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  16/06/2021

Para Microsoft, la salud vale 20.000 millones

Más allá de tratarse de una cifra récord, la adquisición de Nuance por Microsoft destaca la relevancia alcanzada por el mercado de tecnologías aplicables a la medicina. No toda atribuible al impacto de la pandemia, pero pagar 19.700 millones de dólares sugiere que las compañías Big Tech están dispuestas a pujar por el control de una categoría de mercado que en inglés llaman healthcare. Y la rapidez con la que las autoridades regulatorias han mostrado su complacencia contrasta con el ambiente regulatorio del momento. Según otra interpretación plausible, se ve venir una pronta monetización de la tecnología de reconocimiento de voz, especialidad de Nuance. Y quien pega primero, pega dos veces.

Scott Gutthrie

Nuance no es precisamente una startup, ya que sus orígenes se remontan a comienzos de los 90, cuando se independizó de Xerox bajo el nombre hoy olvidado de Scan Soft. Hace siete años, cuando este blog visitó su sede de Massachusetts, la compañía debía su reputación casi exclusivamente a la contribución de su tecnología en el desarrollo del asistente Siri. Aquel sambenito le persigue en los medios techies españoles, como se ha visto en el tratamiento de esta noticia económica. Lo cierto es que Nuance lleva tres años apuntando hacia el mundo empresarial, distancia de las aplicaciones de consumo de su tecnología.

Uno de los objetivos de Mark Benjamin, CEO de Nuance desde 2018, es reducir el peso de los negocios adyacentes, entre ellos el vertical de automoción, para concentrar recursos en el sector de la salud. Vale la pena saber que en Estados Unidos más del 55% de los médicos y el 75% de los radiólogos usan corrientemente aplicaciones para convertir su voz en texto. Nuance asegura que su software Dragon funciona en el 77% de los hospitales estadounidenses, que alivian el ejercicio de la documentación clínica. Microsoft conoce bien este antecedente, porque ambas empresas colaboran desde 2016 en la automatización de la gestión administrativa hospitalaria. En consecuencia, se ha estimado que el TAM (total addressable market) puede llegar pronto al medio billón de dólares.

Aun queda alguna jurisdicción política por pronunciarse, pero el principal escollo regulatorio se ha salvado, de modo que las partes esperan tener  cerrada la adquisición a finales de este año. En cierto modo, es un test de la actitud de la administración Biden,  por la fuerza de la corriente crítica que cuestiona a las Big Tech su costumbre de comprar empresas a cualquier precio con tal de bloquear la competencia y extenderse a otros mercados.

En el historial de Microsoft hay varias operaciones voluminosas, por lo que nadie se ha sorprendido. La más cara fue la compra de LinkedIn en 2016 por 26.200 millones de dólares. En el caso de Nuance, el precio absorbe una deuda de 3.700 millones, pero valora las acciones al doble de lo que cotizaban antes de la pandemia y a trece veces su facturación del 2020. Aun así, hay razones para suponer que, de no haber llegado a tiempo Nadella, otro se hubiera llevado el gato al agua.

El dinero no es un obstáculo para Microsoft, que a finales del año pasado contaba con una liquidez de 132.000 millones de dólares. Por ello, se ha comprometido a pagar lo pactado a tocateja. ¿Tiene sentido que  la compre? Los analistas aplauden la transacción porque el valor intrínseco de Nuance aflorará con su aportación a los servicios cloud. Como es notorio, la voz rivaliza con el texto como interfaz entre usuarios y dispositivos; en el mercado empresarial, Gartner pronostica que en 2025 el 50% de los knowledge workers usarán diariamente asistentes basados en el procesamiento de lenguaje natural, porcentaje que se compara con el 5% en 2020.

Esta disciplina del procesamiento de lenguaje natural es el resultado de una tecnología que no puede tomarse a broma. Emplea redes neuronales para analizar cada una de las partes de una frase, formadas por palabras o por fragmentos de palabras. De esta forma, se calcula la probabilidad más viable de uso para una determinada secuencia. Los algoritmos, entrenados con millones y miles de millones de frases, suelen diseñarse para usos específicos, por lo que cuando se pretende utilizarlos para aplicaciones diferentes, su rendimiento decae. Por esto mismo, una de las fortalezas del sistema de Nuance es el sector de la salud, pero sus fuerzas no le permitirían expandirse a otros verticales. Bajo el paraguas de Microsoft podrá hacerlo; ese es un objetivo de la operación.

La compañía ha desarrollado una aplicación de transcripción de la voz en el campo de la clínica, con la que ha entrenado durante años sus modelos de machine learning para mejorar el rendimiento. Por consiguiente, cuenta con una base de datos sólida en la que apoyar su producto de voz a texto y luego proyectarse a otros sectores.

Lo anterior le viene como un guante a Microsoft, que ha enfocado parte de sus inversiones en servicios cloud para adaptarlos a sectores verticales como finanzas o retail. También a healthcare, que en Estados Unidos se identifica como un negocio privado. La precisión de Nuance a la hora de tratar con la terminología médica es un activo para la maquinaria cloud que dirige Scott Gutthrie. Los algoritmos de reconocimiento de voz ya han demostrado su capacidad para resolver problemas relacionados con un léxico sectorial.

La cuota de Nuance en el sector de la salud es confortable en Estados Unidos, pero prácticamente nula en la esfera internacional. En cambio, Microsoft tiene el alcance y las relaciones como para expandir esos servicios a otros países. Por otra parte, la integración de Nuance en su oferta cloud servirá de refuerzo a plataformas como Teas y, más en general, Office 360.

Por otro lado, la compañía que dirige Satya Nadella suele poner Azure en el centro de sus relaciones con las empresas; en ocasiones les ofrece acceso prácticamente subsidiado a herramientas de machine learning en la nube, un catálogo al que Nuance podrá contribuir con un factor diferencial. Es una práctica habitual de las plataformas cloud para atrapar a las empresas con herramientas útiles de las que luego les costará prescindir.

Es significativo que Mark Benjamin permanecerá en Microsoft como responsable del negocio de Nuance, dependiendo de Scott Gutthrie, VP de Cloud e IA. De la integración se ocupará Gregory Moore, responsable del negocio de salud y ciencias de la vida, cargo que ya tuvo años atrás en Google. En cuanto a la tecnologías de voz, la experiencia de Microsoft es rica y polémica, con adquisiciones que no han acabado de cuajar (Skype, Cortana, Discord). Como incentivo, bastan las predicciones de Gartner: en 2023, más del 75% de las aplicaciones corporativas van a usar IA conversacional.

En otro plano, la compra de Nuance sirve como epítome de la ambición que anima a todas las grandes tecnológicas por el sector de la salud. Es el caso de Amazon, que además de meterse en el negocio del comercio electrónico de productos de farmacia, ha anunciado que proporcionará servicios de telemedicina a través de AWS. Google, por su parte, ofrece acuerdos a los hospitales para optimizar las búsquedas en historiales médicos. Sin embargo, algunos contratos han suscitado críticas acerca de la privacidad de los datos de pacientes.

No es este un mercado fácil. IBM lleva años intentando convencer a la industria médica de las bondades de su plataforma Watson para ayudar en el diagnóstico del cáncer, sin resultados dignos de ser publicados. Comoquiera que sea, es evidente que ha llegado la hora de arrimarse al sector, con los datos de pacientes como materia prima, con el fin de extraerles valor de uso clínico y para el entrenamiento de algoritmos. Nadie duda de que la IA será imprescindible en la práctica médica a pocos años vista.

[informe de Pablo G. Bejerano]


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