Vegetarianos en un mundo de caníbales. Así define a los europeos el politólogo Ivan Krastev: debilitados en un mundo cuya hegemonía se disputan Estados Unidos y China. Estas dejan algunos intersticios a potencias emergentes, pero no a Europa. Los operadores de telecomunicaciones europeos parecen suscribir esta tesis al firmar una carta abierta a Ursula von de Leyen, en la que se quejan – en un tono que trasluce desencanto – de la inacción de la actual Comisión Europea ante la pérdida de competitividad, que ellos atribuyen a un marco regulatorio causante del desinterés de los inversores en financiar la actualización de sus infraestructuras. ¿Es un lamento acertado o la enésima pataleta?

Firman los principales operadores de la UE, varios menores y también Allison Kirkby, CEO de BT, desde fuera de la Unión. Adhieren los dos fabricantes de equipos de red: Ericsson y Nokia, lógicamente involucrados en el reclamo. Ninguno de los firmantes de la carta está a salvo de sobresaltos en su propia casa, pero coinciden en denunciar públicamente que la CE no está cumpliendo los compromisos que asumió hace casi un año, al iniciar su mandato.
A diferencia de otras industrias, no reclaman subvenciones ni proteccionismo al uso, sino una reforma profunda de la regulación [y de la mentalidad de los reguladores, se entiende] que sea a la vez ambiciosa y simplificada.
Contar con un marco regulatorio que mire al futuro es básico para que Europa vuelva a ser atractiva para los inversores, advierten los firmantes. “La Comisión debe actuar rápidamente y reconocer el vínculo entre escala e inversión y la necesidad de un marco regulatorio simplificado que aumente las capacidades de inversión en todos los sectores industriales vinculados a las comunicaciones y la computación”. Terminan la carta con dramatismo: “la Comisión debe actuar ya”.
Un elemento de juicio, quizás el mejor disponible, acerca de la cuestión es la serie de informes Ericsson Mobility Report, que se publica cada semestre y cuya próxima edición está a punto de ver la luz, por lo que comentar su contenido tendrá que esperar.
No es en absoluto seguro, habida cuenta del contexto de problemas sobrevenidos que afronta la CE, que la carta vaya a surtir efecto. De hecho, algunas ausencias entre las firmas indicarían cansancio con la rutina epistolar. La lectura de la misiva aconseja mirar más allá de las fronteras propias [algo inusual en España] y considerar qué políticas están dando resultados en otras partes del mundo.

Fuente: Ericsson Mobility Report. Junio 2025
Las redes 5G cubren la práctica totalidad del territorio de China continental y el de otro gigante demográfico, India. Mientras tanto, la cobertura 5G en Europa (excluyendo Rusia) apenas alcanzaba el 50% a finales de 2024, según el informe de movilidad de Ericsson. En cuanto a las suscripciones 5G, China supera los 1.000 millones. Norteamérica, que también tiene una cobertura 5G del 95%, cuenta con 316 millones de suscripciones 5G y Europa Occidental no pasa de 227 millones; incluso India – que ha empezado tarde – tiene más suscripciones 5G que Europa: 290 millones. Además, China ya está desplegando masivamente la actualización de 5G Advanced mientras en Europa la 5G SA, está todavía en sus inicios y las telecos se la toman con parsimonia.
El cambio principal que ha habido a lo largo de 2024, y se ha acelerado en los primeros meses de 2025, es el incremento de las redes 5G, con la contracción de las generaciones anteriores. Según Ericsson, pues, a finales de 2024 alrededor de una cuarta parte de las suscripciones móviles eran 5G y a finales de este año ya serán una tercera parte. Para finales de 2030, prevé que haya en el mundo 6.300 millones de suscripciones 5G, sobre un total de 9.400 millones. A partir de 2027, ya habrá más suscripciones 5G que 4G, pronostica Ericsson.

