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Durante décadas, Intel ha sido el faro de la industria de las TI: poco o nada se podía hacer sin estar atentos a sus movimientos y señales de por dónde debía ir el mercado. Esto ha cambiado en los últimos años, y parte de la culpa la tiene la propia Intel por no haber reaccionado a tiempo a la irrupción de los dispositivos móviles. Brian Krzanich, el nuevo CEO, ha reconocido, al presentar a los analistas los resultados del tercer trimestre, que la compañía necesita 18 meses para estar en condiciones de responder con rapidez a las exigencias actuales del mercado. Esta admisión explica en parte por qué sus rivales más dinámicos, Samsung y Qualcomm, le han arrebatado cuota en el mercado que más crece, el de los procesadores para smartphones y tabletas.
Sé que mis amigos de Intel no estarán de acuerdo, pero los resultados son elocuentes. Los ingresos del trimestre han sido casi idénticos a los de hace un año, y el beneficio operativo ha descendido. En el beneficio neto, se ha quedado debajo de lo esperado por los analistas [aun así, la acción aguanta bastante bien en la bolsa]. «Crecimiento modesto, en un entorno duro», sintetizó Krzanich, zanjando la cuestión.
Lo más significativo no son las cifras genéricas sino que la división que fabrica y vende chips para PC, la más grande (62% del negocio) para Intel, ingresó un 3,5% menos. Según IDC, este fabricante controla el 92% de ese mercado, pero sólo el 3,2% del de procesadores para tabletas (y aún menos en el de smartphones). Mientras tanto, ¿qué está ocurriendo en el mercado final? Pues ocurre que las ventas globales de PC caerán este año un 9,7% y las de dispositivos móviles van a crecer un 7,3%, según la misma consultora. La ecuación estaría casi completa si supiéramos qué tiene Intel en cartera para ofrecer.
En este sentido, Krzanich ha ofrecido dos signos contradictorios. Uno es la noticia de que Broadwell, el primer procesador diseñado para ser fabricado con tecnología de 14 nanometros, no aparecerá hasta 2014, con tres meses de retraso sobre lo previsto. El proceso de fabricación de 14 nm es una baza importante para Intel porque a) ningún competidor está cerca de igualar esa proeza industrial, y b) toda reducción en la densidad de los circuitos de un chip tiende a demostrar que Intel está cerca de resolver el problema de la corta vida de la batería en los dispositivos móviles. Tres meses de retraso no son un drama, a menos que revelen una debilidad objetiva en el paso del diseño a la producción.
Martin Reynolds, analista de Gartner, dictamina que «el reto para Intel es el mismo que para las compañías tradicionales del sector: cómo seguir el ritmo de cambio de los mercados». Cuando esté por fin en condiciones de competir como suministrador de chips para smartphones, es probable que estos hayan entrado en la siguiente fase. Es lo que opina Reynolds, pero la posición oficial de Intel es que este mercado está todavía en la infancia, por lo que llegarán a tiempo de no perder el tren.
Entretanto, Krzanich presumió de que, desde agosto, Intel ha lanzado 40 productos nuevos, para segmentos que van desde Internet de las cosas hasta los datacenter, con un creciente foco en la ultramovilidad y los llamados 2-en-1. Esos segmentos serían, en teoría, los que pueden corregir las cuentas de Intel.
No es el punto de vista corriente, pero en mi opinión la mayor innovación de Apple no está en sus dispositivos, ni en el servicio iTunes o en la AppStore, que han transformado el mercado. La auténtica revolución tiene que ver con la extensión de una red internacional de tiendas físicas, concebidas como emblemas permanentes de la marca, y diseñadas bajo la misma filosofía de su interfaz de usuario. Quiero decir que el iPhone o el iPad se pueden imitar, o superar, y lo mismo vale para sus plataformas de distribución de contenidos y/o aplicaciones; las tiendas de Apple son inimitables e insuperables, además de muy rentables. Precisamente, esta semana, la compañía ha anunciado el fichaje de Angel Ahrendts, hasta ahora CEO de Burberry, para dirigir su división Retail.
