La nueva Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen será más van der Leyen que la precedente. Ya antes de someterse a la confirmación del Parlamento, se aprecia en su composición – por contraste, más derechista – que no habrá ningún comisario o comisaria con estatura política como para desafiar a la presidenta. Muy crecida, von der Leyen se ha dado el lujo de rechazar nominaciones incómodas como la de Thierry Breton, nominado por Emmanuel Macron. La presidenta ha advertido que se reserva la prerrogativa de modificar un ejecutivo que nace con un mandato de 30 iniciativas por las que cada cual responderá individualmente ante ella, además del preceptivo control parlamentario.
No se puede descartar que la lista sea alterada por el Parlamento Europeo, hoy más fragmentado que nunca. Entretanto, el contexto que inspira los 30 mandamientos de von der Leyen – unas “cartas de misión” ricas en retórica – es el exhaustivo Informe Draghi, en el que se preconiza un cambio drástico de estrategia en pro de la competitividad perdida. Algunas de las recomendaciones de Mario Draghi, ex presidente del BCE, rondan desde hace años y se complementan con otro documento reciente firmado por el ex primer ministro italiano Enrico Letta.
Dejando para otro momento un comentario reposado del informe Draghi, que es medular en la filosofía inicial de la Comisión, en lo tocante al sector del que se ocupa este blog, pueden esperarse cambios trascendentes que deberá ejecutar un equipo en el que no estarán dos pesos pesados del anterior, como Margrethe Vestager (Competencia) y Thierry Breton (Mercado Interior). Ambos han dejado como legado una profusa legislación que regula los comportamientos de los “agentes de mercado” (en su mayoría extracomunitarios) de los mercados digitales.
Hasta siete comisarios se repartirán competencias relacionadas con las tecnologías digitales y su impacto social y económico. Lo que ha dado pie al temor de que la fragmentación dificulte la coherencia de una estrategia, que entre otras misiones, se propone garantizar que la innovación en Europa no seguirá declinando.
Las mayores dudas se plantean en el sector de las telecos. La consulta pública lanzada por Breton – por sus antecedentes, presunto defensor de los incumbentes – duerme en algún cajón mientras sigue la controversia, alentada por las opiniones de Draghi, partidario a priori de relajar las exigencias para las fusiones entre operadores.
La comisaria finlandesa Henna Virkkunen, con rango de vicepresidenta ejecutiva, estará a cargo de una cartera que suena a batiburrillo: Soberanía Tecnológica, Democracia y Seguridad. Quiere decir que mandará mucho, en principio: por ejemplo, será responsable de un paquete en el que caben las llamadas “tecnologías fronterizas”.
La inteligencia artificial y el plan de chips cuánticos entran en su esfera, así como dar continuidad a la Digital Networks Act, que Breton no pudo consumar. Virkkunen tendrá bajo su responsabilidad directa dos importantes direcciones generales en la estructura de Bruselas: la de Redes de Comunicaciones, Contenidos y Tecnología (DG CNECT) y la de Servicios Digitales (DIGIT).
Como primera vicepresidenta ejecutiva, la española Teresa Ribera [Transición Limpia, Justa y Competitiva] asumirá la vigilancia y aplicación de las reglas de competencia – antes controladas por la danesa Vestager – que están definidas en la Digital Markets Act. Con idéntico rango, al francés Stéphane Sejourné [Prosperidad y Estrategia Industrial] le ha sido confiada una tarea ímproba: restaurar la política europea de productividad.
Entre otros, Séjourné recibirá un par de instrumentos que manejaba Breton: la Estrategia Horizontal del Mercado Único y la Plataforma de Materias Primas, así como varios programas sectoriales. Ha sido europarlamentario y llega investido de la sospecha de ser “el hombre de Macron en Bruselas”.
Hasta aquí, las vicepresidencias. En un segundo plano se alinea Roxana Minzatu (Personas, Capacidades y Preparación), sobre quien recaerá la tarea de hacer avanzar el plan europeo de Educación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), todavía en mantillas. Por su lado, la griega Ekaterina Zaharieva – reportando a la vez a Virkkunen y Sejourné – tendrá a su cargo la cartera llamada de Startups, Investigación e Innovación.
Especial relieve merece el encargo al antiguo primer ministro lituano Andrius Kubilius, con dos competencias que se estrenan con la nueva Comisión: Defensa y Espacio. Orgánicamente, reportará a Virkkunen, pero tendrá que trabajar mano a mano con la jefa de la diplomacia comunitaria, Kaja Kallas. Se ha pedido a Kubilius que promueva “un verdadero mercado único de la defensa”, asunto problemática en un bloque tan dispar en materia tan sensible. De entrada, los funcionarios de la Comisión le harán llegar sus borradores de una futura Ley Europea del Espacio, varias veces postergada.
Al irlandés Michael McGrawth [Democracia, Justicia y Estado de Derecho] le ha tocado en el paquete la lucha contra la desinformación: explícitamente, von der Leyen le ha puesto una encomienda de pomposo nombre: Escudo de la Democracia Europea.
Habrá que esperar al comienzo de las sesiones del Parlamento en las que los comisarios designados expondrán sus planes e intenciones como condición para ocupar efectivamente los puestos para los que han sido designados. Y no será sólo cuestión de calidad: es previsible que algún grupo o facción quiera cobrar su libra de carne rechazando a uno u otro candidato por su pertenencia política. La pregunta ¿quién manda aquí? se hará corriente en Bruselas.