Fuente: Ericsson Mobility Report. Junio 2025
En su carta, las telecos europeas reconocen sin rodeos que la UE está retrasada en las redes 5G, especialmente en las del tipo 5G SA (de Stand Alone), que no dependen de las redes 4G generación precedente. Esta dependencia hace que, en la práctica, los nuevos servicios que se pueden introducir con 5G NSA sean sólo marginalmente superiores a los ofrecidos por 4G.
“Sólo el 2% de los europeos se conectan a las redes 5G SA, comparados con una cuarta parte de los estadounidenses y más del 77% en China – recuerda la carta – lo que implica que grandes oportunidades económicas y sociales se han perdido cuando lo que se necesita es lo contrario: aportar el máximo valor a los datos industriales para explorar el verdadero potencial de IA”. Defienden la vigencia de la Digital Networks Act (DNA) como oportunidad crucial para la soberanía, la seguridad y la protección de los valores europeos.
En el mismo párrafo recuerdan a von der Leyen que los operadores móviles europeos han invertido más de medio billón de euros en el despliegue de 5G y siguen invirtiendo. Europa tiene más de 100 operadores en 27 países y “a menos que la Comisión tome medidas que respondan a la necesidad de escala, las industrias europeas seguirán careciendo de la fuerza necesaria para invertir al mismo ritmo que sus competidores de otras geografías”.
A propósito de la DNA: las grandes tecnológicas estadounidenses, respaldadas por la administración Trump, están presionando para que Europa derogue, o como mínimo suavice, la DNA y otras normativas conexas. Los operadores europeos ya sufrieron hace cinco años las presiones de Estados Unidos para que se prohibiera la instalación de nuevas redes 5G equipadas por Huawei porque, aseguraba la primera administración Trump, eran susceptibles de ser espiadas, argumento que desde entonces se ha empleado en otros terrenos, como los semiconductores, para vetar a Huawei y otros suministradores chinos sin publicar pruebas, China, obviamente, ha negado esas acusaciones, pero la Comisión Europea hizo suyos los argumentos estadounidenses e instó, con relativo éxito, a que los operadores dejaran de instalar equipos de Huawei.
Por ejemplo, en las redes de Deutsche Telekom se calcula que aún hoy la mitad de las redes 5G instaladas han sido suministradas por Huawei. Esto es así porque, en realidad. lo que se ha hecho en Europa es actualizar las redes 4G a 5G mediante software. Lo que en la práctica ha supuesto que no sean 5G SA sino 5G NSA, sin ofrecer los nuevos servicios y baja latencia propios de 5G SA. Un informe de la consultora Dell´Oro ha dejado en evidencia que la presencia de Huawei es muy elevada (es líder mundial) e incluso si se excluye China aun tiene el 21% de cuota mundial, por delante de Ericsson y Nokia.
Esta situación anómala ha perjudicado notablemente el despliegue de las redes 5G SA en el continente europeo: la Comisión Europea aceptó el punto de vista de la administración Trump (compartido por la de Joe Biden), pero no las ha prohibido expresamente. Reino Unido fue más duro verbalmente, con resultados por ahora desiguales. De manera que en toda Europa los despliegues de la última generación se hicieron a medias y con un marco regulatorio difuso, porque no se podían quitar de la noche a la mañana las redes de Huawei. Quitarlas costar dinero y años para sustituirlas por la tecnología siguiente.
Durante estos cinco años los operadores europeos han hablado siempre de 5G a secas, sin distinguir entre 5G NSA y 5G SA, argucia que, en ciertos casos, ha llevado a ofrecer 5G con las anteriores tarifas 4G. Incluso ahora, no hay estadísticas fiables que digan cuántas redes 5G SA y 5G NSA hay en cada país, mucho menos por operador. Si se añade que las 4G mejoraron mucho sus prestaciones al final de la pasada década, los usuarios no perciben la diferencia ni aunque lleven en el bolsillo un smartphone habilitado para 5G.
La tremenda pugna entre operadores de cada país europeo para retener o conseguir nuevos clientes con tarifas a la baja -algunas ruinosas – ha retraído el apetito por invertir en nuevas redes, al tiempo que la cotización de las acciones de los operadores está bajo mínimos.
Nominalmente, las redes 5G, apadrinadas por su correspondiente release del 3GPP, no pueden ofrecer las ventajas de latencia y disponibilidad de servicios avanzados ni tampoco el deseado funcionamiento por capas (network slicing) o a distinta velocidad según la tarifa aplicada. En estas condiciones, el crecimiento de las suscripciones es marginal e indirectamente afecta las ventas de dispositivos.
Ya está bien de compararse con China, dirá un lector: ¿qué hay de Estados Unidos? Amigo, la situación era y es muy distinta, porque desde los inicios de la pasada década se había vetado a los tres operadores nacionales la instalación de redes 4G de Huawei y privilegiado las de Nokia y Ericsson (secundariamente las de Samsung) por lo que el problema de los europeos no se repitió al otro lado del Atlántico.
Por otra parte, las tarifas de móviles y de banda ancha en Estados Unidos – como en Japón – son prácticamente del doble que en Europa. Los operadores estadounidenses han podido acometer sin mayores problemas la inversión y pasar de 4G a 5G (primero a 5G NSA y después a 5G SA). Es cierto que la penetración de 4G en la pasada década era más baja que en Europa, con lo que el paso a 5G fue bien recibido por los usuarios. Hoy, la cobertura 5G en Estados Unidos es más alta, según el informe de Ericsson, que tampoco distingue entre las dos variantes de 5G. Un mal precedente para empezar a discutir sobre las futuras 6G.
El último Mobility Report de Ericsson corrobora que el crecimiento del número de suscripciones móviles en el mundo será mínimo hasta finales de 2030, en torno al 1% anual, unos 770 millones (de 8.660 millones en 2024 a 9.430 millones en 2030). Y que se concentrará sobre todo en África y en India (del 2% al 4%). En Europa, el crecimiento previsto es casi nulo (20 millones a lo sumo) y en Estados Unidos escaso (100 millones, el 1% anual). Para entonces, 2030, también en Asia se habrá acabado el boom: de 3.440 millones subirá a 3.670 millones, pero esto equivale al 1% aun incluyendo China.
A finales de esta década, claramente habrá más suscripciones y más tráfico de datos especialmente con smartphones, pero los crecimientos de dos dígitos altos son cosa del pasado. Los coches autónomos, los nuevos servicios y la automatización impulsarán un mayor uso del smartphone (ciertamente mejorado) y además las redes y los terminales serán más eficientes en cuanto al uso del espectro y al consumo de energía, pero no tan sorprendentes como hace una o dos décadas. Queda por saber si el botón de alarma de los operadores será escuchado o desoído ahora que la prioridad para la UE se ha desplazado a la industria de la defensa,
[informe de Lluís Alonso]
