus ingresos, aunque por alguna razón, bajó la cifra en 2021. Lo que aquí importa es que los resultados económicos de OneMedical son de pena: pierde dinero y no ve remedio a la vista.
Incluso tras la reforma sanitaria de Barack Obama, que extendió las coberturas, el 5% de los pacientes en Estados Unidos representa más del 50% del gasto total en salud. ¿Es sensato imaginar un mercado saneado en estas condiciones? Aun así, ¿vale la pena pagar 3.900 millones de dólares por una empresa difícilmente sostenible? Una respuesta posible es que Amazon se lo puede permitir porque la bolsa le asigna un valor de 1,3 billones de dólares.
No es la primera vez – ni será la última – en que Amazon pone su punto de mira en este sector, pero confía en que esta vez dará con la tecla. Hace cuatro años, se asoció con Berkshire Hathaway (Warren Buffett) y JPMorgan para crear una empresa conjunta, Haven, con la que esperaban reducir los costes de atención médica de los empleados de las tres y que debería servir de base para ampliar el negocio. Al final, el invento no dejó buen sabor a los socios, que acabaron extinguiéndolo.
Realmente, sus pretensiones en el campo de la salud tienen precedentes. En 1999, el fundador, Jeff Bezos, pensó que sería buena idea invertir en Drugstore.com y después ha seguido esa estela, atraído por los 560.000 millones de dólares que mueve el mercado norteamericano de fármacos con receta. En 2018, absorbió la farmacia online PillPack para poner en marcha Amazon Pharmacy, que vende medicamentos con descuento a los adherentes a su servicio Prime.
Para entrar en la atención primaria, en 2019 lanzó Amazon Care, que en lo fundamental se limitaba a ofrecer consultas médicas virtuales – y ocasionalmente a domicilio – e incluso tanteó la apertura de alguna clínica en ciudades seleccionada, pero los resultados no fueron buenos. Por su lado, OneMedical tiene envergadura y un promisorio modelo de suscripción, pero no deja de estar en un nicho de mercado problemático. De hecho, buena parte de la inversión inicial de la adquirente se irá en amortizar deuda heredada.
Para que esta aventura sea financieramente viable, la futura subsidiaria de Amazon [si el regulador le diera luz verde] tendrá que cambiar el modelo de negocio, quizás prestando por sí misma actos médicos especializados y/o servicios hospitalarios, porque el aumento de los costes de subcontratación se está tragando los ingresos de atención primaria. Estos problemas no se pueden resolver solamente con logística, que sin duda es la mayor habilidad conocida de Amazon: en el negocio de la salud, compensar la caída de márgenes recortando el gasto por paciente puede ser traumático.
Aun así, la empresa resultante de la operación tendría que hacer frente a otro dilema: la necesidad de consolidación entre proveedores de atención primaria, necesariamente local y la teleasistencia luce bien en las notas de prensa, pero sólo es eficaz en algunos servicios remotos, pero los más caros tienen que prestarse en persona dentro de una razonable proximidad. Mejorar la experiencia de los usuarios para corregir su frustración – que sería la primera promesa del nuevo propietario – no ayuda a ahorrar costes: todo lo contrario, supone gastar más.
Las críticas habituales han recordado que OneMedical recoge información acerca de las familias e incluye datos íntimos de personas de toda edad. El conspicuo inversor Roger McNamee ha escrito en Time, con tono de manifiesto: “lo que hace que esta adquisición nos alarme es que extiende el alcance del capitalismo de vigilancia más allá de su dominio favorito, la publicidad, hacia zonas del mundo real donde se generan datos de alta sensibilidad”.
Lejos de arrugarse ante el peligro de que la FTC hinque el diente en esta delicada cuestión y acabe desautorizando la transacción, Amazon se ha prometido a que los datos almacenados por OneMedical así como los que recoja en el futuro, no serán compartidos con terceros ni usados para publicidad o marketing de otros productos o servicios a través de su plataforma de comercio electrónico.
Es muy poco probable que Lina Khan y su equipo se crean esa promesa. Anticipándose, desde Amazon se ha acusado a la FTC de acosar a sus principales ejecutivos, empezando por Jeff Bezos y siguiendo por el actual CEO. Casualmente, una veintena de directivos están citados a declarar en una investigación sobre el esquema de suscripciones Prime.
La sombra de la FTC no desanimará las intenciones de diversificación en las que Jassy fundamenta el poder recibido de Bezos. El nuevo CEO parece dispuesto a dar un golpe en la mesa. En lo que va de año, si se confirmaran todas las operaciones en marcha, habría comprometido la inversión de unos 20.000 millones de dólares, diez veces más de lo desembolsado por Amazon en los tres últimos ejercicios.
Al margen, la intención de engullir iRobot, fabricante del aspirador Roomba, apunta en esa dirección. El parentesco con la adquisición de OneMedical no es otro que los datos. Los modelos avanzados de Roomba incorporan un sensor que ayuda a trazar (y memorizar) un mapa de la superficie del hogar. Conjeturalmente, combinados con el asistente virtual Alexa y tratándolos con machine learning, podrían ser un rico yacimiento ´monetizable` para Amazon.