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  15/07/2022

VMware entra en una fase delicada

Transcurridos los cuarenta días pactados para que el consejo de VMware pudiera considerar – y solicitar – una oferta de compra alternativa a la de Broadcom, esta puede iniciar los trámites para pasar los filtros regulatorios. En realidad, la regla llamada go-to-shop, raramente usada a esta escala, ha sido prácticamente un paripé dirigido a los reguladores: vean ustedes el juego limpio de una compañía que, tras ofrecer nada menos que 61.000 millones de dólares, acepta el reto de que un competidor eleve la puja. Llegados a este punto, se ha calculado un máximo de quince meses para obtener las autorizaciones preceptivas. Un período sin duda incómodo, durante el cual VMware será sometida a biopsias por analistas e inversores.

La primera ocasión será de conocer la marcha de la compañía serán los resultados trimestrales, que se presentarán el 25 de agosto. Una semana después, se abrirá en San Francisco la conferencia anual antes llamada VMworld y ahora VMware Explore, cuya versión europea volverá a Barcelona en noviembre. Obviamente, Broadcom no tendrá visibilidad, pero su sombra se proyectará sobre el contenido de esta citas.

Desde Bruselas, los vigilantes de la competencia ya han hecho saber  – sin que nadie se lo preguntara – que se tomarán muy en serio las advertencias recibidas acerca de prácticas anticompetitivas del comprador, dado que la conjunción de ambas compañías le daría un altísimo dominio de ciertos segmentos del mercado. Según el Financial Times, la investigación que se barrunta no será más suave que la que hundió el proyecto de compra de ARM por Nvidia, una comparación bastante capciosa.

Recapitulando brevemente: Broadcom espera que la absorción de VMware redondeará su estrategia de diversificación hacia el software, ampliará su base de usuarios, le abrirá las puertas de los gigantes de la nube y facilitará una contribución del 32% de sus ingresos actuales con evidentes sinergias milmillonarias. Según la documentación aportada por Broadcom, espera que la adquisición genere 8.500 millones de EBITDA en los tres años que sigan al cierre de la operación. Desde la óptica de VMware, los beneficios son menos discernibles: las únicas promesas verosímiles son una reducción sustancial de los costes de administración y marketing y la aceleración del tránsito de VMware al modelo de suscripción, que hasta ahora ha moderado para no poner en riesgo las ventas de licencias.

En todo caso, resulta sugestivo – algunos verán en ello un mal congénito – que la independencia plena de VMware haya resistido apenas unos meses a su separación de Dell. Como era previsible, el anuncio de la transacción ha desatado rumores, claramente exagerados, acerca de una pérdida de talento, aderezados por la espera de una reestructuración – ya se sabe lo que esto significa – de su fuerza comercial, así como la revisión de su modelo de canal, hasta ahora muy influido por los acuerdos con el anterior accionista de control. Nada concreto justifica tales versiones, salvo quizá la reputación de Hock Tan, CEO de Broadcom. A Raghu Raghuram, que ocupa el mismo puesto de VMware, le tocarán en los próximos meses dos faenas a cual más delicadas: mantener las líneas de innovación abiertas, a la vez que preservar la motivación de sus huestes, que ya están siendo descaradamente cortejadas por otras compañías del sector.

En esto estaban las cosas cuando llega la noticia de que Tom Krause, mano derecha de Tan como responsable del Software Group de Broadcom y de quien se dijo que era el autor intelectual de la compra de VMware, dejará la compañía hoy mismo, viernes 15, sin que se haya dado una razón para la premura. Su puesto será ocupado inmediatamente por el CEO, supuestamente con carácter provisional. Supuestamente, Krause estaba destinado a ser el mandamás a cargo de la futura VMware, marca que será adoptada por la división que aquel dirigía en Broadcom.

Oficialmente, no hay explicación para la deserción de Krause en este preciso momento. El comunicado firmado por Hock Tan niega la existencia de desacuerdos entre ambos, pero da a entender que no estaba en el guión. Se hace difícil imaginar que fuera recibido con los brazos abiertos por el equipo directivo de VMware. En cualquier caso, Krause no se va de vacío: el anuncio de su partida ha coincidido exactamente con el de su fichaje como CEO de la empresa que nacerá en los próximos meses de la fusión entre Citrx y Tibco, laboriosamente orquestada por los fondos Elliott y Vista.

[informe de Mario Kotler, desde San Francisco]


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