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Los efectos de la crisis económica, con su descenso prolongado del consumo, sobre los medios de pago, se dejan notar en una migración hacia los electrónicos, pese a que desde 2008 se han dado de baja 7,5 millones de tarjetas de crédito y débito. Ha disminuído el uso del cheque, costoso de procesar, y han aumentado las operaciones bancarias por Internet, usadas por más del 44% de los internautas españoles. Aunque la bancarización en España alcanza al 96,3% de la población, la consolidación de entidades ha hecho retroceder el número de cajeros automáticos por millón de habitantes. Estas son algunas de las revelaciones del estudio Tendencias en Medios de Pago 2013, que acaba de publicar Tecnocom. Leer más
El dato se puede expresar escuetamente, con la brevedad de un tuit, tal que así: pronostican una caída del 1% en valor de las ventas globales de tecnología de consumo en 2014. Pero un tuit es, en el mejor de los casos, sólo una pista que conduce a una información. El pronóstico lo formuló el fin de semana Steve Koenig, economista de la CEA (Consumer Electronics Association) como aperitivo de la apertura de la feria CES en Las Vegas, y su relevancia está en la palabra ´valor`: de 1,07 billones de dólares en 2013 (estimación aún no corroborada por las consultoras habituales) el mercado mundial descendería a 1,05 billones proyectados para este año. Y como el 43% del total corresponde a la suma de smartphones y tabletas [los primeros son, con un 30%, la categoría que más pesa], la previsión no se explicaría sin una bajada de precios en esas familias de productos.
Según explicó Koenig y me cuenta Mario Kotler desde Las Vegas, está previsto que en 2014 se vendan 340 millones de tabletas, en lugar de los 242 millones del año pasado, y se estima que la media de PVP estará en torno a los 150 dólares por unidad. En principio, se venderán 1.200 millones de smartphones, tras un cierre de 1.007 millones en 2013, pero el precio medio bajará a 297 dólares. Esta es la razón por la que un aumento del volumen corresponde a un descenso del valor.
La bajada del precio medio no debe entenderse como un contratiempo para los fabricantes – o no para todos – sino que está dictada por la necesidad de ampliar la presencia de estas categorías en los mercados emergentes. Pero, al mismo tiempo, refleja el hecho de que el frenesí de las marcas por situarse en la cúspide de la gama alta empieza a perjudicar los intereses de esos fabricantes, obligados a extender sus catálogos hacia abajo, ante los signos de saturación (relativa) en los mercados desarrollados.
Hay en el estudio de la CEA otra información que el imaginario tuit no puede recoger: Estados Unidos ha sido desplazado por China como primer mercado para la tecnología de consumo. Es fácil de entender: son 1.300 millones de habitantes en un país que tiene 160 ciudades con más de un millón de residentes, comparado con sólo nueve en EEUU, precisó Koenig. Un poco de sociología: cuando se les pregunta si la tecnología es para ellos imprescindible, el 90% de los chinos responden afirmativamente, frente a sólo el 55% de los estadounidenses. Por lo que la entidad que organiza el CES – antaño una feria americana – se carga de razones para haber cambiado su nombre por el de International CES.
Otra observación que se desprende del informe es que se acentúa el peso de la movilidad como factor dominante del mercado de la electrónica de consumo. Nuevamente http://www.norbertogallego.com/8ene/2013/01/08/ , en Las Vegas se presentan este año televisores 4K, se anuncian nuevos PC – Chromebook, sobre todo – cámaras y otros dispositivos, se habla mucho de coches conectados, wearable computing, Internet de las cosas e impresoras 3D, pero lo esencial es que la revolución del smartphone y su derivada, las tabletas, han transformado radicalmente este mercado: quédense con el dato, 43% de un billón de dólares.
No espere el lector que este blog se precipite en el análisis de novedades del CES 2014. Como ya he escrito aquí, tampoco este año he viajado a Las Vegas porque a) no me gusta la ciudad ni el barullo del CES, b) en ese guirigay multitudinario es casi imposible tener una conversación inteligible con gente abrumada por el ambiente y c) prefiero dedicar el 6 de enero a disfrutar de los niños de mi familia. Pero el amigo Kotler ya me está enviando sus informes, que iré destilando en los próximos días y semanas.
A falta de echar cuentas, dicen los analistas que, en el cuarto trimestre de 2013 se han vendido por primera vez más tabletas que PC, pero en el total anual la curva no es tan acusada. Según IDC, en 2014 se van a manifestar fenómenos múltiples de ´canibalización`: por un lado, se mantendrá la tendencia de los consumidores a dar prioridad a la compra de una tableta nueva en lugar de reemplazar su PC; por otro, los smartphones con pantalla de 5 o más pulgadas (también llamados phablets) arrebatarán dosis de mercado a las tabletas de 7 pulgadas, que habían desplazado a las de 9 ó 10 pulgadas; estas, a su vez, seguirán invadiendo el espacio de los portátiles, que se defenderán adoptando formatos híbridos. Leer más
Salud, dinero y amor. La trilogía clásica de los deseos humanos inicia una nueva ronda, y está muy bien que así sea. 2014 se abre con una clara, pero vacilante, expectativa de mejoría con respecto a la que teníamos hace un año. Los indicadores económicos empiezan a reflejar una situación menos negativa, y las proyecciones del PIB para el nuevo año oscilan entre el 0,5% y el 1% de crecimiento, modesta meta pero de celebrar si se compara con el -1,3% estimado como cierre del 2013. En cambio, los indicadores sociales siguen en el fondo de un agujero negro, sin ningún signo de subir hacia la lejana superficie; sería irresponsable ver algo positivo en un mercado laboral compuesto por 22,7 millones de activos de los que 5,9 millones están desempleados [el Banco de España expresa la esperanza de que este año se crearán empleos netos, ojalá sea así].
