Como suena. La razón no es otra que la fructífera adquisición de Red Hat, cuya integración se hizo efectiva en julio pasado. Gracias a ella IBM ha podido cerrar un cuarto trimestre que, tras una racha de números rojos, ha redondeado 2019 con el 0,1% de crecimiento. ¿Es poco? Lo que importa es la contribución de Red Hat, sin restar mérito a la división de Sistemas, al abrir otro ciclo en la familia de mainframes. La CEO, Virginia Rometty ha querido resaltar que estos resultados son “el inicio de un crecimiento sostenido en 2020, año en el que vamos a proseguir los esfuerzos para ayudar a nuestros clientes en su migración de cargas críticas a la nube híbrida [etcétera]”.
La división Cloud and Cognitive Services, en la que se ha encuadrado Red Hat, ha crecido un 9% en el trimestre y un 6% en el año. El CFO Jim Kavanaugh desagregó: las tres líneas de negocio [véase tabla] cerraron 2019 progresando. También señaló que sumando todos los segmentos en los que influye el segmento cloud, el negocio ha mejorado un 23% en el trimestre y un 14% en el año. No emular los porcentajes de AWS y Azure. Lo que se puede atribuir a Red Hat, la cifra es de nota: “una vez normalizados a efectos de su comparación (sic), los ingresos de Red Hat han superado por primera vez los 1.000 millones de dólares”.
La perspicaz Katy Huberthy, de Morgan Stanley, preguntó al CFO por qué insistía tanto en emplear la palabra ´sinergia`. Y recibió esta respuesta: “desde la incorporación de Red Hat en julio, hemos ganado 21 contratos por más de 10 millones de dólares cada uno; la mitad con empresas que eran clientes de IBM, la otra mitad con clientes nuevos. Por otro lado, estos acuerdos han servido para acelerar las ventas de software: en este momento tenemos más de 2.000 clientes de OpenShift”.
Como ilustración, añadiría Kavanaugh que la solución Cloud Paks, lanzada inmediatamente después de la integración de Red Hat, y que agrupa middleware de IBM con IA, gestión y seguridad, además de OpenShift,es el ejemplo de lo que puede dar de sí la combinación de las capacidades de cada una.
Con orgullo, subrayó que la deuda, hoy en 68.000 millones de dólares, se ha reducido en 10.000 millones. No dijo por qué, pero es consecuencia del abandono de la disparatada política que ha destinado flujo de caja a comprar autocartera para defender el valor bursátil.
Más allá de los parámetros financieros, las dudas de los analistas se han centrado en el comportamiento de las dos ramas clásicas en la estructura de IBM: Global Business Services (GBS) y Global Technology Services (GTS). La primera ha crecido a duras penas un 2% y la segunda ha vuelto a caer, otro 4%. El CFO sugirió veladamente que está en estudio una reorganización que empezaría por reposicionar GTS enfocando su actividad en el soporte a la nube híbrida y moviendo una parte de su oferta actual a GBS.
De manera que, desde la incorporación de Red Hat, en IBM ha cogido otro rumbo la transición hacia el modelo cloud , algo que ya es visible en las cuentas. Ha sido una sorpresa para algunos analistas, que se temían otro mal final de año. Se equivocaron, pero no por mucho.
Pero, ¿qué les indujo a esa apreciación? Su experiencia. El año pasado por estas fechas, Kavanaugh había avanzado una previsión muy optimista tras el batacazo de 2018. Esperaba que la fusión acabaría por curar los males de IBM. Probablemente tuviera razón, pero la secuencia decepcionó [-1.6% y -0,6%, ambos en moneda constante]. Y el tercer trimestre – ya con Red Hat dentro – volvió a ser negativo hasta que en el cuarto Kavanaugh ganó la apuesta por los pelos.
Visto retrospectivamente, IBM ha pasado mucho tiempo argumentando que sus “imperativos estratégicos” volcarían la suerte. La verdad es que sólo los 34.000 millones de dólares pagados por Red Hat han cambiado las tornas. O eso parece.
Dando por bueno que la recuperación seguirá, han reaparecido estos días las expectativas acerca de la sucesión de Virginia Rometty. Esta llegó al cargo en 2012 con unas metas que notoriamente no ha cumplido. Es lógico que surja el tema en este momento: tiene 62 años en una empresa donde es costumbre retirarse a los 60. Este fue el caso de su predecesor, Sam Palmisano y también del legendario Louis Gerstner, que en su día salvó a la compañía. Virginia Rometty quería asegurarse un lugar en la historia de IBM y ya lo tiene: será recordada por haber comprado Red Hat. ¿Quién tomará el testigo?
Fuentes de la compañía han apuntado a este blog que el sucesor ideal sería Jim Whitehurst, el hombre que como CEO de Red Hat negoció la fusión y sigue al pie del cañón. A punto de cumplir 52, exhibe un perfil que – dicen – encaja para la apertura de una nueva etapa. .
Porque Whitehurst presenta un rasgo que podría inclinar la balanza en su favor. Ha llegado investido de su éxito como CEO, pero no forma parte de ninguna capilla de las que abundan dentro de su nueva compañía. Sea o no el candidato ideal, resulta evidente que IBM necesita una puesta al día de su estructura organizativa.