El movimiento tiene varias lecturas. La señora Ahrendts saldrá ganando: pese a la aparente rebaja jerárquica, pasa a dirigir un negocio mucho más grande. Las 408 tiendas de Apple facturaron el año pasado 18.800 millones de dólares – sobre un total de 156.500 millones de ingresos – y aportaron 4.900 millones a los beneficios de la compañía. Por su lado, la marca británica de ropa facturó el equivalente a 3.200 millones de dólares como colofón de varios años de éxito presididos por Ahrendts, y sus beneficios fueron de 560 millones.
En apariencia, la clave del fichaje parece estar en el hecho de que Apple necesita exportar su modelo de tiendas a Asia, donde están los mercados más dinámicos de los próximos años. Esto es algo que Burberry ha hecho, bajo el mando de Ahrendts, y esa experiencia podría explicar su fichaje: por ejemplo, Apple tiene tres tiendas en Hong Kong, donde Burberry tiene quince, y si nos fijamos en China continental, la proporción pasa a ser de ocho sobre quince. Este es uno de problemas que los Appletien en China.
Estas historias son siempre más complejas de lo que transparentan. Ron Johnson fue el artífice de la estrategia de Apple Store hasta que un día se marchó, ilusionado por una oferta para convertirse en el CEO de la cadena de grandes superficies JC Penney. Intentó reproducir algunas recetas de su experiencia, pero el contexto corporativo era muy distinto, y al final Johnson perdió el puesto. Me han dicho que Tim Cook lo consulta, pero no le ha ofrecido volver.
Segundo episodio: ante el vacío dejado por Ron Johnson, Cook creyó haber encontrado el sustituto idóneo en John Browder, un británico cuya hoja de servicios luce el antecedente de haber regido la cadena de informática y electrónica de consumo Dixons, demasiado popular comparada con las tiendas de Apple. En pocas palabras: mientras Johnson fracasaba fuera, Browett corregía su legado perfeccionista y lo cambiaba por su saber hacer: bajó la autoexigencia, recortó costes y enfadó a los empleados de las tiendas (tres rasgos muy british, pero fuera de lugar].
Otros antecedentes encajan con la selección de Ahrendts: uno es el fichaje de un directivo de Yves Saint Laurent y otro de Nike para encargarse de “proyectos especiales”, interpretados como síntomas de que Cook quiere perseverar en una estrategia de marca de perfil alto, y se niega a capitular ante quienes le aconsejan bajarlo. Esto no ocurrirá, a menos que sea estrictamente necesario: la palabra popularidad no tiene para Apple la misma acepción que para el resto del mundo.
La prensa londinense especulaba con un curioso cambio de fichas: ¿y si el relevo de Ahrendts fuera Christopher Bailey, cerebro creativo de Burberry? Bailey ha elaborado campañas y estrategias que, en algunos casos, han coincidido con las ideas maestras de Apple. Queda algo más que comentar: la contratación de Angela Ahrendts es una excepción en una empresa que se ha ganado la reputación de misógina.
Sí, España sigue en el vagón de cola en materia de eInclusión. En el puesto decimosexto. Por detrás incluso de países de la Unión Europea que muestran peores indicadores de desarrollo, como Letonia, Lituania, Eslovaquia o Estonia. Muy lejos detrás de Suecia y Dinamarca, que registran el mayor nivel de inclusión digital de la UE. Y esto en contradicción con el hecho de que el país registra altos niveles en otras variables que el uso de las TIC por el conjunto de la población. ¿Cuáles son los factores que están detrás de esta marginación? La pregunta la formula y la responde el informe eEspaña, elaborado por la Fundación Orange, en su edición correspondiente a 2013. Leer más
Mi difunta madre hubiera dicho que esto “pasa de castaño oscuro”, y yo por una vez estaría de acuerdo. Si nada ni nadie lo remedia, la intimidad en Internet estará condenada. Google ha comunicado a sus no sé cuántos millones de usuarios, que el 11 de noviembre modificará por defecto las condiciones de sus servicios, empezando por Google+ y Google Play, pero ha tenido el gesto de avisar que si las nuevas condiciones fueran aceptadas (o sea, no rechazadas explícitamente por los individuos afectados), se reserva el derecho de poner en venta los perfiles de los usuarios, incluida su foto, si fuera el caso, así como las preferencias y comentarios expresados por ellos acerca de las marcas y productos de los anunciantes. El nombre que Google ha dado a esta práctica es ingenioso: “recomendaciones compartidas”.
