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No han pasado muchos meses desde que los CEO de Intel, Sony y Logitech compartieron escenario para respaldar la iniciativa de una plataforma llamada Google TV. Aquella audacia acabó en un fiasco fenomenal, y el actor principal, Google, aún sigue rumiando cómo podría entrar en un negocio en el que tampoco Apple puede presumir de éxito. ¿Por qué entonces Intel sale a decir que lleva meses desarrollando lo que podría llegar a ser un servicio de TV distribuido por Internet? ¿Por qué ahora?
Se han escrito textos sarcásticos al respecto: si no ha conseguido hacer pie con sus chips en los smartphones – se dice – un experimento como el que ahora plantea estaría todavía más lejos de sus competencias. Hipótesis psicológica: Intel se la juega porque, simplemente, no puede aceptar que una nueva ola tecnológica, que tarde o temprano emergerá, se eleve dejándola al margen. Si de tecnología hablamos, el reproche es injusto, porque Intel tiene capacidad para ello, mucha. Pero si fuera cierto que Apple prepara el lanzamiento de un combo (¿iTV?) con televisor incluído, basado en chips diseñados por ARM, ahí puede estar la motivación de Intel, una especie de rabieta porque su tecnología habría sido desdeñada por la casa de la manzana.
Demasiado subjetivo para mi gusto. El problema fundamental no es la tecnología, sino los contenidos. Apple ha heredado de Steve Jobs las mejores relaciones que se puedan tener con los amos de Hollywood, y las hará valer en su proyecto http://www.norbertogallego.com/apple-se-cuela-en-el-salon-digital/2010/09/14/. Intel no tiene nada comparable, pero es posible que con su anuncio esté sugiriendo una alianza con los operadores de cable – con mucho peso en EEUU – que no pueden ver con buenos ojos las intenciones de Apple. Esto es todo lo que se sabe, e ir más lejos sería especular.
Es costumbre entre periodistas asistentes al Mobile World Congress hacer una evaluación informal sobre los stands de la feria. Obviamente, no hay patrones para el ejercicio, de poca utilidad a efectos de comparación. Para el autor de este blog, los más interesantes han sido los de Huawei (impresionante progresión), Nokia (¡por fin!) y Qualcomm (en la foto). En este último, por la diversidad de tecnologías punteras concentradas en un espacio aprovechado al máximo en el pabellón 8. No es sólo una impresión visual: objetivamente, Qualcomm está en todas las salsas de la industria: móviles, tabletas, networking y, próximamente, PC. Dicho de otro modo: iOS, Android y Windows 8. Bingo. Leer más
No imaginaba que mi comentario sobre un comentario mío acerca del comentario del dueño de Mercadona, Juan Roig, sobre la cultura china del esfuerzo suscitaría tantos… comentarios [no muchos, cinco o seis, esto no es Twitter]. Un buen amigo que tiempo atrás trabajó en España para una empresa china, me escribe para apostillar “con la autoridad de quien habla con conocimiento de causa, creo necesario replicar que hay empresas chinas tipo bazar, y empresas chinas que están a años luz por delante, incluso en las relaciones laborales y derechos de los trabajadores”.
Otro lector, que ahora trabaja en China para una empresa española, opina que poner como modelo a los bazares chinos en España es desafortunado: “la economía china, en China y fuera de China, no se basa en ese modelo sino en la asimilación rapidísima de métodos de gestión avanzados, y en la repatriación de estudiantes formados en Occidente. Lo que no quita que una arcaica explotación subsiste, y quiero creer que no es lo que propone el exitoso señor Roig”.
Tercer mensaje, este de un lector de California. “Lo que he leído es que la industria china sufre fases periódicas de escasez de mano de obra, y estaría muy cerca de alcanzar lo que llaman Lewisian Turning Point [por el economista Arthur Lewis], o punto de inflexión en el que el excedente de población rural deja de ser una reserva migratoria y, en consecuencia, los salarios urbanos aumentan velozmente” http://www.norbertogallego.com/ojos-que-no-ven-corazon-que-no-siente/2010/11/04/. Doy gracias a los lectores por su contribución.
Para el lanzamiento de su nueva familia de procesadores Xeon E5-2600, Intel ha hecho menos ruido que el que hiciera en marzo de 2010, fecha del anuncio de la generación anterior, Xeon 5600. Y no es que la novedad sea menos importante, sino más bien al contrario: los nuevos chips nacen para satisfacer la demanda de unos centros de datos que incorporan la virtualización y evolución hacia ´la nube`. Y aparecen en un momento en el que podrían revitalizar un mercado alicaído y cambiante. En las siguientes 48 horas, tres fabricantes de primera línea se apresuraron a anunciar sus servidores basados en esta nueva generación de servidores: HP, IBM y Dell, a los que se unirá muy pronto el resto del pelotón. Leer más
En los días previos a la presentación de la tercera generación del iPad, surgió en ese magma llamado blogosfera un debate inesperado. Todos daban por seguro que la novedad se llamaría iPad 3, hasta que alguien soltó una primicia: el nombre comercial sería iPad HD (lógico: ¡con esa pantalla!). El día de la verdad, Tim Cook tardó casi una hora en desvelarla: simplemente dijo “el nuevo iPad”. Los mismos que daban tantas vueltas con el nombre improvisaron una explicación: el nombre genérico, sin numeral, implica un cambio más profundo que la sucesión de generaciones. Lo que no han sabido explicar es qué sería de su argumento si la siguiente generación se llamara iPad 4, por decir algo. O si, como insisten algunos analistas, acabará presentando una tableta más pequeña (¿iPad Mini, acaso?)
