Si por algo se ha caracterizado Oracle durante décadas ha sido por no hacer amigos, más bien lo contrario: su manera de entender los negocios es la competición a cara de perro. Originalmente contra IBM, muchos años contra SAP, ocasionalmente otras compañías de software, alguna de las cuales acabaría comprando. Las ha tenido tiesas con Google (ahí sigue) pero, en los últimos años, ha encontrado el enemigo perfecto, se diría que definitivo: Amazon Web Services. Días atrás, tras el anuncio de un acuerdo con Microsoft, he caído en la cuenta de que estos dos nunca habían formado una pareja y así se han evitado broncas.
El circunloquio viene a cuento de que las dos compañías han firmado un pacto de mutua conveniencia y con visos de duradero. Las aplicaciones alojadas en la nube de una podrán usar los servicios de la otra (o viceversa) según la dosis que escoja el usuario.
Es decir, que un software de Oracle podrá ejecutarse en Azure y otro de Microsoft conectarse a la base de datos de Oracle (ahora en su variante ´autónoma`) a la que en principio sólo se puede acceder vía Oracle Cloud. Como sabrán por experiencia los lectores, en esta industria, cuando dos se ponen de acuerdo lo normal es que vayan contra un tercero. Que viene a ser el irreconciliable enemigo de ambas, AWS, decidida a penetrar en el jardín de aquéllas.
De entrada, para que la fórmula funcione sin fricciones, ambas compañías han consensuado un sistema de identidad – básicamente Active Directory, de Microsoft – que hace posible acceder a una gestión centralizada de las cargas en ambas nubes. Los datos podrán viajar seguros entre los respectivos centros de datos y los administradores podrán controlar qué recursos asignar en cada caso con una credencial única, en lugar de cuentas separadas. .
Curiosamente, el anuncio ha carecido de solemnidad: se ha limitado a la difusión de sendos comunicados firmados por los vicepresidentes que en cada casa llevan el negocio cloud. Scott Guthrie, mano derecha de Satya Nadella, deja claro en su blog que no se trata de algo excepcional para Microsoft, puesto que Azure ya integra software de rivales históricos, por ejemplo VMware, sin que ello canibalice los productos propios.
Don Johnson, contraparte de Guthrie en Oracle, no podría decir lo mismo: las conversaciones que mantuvo el año pasado con VMware se rompieron en octubre por razones nunca explicadas. De modo que un comentario al respecto tiene que empezar por el balance de fuerzas entre los firmantes del acuerdo. Qué gana cada uno. En teoría, Microsoft estará en posición de captar ingresos adicionales abriendo a los clientes de Oracle una puerta de acceso a Azure [interpreto que no van a necesitar Oracle Cloud]. Además, puede aspirar a atrapar cargas de misión crítica que son habituales en el perfil de cliente de Oracle.
¿En qué se beneficia Oracle? Esencialmente, el acuerdo dará más relevancia a su Autonomous Database, que Larry Ellison considera como “nuestro producto más exitoso en 40 años”. El negocio de bases de datos, que ha sido la primera razón de ser de la compañía, ha entrado en una fase complicada para ella: AWS no sólo ha renunciado a usar la de Oracle, sino que promueve con ardor guerrero sus propias alternativas. Aunque también debo señalar que a Microsoft no le faltan opciones en ese campo: véase Azure Cosmos DB, presentada hace dos años, o la reciente Azure SQL Edge.
Las circunstancias que vive Oracle tienen un punto picante. Según noticias a las que la compañía no reacciona, estaría en medio de un recorte de plantilla en sus equipos, escindidos entre Silicon Valley y Seattle. Sería, aparentemente, síntoma de un cambio estratégico, a su vez precedido por la salida de la compañía de Thomas Kurian, quien hasta septiembre fuera VP responsable de este negocio. Kurian, según trascendió en su día, mantuvo una radical discrepancia con Larry Ellison (fundador, chairman y CTO de la compañía) que giraba en torno a la grave cuestión de cómo escapar al aislamiento que lastra su estrategia cloud. Incidentalmente, conviene recordar que poco tardó Kurian en ser fichado por Google con igual rango corporativo.
Desde luego, el negocio cloud de Oracle no ha crecido ni remotamente al ritmo de Azure. Así como Microsoft pisaría los talones a AWS [no hay acuerdo entre los analistas], Oracle ocupa una posición relegada, cualquiera sea la acepción de cloud que se considere. En pocas palabras, Nadella ha conseguido reinventar Microsoft en torno a la nube, mientras Ellison sigue enfangado en la dicotomía entre dos modelos de negocio.
La semana próxima Oracle presentará los resultados de su año fiscal 2019. Mientras tanto, sus ingresos del tercer trimestre fueron de 9.600 millones de dólares (un descenso del 1%) con el ingrediente de que resulta imposible comparar el comportamiento del negocio cloud, porque en 2018 la empresa decidió cambiar su forma de desglosar las cuentas. Ante las quejas de los analistas, la co-CEO Safra Catz tiró de retórica: “en tanto que el porcentaje de nuestro negocio total de software, el cloud es hoy el doble del que era hace tres años; este comportamiento nos da la oportunidad de acelerar mientras [el modelo de negocio] sigue avanzando en su transición”.
Ahí está la clave. Por un lado, todo parece indicar que Oracle pierde gas en su negocio más tradicional, la base de datos y al mismo tiempo necesita ese flujo de ingresos mientras pena por no perder la rueda del pelotón que domina el mercado cloud. Descartados AWS y Google, sólo puede llegar a acuerdos tácticos con Microsoft.
Recientemente, Oracle convocó un seminario de periodistas en su sede de Redwood Shores, con la intención de explicarse mejor. Mark Hurd, el otro co-CEO, transmitió el siguiente mensaje: “en la primera parte de la década próxima, entre el 40 y el 50 por ciento de las cargas residirán en la nube; el año pasado, se cerró el 17% de los datacenter de Estados Unidos, señal de que las compañías está recortando seriamente su gasto fijo en TI”.
Lo que Hurd pretendía era demostrar por qué es irrefutable la necesidad de adaptarse al modelo cloud. “Por cada dólar de ingresos generado por el soporte de nuestra E-Business Suite (aplicaciones on-premise), recibimos de 3 a 4 dólares producidos por las aplicaciones en la nube”. Esta visión sin duda volverá a expresarse el miércoles 19, con los resultados del año fiscal. Estaré al loro.