No ha precisado si otros servicios, como YouTube o el propio buscador, serán o no incluidos en la nueva política, pero se puede suponer que una vez cruzado el primer umbral, por qué no traspasar los siguientes. Tampoco ha dicho Google cuándo iniciará la comercialización de ese caudal de información personal, tal vez porque prefiere esperar a ver cómo se lo toman los usuarios y hasta qué punto son permisivas las autoridades, en Estados Unidos y en Europa.
Para esto se ha acuñado la expresión “publicidad social”, y los analistas estiman que el mercado potencial valdría unos 9.500 millones de dólares. No es un exceso de imaginación deducir que lo que pretende Google es evitar que Facebook se apodere de la tajada más gorda del negocio. Como si se hubieran puesto de acuerdo – algo que no puedo ni quiero sospechar – Facebook ha dado un paso similar, anulando la posibilidad que hasta ahora tienen sus usuarios de bloquear el acceso a sus perfiles personales más allá de sus ´amigos´ en la red social. Como poco, habría que decir que Facebook deberá elaborar un nuevo argumento para justificar su política de privacidad. Ya ha tenido que pagar sumas millonarias para apagar casos llevados ante los tribunales.
Por su parte, Instagram, ahora propiedad de Facebook, ha anunciado que se propone “poner en valor” las fotografías que, con ingenuidad o imprudencia, suben los muchos usuarios de este servicio para narcisistas. Para no ser menos, Twitter – acuciada por la necesidad de mostrar su capacidad de monetizar la masa de usuarios, anticipa que también ajustará, sólo un poquito, sus reglas relativas a la privacidad.
Google+ es el intento de montar una red social capaz de competir con la de Facebook, pero la diferencia merece aquilatarse en sus justos términos: tiene 190 millones de usuarios (más 400 millones indirectos a través de otros sitios de Google) que, comparados con los casi 1.200 millones de Facebook parecen pocos, pero la capilaridad de Google es muy superior. Para corregir esta debilidad relativa, Facebook ha inventado Graph Search, que viene a ser una herramienta para trazar un mapa de las interconexiones de sus usuarios. ¿Para qué? Para convertirlas en un medio de vender publicidad.
Vayamos a lo conceptual: antes de caer en la hipnosis colectiva, cuando se teorizaba sobre las virtudes de Internet, habíamos convenido en que sus dos atributos principales eran la desintermediación y la desmaterialización. Luego, Google añadiría un tercero, la personalización. Ahora vemos en qué han ido a parar, pero reconozco que el asunto merece un tratamiento más extenso y un análisis para el que no me siento capaz esta noche, escribiendo en una habitación del hotel Grand Marina, de Barcelona [vaya, he vuelto a picar: esta información trivial podría tener valor monetario para Google]. Dejémoslo así.
La noticia del cierre por el FBI de un sitio web llamado Silk Road, seguido de la detención de su responsable, un tal Ross Ulbricht, ha oscilado entre las páginas de sucesos y las de tecnología. La parte más llamativa de la operación es comprobar cómo la información clasificada y las tecnologías que prometen privacidad, pueden convivir con actividades ilegales como el tráfico de drogas. La empresa de seguridad TrendMicro ha publicado un informe sobre la llamada deepweb, en el que discute el papel jugado por el navegador TOR. Desde junio, tras las filtraciones del caso Snowden, se ha disparado el tráfico de TOR, herramienta cuya principal virtud es el anonimato que ofrece a sus usuarios. Leer más
Es un detalle curioso: cuando se dice que Mariano Rajoy rehúye a la prensa y habla a través de una pantalla de plasma, la verdad es que se ha dejado ver (poco) en un televisor con pantalla de cristal líquido. Es que en el habla corriente, la tecnología de plasma (PDP) se identifica como nombre de la categoría, a pesar de que la de LCD absorbe el 87% del mercado mundial. Este comentario viene a cuento de la decisión de Panasonic de echar el cierre en marzo del año próximo a su fábrica de Amagasaki, la última que produce televisores de plasma. Es una decisión dolorosa, porque a mediados de la década pasada la compañía hizo cuantiosas inversiones para que esa factoría se pusiera a tono con los costes de la competencia coreana.