No es un asunto banal. El siguiente episodio vendrá cuando toque lanzar el siguiente iPhone (¿será el 5, finalmente?). Apple parece haber decidido que en ese mundo que denomina post-PC, sus productos recibirán el mismo tratamiento que los que participan del mundo del PC. Porque, veamos. Las oleadas de Mac se han sucedido sin necesidad de números que los identifiquen: MacBook Air, MacBook Pro, iMac y Mac Mini han evolucionado con los años, modificando su diseño y subiendo en prestaciones, ocupando cada uno su sitio sin molestarse unos a otros con series numéricas que confundirían al usuario. Decididamente, esta gente piensa en todo.Apple, iPad, iPhone
Otros medios han comentado con acierto y profusión las novedades que aporta la tercera generación del iPad, presentada la semana pasada. Aquí toca analizar las repercusiones sobre una industria que no consigue reaccionar al impacto. Cuando Apple presentó el primer iPad, en febrero de 2010, fue minusvalorado, pero en el cuarto trimestre de 2011, la compañía ingresó, sólo por la venta de la tableta, 9.500 millones de dólares, un 20% de su facturación. Vendió 15 millones de unidades, y todos los analistas prevén que en 2012 superará con holgura los 60 millones. Pero la cuestión que está en boca de todos es el iPad como epítome de la nueva era post PC. No es tan sencillo. Leer más
Esta introducción de hoy será breve y (sólo aparentemente) ajena al sector de las TI. Voy a reproducir parcialmente la columna de Ramon Aymerich en La Vanguardia, a propósito de unas declaraciones de Juan Roig, fundador y presidente de Mercadona, quien al presentar las muy buenas cuentas de su empresa hizo un inesperado elogio de “la cultura del esfuerzo de los bazares chinos”.
Escribe Ramon, mi amigo y sin embargo jefe: “la cita de Roig tiene su aquél. Se puede hablar de la austeridad y la tecnología alemanas. Del diseño y la pasta italiana. De la capacidad comercial de los holandeses o de la creatividad de los nórdicos. Pero nunca nadie había puesto como modelo las prácticas laborales de la diáspora china, de las maneras de hacer de un país que ahora llamamos emergente y que antes era pobre. Pensábamos que los chinos nunca iban a jugar en la primera división en que nosotros creíamos estar. Los chinos, pensábamos, no son referencia porque no lo precisan: su ventaja es el precio, el bajo precio, y por eso hacen horas y más horas. ¿Es en esa dirección hacia donde vamos? La referencia de Roig al esfuerzo de los chinos dice mucho de nuestro estado de ánimo colectivo, de la profundidad de la crisis en la que vivimos. Y del estado de desorientación en que nos encontramos”. ¿Algo que añadir?
Con un poco de optimismo, se puede suponer que Apple ha escuchado las voces de algunos inversores en la compañía, a los que no les gusta el cariz que ha tomado la costosa guerra de patentes contra Google. Sí, contra Google, aunque formalmente los litigios tienen como parte contraria a fabricantes adheridos al sistema operativo Android; entre ellos se encuentra Samsung y, en lugar prominente, Motorola Mobility, a punto de convertirse en filial de Google. Por primera vez, los sucesores de Steve Jobs estarían dispuestos a flexibilizar la postura del fundador, que prometía – así consta en su biografía autorizada – luchar contra Android (“un robo”, según él) hasta su último aliento. Leer más
Que Google es el buscador más utilizado en Internet, no es novedad. Hay diversos métodos para medir su penetración, pero todos la sitúan por encima del 60% como poco, en casi cualquier país del planeta. En EEUU, el prestigioso informe Pew Internet & American Life revelaba ayer que el 84% de los americanos que hacen búsquedas online prefieran Google [recordemos que en 2004 eran el 47%]. El 74% opinan que la información que obtienen es fiable y útil. Pero no todo es positivo en los hallazgos de la investigación, porque al 65% de los encuestados no le gusta que Google almacene sus datos personales y los procese para ajustar los resultados “a su medida” para luego, en la práctica, segmentar los mensajes publicitarios que ¡inocentes! preferirían no recibir. Sólo el 23% dice que no le importa.
Esta es la gran contradicción – no exclusiva de Google, desde luego – que Kristen Purcell, directora del estudio, pone de relieve: “una clara mayoría está encantada con la existencia de los buscadores, pero lamenta que invadan su intimidad”. Una parte de esa mayoría – se supone que mejor informados – teme que los cambios introducidos recientemente por Google en su algoritmo, bajo el pomposo nombre de “nueva política de privacidad”, sea en realidad una manera de limitar los resultados, al clasificarlos para que correspondan a sus intereses y preferencias, tal como las interpreta el robot a partir de sus historias personales de búsquedas. Tengo una anécdota personal al respecto: hace unos dos años, por razones circunstanciales, un día hice en Google una búsqueda sobre Pakistán; desde entonces, recibo periódicamente spam relacionado con asuntos paquistaníes, que no me conciernen. He de decir que mis amigos en la dirección de Google se han declarado muy sorprendidos.
Dicen que en Europa somos más sensibles que en Estados Unidos a la llamada “privacidad”. Puede ser. La encuesta de Pew Research no permite comparar, pero es un indicador de nuestra incomprensión de las desconcertantes tendencias que genera un Leviatán que llamamos Internet.