El gran especialista de la virtualización, VMware, ha rediseñado su estrategia para sumarse a la ola del cloud computing, y a exponerla ha dedicado su conferencia anual VMworld, que se reunió en setiembre en San Francisco y tendrá en octubre su réplica europea, en Copenhague. Este es el momento, declaran sus directivos, muy convencidos de que el dominio que han adquirido en la tecnología del hipervisor les otorga una ventaja en el nuevo paradigma. Prácticamente toda la industria se ha subido al “tren de las nubes”, y algunos opinan que sus clientes no necesitarán pasar por la necesidad de escoger una solución de virtualización. Obviamente, en VMware piensan todo lo contrario.
Los 17.000 asistentes a la conferencia de San Francisco se vieron sorprendidos por la aparición en esas fechas de un anuncio publicitario de Microsoft que, bajo la forma de una carta abierta dirigida a dear VMware customers, les advertía de que su propia solución es mejor. El golpe de efecto subraya, en el mejor de los casos, la crudeza de la competición. VMware ya no puede dormir tranquila.
Paul Maritz, CEO de VMware, recordó que el número de empresas que adoptan la virtualización crece sin pausa, y que esto supone un cambio trascendental en el paisaje de los centros de datos: “el foco se está desplazando de la eficiencia del hardware a la eficiencia operativa, y esto significa no sólo cambios de infraestructura sino de cómo se usa y cómo se pagan sus costes”. Lo que, a su vez, conduce a nuevas aplicaciones y a nuevas tecnologías para poner esas aplicaciones a disposición de los usuarios. No es un planteamiento retórico: un estudio de IDC revela que en 2009 el número de aplicaciones desplegadas en servidores virtualizados excedió por primera vez a las alojadas en servidores físicos. “El número de máquinas virtuales crece a una ratio anual del 28%”, comentó Maritz.
Según las cifras presentadas por Maritz, VMware tiene actualmente 190.000 clientes, y ha instalado más de diez millones de máquinas virtuales, lo que le confiere un liderazgo indiscutible en la virtualización de servidores. Pero junto con la hegemonía vienen las amenazas, en particular las que encarnan Microsoft y Citrix. Si bien VMware es imbatible en las grandes corporaciones: casi la totalidad de las 1.000 grandes empresas de Estados Unidos – y todas las españolas del Ibex 35 – son clientes de la compañía, en la medida que esta tecnología penetra en las empresas medianas, es improbable que pueda disfrutar de cuotas comparables.
En la próxima fase, VMware apunta a la automatización y la gestión de las infraestructuras: “tenemos que hacer que su operación sea más barata”. El nuevo datacenter es una colección de aplicaciones o servicios que comparten unas políticas comunes de entrega de las aplicaciones, por lo que estas deben ser construidas de manera diferente, más en tiempo real que lo que era corriente hasta ahora. Maritz resumió su visión estratégica del cloud computing con esta triada: nueva infraestructura, nueva plataforma de aplicaciones, nuevas formas de acceso del usuario final.
El primer componente corresponde a la oferta tradicional de VMware. Para el segundo, en la conferencia se anunció Cloud Application Platform, una herramienta para construir y desplegar aplicaciones, aportada por SpringSource, empresa que VMware adquirió el año pasado para preparar la nueva estrategia. El objetivo – no será fácil para una empresa que viene de un perfil como el suyo – es despertar el interés de los desarrolladores que trabajan en Java (eventualmente, también en .NET) para llevar sus aplicaciones a la infraestructura de nubes privadas o públicas.
De ello se desprende que la virtualización y las nuevas plataformas de aplicaciones asumirán las funciones que hoy desempeñan los sistemas operativos. Maritz predicó “el fin de la era cliente/servidor y el eclipse del sistema operativo tal como lo conocemos”, una profecía que suena extraña en boca de alguien que ha trabajado dos décadas en Microsoft.