El problema de fondo era otro, y ha terminado estallando en las manos de Kazuhiro Tsuga, presidente de Panasonic desde hace 15 meses, quien ha hecho aprobar por el consejo una dotación de 120.000 millones de yenes (900 millones de euros) para suprimir una tercera parte de las líneas de negocio: el 30% de esa cuantía se empleará en abandonar la tecnología de plasma. Tsuga ha proclamado que sólo sobrevivirán las divisiones que dentro de tres años cumplan con el objetivo del 5% de margen operativo; el resto cerrarán o serán vendidas, si hubiera un comprador.
Parece que la política económica de Shinzo Abe ha llegado tarde para salvar a las marcas japonesas de televisión, agobiadas durante años por la dificultad de competir en la exportación por culpa de un yen demasiado caro. Resultado: la suma de las ventas de Sony, Panasonic y Sharp representa hoy menos del 20% del mercado mundial de TV planos, mientras Samsung se lleva una cuota del 27,7% y LG otro 15%. La división de TV de Panasonic ha perdido 800 millones de euros en los dos últimos años, pero la marca seguirá en el mercado con sus televisores LCD/LED de la familia Viera, que acaba de reforzarse con el lanzamiento de los nuevos modelos de ´ultra` definición 4K.
Hay un consenso muy extendido, según el cual el plasma tiene cualidades superiores al cristal líquido: los exigentes críticos de CNET han recibido la noticia con un lamento: «el modelo ZT60 tiene la mejor imagen de cualquier televisor que hayamos analizado, y el asequible S60 es uno de los dos que este año han merecido una valoración 10».
Es un drama para Panasonic, un problema para la industria japonesa y, en última instancia, una incógnita sobre el futuro del televisor. Kun Soo Lee, analista de IHS iSuppli, comenta que los despachos globales han caído por primera vez en 2012, un 6,3% en unidades, manifestación de que el mercado – una vez cerrada del todo la era del tubo catódico – ha entrado en la de saturación de la oferta de televisores planos. El intento de añadir interactividad e ´inteligencia´ está encontrando barreras inesperadas: muchos consumidores usan otras pantallas – ordenadores y tabletas – para ver contenidos bajo demanda, y la parte más joven de ese público deserta de la televisión. Apple y Google son los nuevos enemigos.
Samsung ha querido demostrar que domina el arte de crear una necesidad. La firma coreana tenía prisa por presentar su reloj ´inteligente` cuando antes, para que no se diga que es la segunda en llegar. El Galaxy Gear, desvelado en setiembre en la feria IFA, ha dejado impresiones contradictorias entre los asistentes al ruidoso espectáculo que la firma coreana montó en el Tempodrom berlinés , y al sobrio desfile de modelos con el que lo presentó en Madrid. Por un lado, la confirmación de que está naciendo una nueva categoría de gadgets; por otro, una casi unanimidad en que es un producto inmaduro, una suerte de prototipo que va a requerir cuanto antes una segunda versión. Leer más
La semana pasada, se difundió una noticia falsa. Una entre muchas, dirán algunos, pero esta ha tenido consecuencias que me animan a comentarla. BusinessWire, un sitio web que vive de publicar notas de prensa, reprodujo una según la cual Samsung había cerrado en firme un acuerdo para comprar la empresa sueca Fingerprint Card (FPC), especializada en tecnologías biométricas aplicadas a dispositivos móviles. Era falso, y ambas partes desmintieron la noticia cuando se enteraron. Entretanto, había circulado, y las acciones de FPC subieron casi un 50% en la bolsa de Estocolmo, antes de que se suspendiera su cotización. La sospecha es obvia: quien lanzó el bulo tenía como objetivo beneficiarse del efecto que la supuesta oferta de 650 millones de dólares tendría sobre el precio de la acción. La agencia de PR explica que fallaron sus filtros y no contrastó la veracidad de una llamada, supuestamente de su cliente FPC. ¿Por qué fallaron? Por la ansiedad de llegar antes que Twitter.
