Que a Elon Musk le molan las broncas, no es novedad. Una de las últimas la ha tenido con el comisario europeo Thierry Breton, quien en vísperas de una entrevista en X con Donald Trump, creyó conveniente advertir preventivamente al dueño de esa red decadente acerca de la moderación de contenidos a la que está obligado por la Digital Services Act (DSA). El multimillonario no sólo hizo lo contrario sino que replicó con un insulto barriobajero [fuck you own face]. Sí que fue novedoso que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, considerase inoportuno el gesto de Breton y que sus colegas optaran por no defenderle con la excusa de no involucrarse en la campaña estadounidense.
Linda Yaccarino, la ejecutiva de publicidad que ejerce como CEO de X, respondió formalmente. calificando la iniciativa de Breton como “un intento de aplicar una legislación europea a una actividad política en Estados Unidos”. Según Yaccarino, la DSA debería ser interpretada en un contexto que refuerce en lugar de restringir la libertad de expresión y por ello deberá ser aplicada cautelosamente.
¿Es una anécdota menor? Puede, pero dice mucho del ambiente en el que se prepara la inminente conformación del nuevo ejecutivo comunitario, que deberá ser validado por el europarlamento. Emmanuel Macron, jefe de Estado francés, designó a Breton para ocupar durante otros cinco años el puesto que corresponde a Francia, pero esto no conlleva que von der Leyen le encargue la misma cartera de Mercado Interior. Descartada Margrethe Vestager como candidata a comisaria por el nuevo gobierno danés, las dos figuras que han llevado los grandes dossiers de la industria tecnológica serán distintas y se hace imposible especular sobre sus intenciones.
Por otro lado, si la advertencia de Breton fue o no un gesto dirigido a afianzar sus bazas es materia opinable, pero es muy posible que las industrias tecnológicas tengan que adaptarse a otras formas de interlocución con Bruselas, lo que nunca es asunto sencillo pero al menos durará cinco años.
Para alguien como Breton, que ha sido ministro de Economía de su país y ha presidido dos multinacionales (France Télécom y Atos), aspirar a una vicepresidencia de la CE sería natural. Pero las relaciones personales entre Von der Leyen y Breton cayeron al mínimo exigible cuando el comisario criticó en público la candidatura de la presidenta como cabeza de lista del Partido Popular Europeo (al que Breton es ajeno). Tampoco era el preferido de Macron, pero ante la proximidad de unas elecciones que se presentaban favorables a la ultra derecha, el jefe de Estado francés tuvo que acelerar su decisión.
Lo sustancial de enredo es que Breton ha sido determinante en el desarrollo y aprobación de la DSA y la DMA (Digital Markets Act ), por lo que su mudanza excita a los adversarios de estas normas recientes y pone en guardia a sus partidarios. Están aprobadas y vigentes, pero su aplicación efectiva no ha ha tenido tiempo de consolidarse. Y las malas artes de Elon Musk en el uso de su red social como instrumento de desinformación añade un dilema político que difícilmente se va a resolver mandando cartas de advertencia. En Bruselas muchos opinan que la regulación europea no se juega su credibilidad tratando con Google o Meta sino tratando de conseguir lo más difícil, que X se atenga a las normas.
A escala europea, lo relevante del incidente es que Thierry Breton (y Francia, por consiguiente) aspira a ser premiado con un cargo de más empaque, una cartera de nuevo diseño, cuyas competencias incluyan la seguridad económica y la industria de defensa. A estas podría agregarse la política espacial de la UE, con muy altas posibilidades de volver a chocar con Musk, dueño de Space X y Starlink.