No es la primera vez que ocurre, ni será la última. El año pasado circuló otra noticia falsa, que atribuía a Google la intención de pagar 400 millones de dólares por una empresa de servicios wifi. También entonces, el vehículo del fraude fue una agencia de PR, engañada por una fuente con intereses. Aunque se trata de algo muy distinto, no está el recuerdo de la salida a bolsa de Facebook, en la que los bancos implicados manipularon órdenes de compra inexistentes para forzar un ascenso artificial en su primera sesión en el Nasdaq.
En el caso de FPC, la noticia tenía visos de realidad: es lógico que Samsung tenga interés en adquirir tecnologías biométricas – reconocimiento de huella digital, en este caso – para hacer frente a la novedad que Apple ha introducido en su iPhone 5S. Bien pensado, pero falso.
En mi opinión, lo relevante reside en la inmediatez con la que fluye este tipo de informaciones: puede dar lugar a engaños si no existen mecanismos profesionales de verificación. Perdonen que vuelva con mi batallita de viejo periodista, pero es lo que echa en falta: verificación. No hace muchos años, ningún medio de prensa respetable hubiera publicado una noticia semejante sin contraste. Ahora alcanza con colarla a un medio no tan respetable o, mejor aún, lanzarla en Twitter. Ni siquiera hay que tener intención fraudulenta: a alguien le dan un soplo, creíble o increíble, e instantáneamente lo publica en Twitter. Luego, si ese individuo es honrado, pedirá disculpas tardías.
No menciono a Twitter porque sí. Por esta red social no sólo circulan tuits espontáneos escritos entre dos estaciones de metro, opiniones más o menos peregrinas, y muchas chorradas de y sobre celebrities. Hay quienes sostienen que esa papilla de ingesta rápida será el formato de la información que consumiremos en el futuro. Quizá, pero está probada la capacidad que tiene un hashtag para mover los mercados bursátiles [en abril, un tuit multiplicado hizo que el índice Dow Jones perdiera 145 puntos en pocos minutos].
Ahora, Twitter está inmersa en su salida a bolsa, y los analistas miran estos asuntos con más cuidado: la cantidad de tráfico es un indicador, pero la calidad podría desalentar a muchos anunciantes, y el futuro de la compañía depende de la publicidad. El Financial Times comentaba este sábado un estudio académico que analiza el llamado «sentimiento» en las redes sociales y su influencia sobre el precio de las acciones. Según el artículo, hay varias compañías que hacen data mining sobre el contenido de Twitter y luego venden sus tablas a fondos de inversión y brokers de bolsa. Social Media Analytics, una de ellas, analiza el «sentimiento» que se expresa en Twitter acerca de 8.000 ítems y luego envía sus resúmenes a miles de profesionales. «Cada bit es una fuente potencial de ingresos», dice el fundador de esta empresa de Chicago.
Esta semana, VMware traerá a Barcelona, por segundo año consecutivo, la versión europea de VMworld, su evento para clientes y partners. No se esperan nuevos anuncios de relieve, pero sí la confirmación de los muchos que se hicieron en San Francisco a finales de agosto, y que estarán disponibles en los próximos meses. Pat Gelsinger, CEO de VMware, suele decir que «esta es la última compañía de la era cliente-servidor», llamada a ser protagonista relevante en la construcción de la arquitectura del datacenter de una nueva era. Lo viene pregonando desde hace más de un año – ocupa su puesto desde setiembre de 2012 – pero por el camino se le ha echado encima la hora en que tiene que pasar de predicar a dar trigo. Leer más