Por ahora, la demanda interna no da apenas signos de salir de su debilidad [véanse los indicadores de consumo de energía, de producción industrial y de ventas minoristas] y en honor a la verdad tampoco la política presupuestaria alimenta el optimismo . Por el lado bueno, hay mucho consumo aplazado en las capas de población que se han mantenido a flote, y esto podría dar buenas noticias a ciertos sectores, entre ellos el de las TI. Mis interlocutores en la industria dicen confiar en que habrá una reactivación del gasto en tecnología por parte de las empresas, algo lógico porque sería difícil seguir postergando decisiones de las que, en la mayoría de los casos, dependerá su adaptación al nuevo contexto global.
Porque la exportación sí que está dando motivos de satisfacción, aunque en muchos capítulos ha alcanzado máximos históricos después de tres años al alza, lo que hace dudar de que pueda aguantar el ritmo; mucho, casi todo, depende de cómo le vaya a la economía alemana, a la china y a algunas latinoamericanas que son clave para la empresa española. La balanza de servicios arroja un superávit de casi 1.000 millones. Si, como se espera, el dólar se aprecia en los próximos meses, ahí tendríamos un factor adicional de devaluación no interna (siempre que la política monetaria sea menos restrictiva) que favorecería las ventas dentro y fuera de la eurozona.
Para un sector económico como el que sirve este blog, el contexto internacional será clave. Los desequilibrios podrían reducirse en 2014, pero no necesariamente en el sentido que nos interesa. China tiene que privilegiar la demanda interna, pero esto no significa que deje de presionar para inundar el mundo con sus mercancías, de lo que se deduce que la ecuación de su competitividad está cambiando a la vez que modera su crecimiento. Habrá que mirar hacia Alemania, cuyo nuevo gobierno de coalición podría dar un cierto giro expansivo – se desconoce de qué intensidad – que facilitaría mucho una corrección de los desequilibrios intraeuropeos. Brasil, tan de actualidad por tantas razones, necesita corregir el suyo urgentemente, así que mucho ojo con los entusiasmos.
Va a ser difícil que España pueda cumplir con el objetivo de déficit público, y tendrá que rendir pleitesía a Berlin para conseguir un aflojamiento [imagine el lector en qué condiciones]. A pesar de la bajada de la prima de riesgo, el nivel de la deuda está peligrosamente cercano al 100% del PIB. Con este panorama, pocos estímulos ´keynesianos´ se pueden esperar; como mucho, podemos confiar en que los que aplican otros (la Fed americana) lleguen a influir intelectualmente en la discusión dentro del BCE, más temeroso de la inflación que de la deflación, que es lo que en realidad tenemos a la vista.
De un artículo de Bradford Delong [Financial crisis stretches meaning of short term] extraigo esta frase que viene al caso: «si lo que se desea para la economía es un mayor desapalancamiento, el resultado es un boom inflacionario; si la economía en su conjunto busca el desapalancamiento, lo que se obtiene es una depresión […] nuestro problema ahora es que el tipo de interés ´natural´ es inferior a cero, y el banco central no puede presionar en esa dirección. Hasta que algo pase y provoque el aumento del tipo de interés natural, la economía seguirá instalada en la recesión».
Entre nosotros se usa mucho, demasiado, el comodín de las reformas. Una palabra que suena bien pero que tiene trampa ideológica, y ya se sabe que la economía es la ciencia más ideológica: no todas las reformas son buenas ni todas son oportunas [que se lo digan a los educadores, al sistema sanitario y a los científicos españoles, que están tragando grandes dosis de ricino ´reformista´]. La pregunta que ningún economista que yo conozca se atreve a responder es si la muy alabada reforma del sistema financiero y la muy discutida unión bancaria europea conseguirán que el crédito llegue a las empresas. Será paulatino, en cualquier caso, porque el desapalancamiento está lejos de haber concluído y porque la autoridad supervisora mira con lupa las rayas rojas del riesgo. En lo que parece haber bastante coincidencia es en que los balances de las empresas, y sus cuentas de resultados, han mejorado y seguirán mejorando [para eso se han recortado los costes y ha aumentado la productividad reduciendo plantillas y salarios] en 2014.
En fin, créanme que lamento haberme extendido tanto sobre el dinero, esa mercancía de la que el tópico dice que no hace la felicidad pero ayuda a conseguirla. Me queda sólo una línea para desear salud a los lectores. En cuanto al amor… allá cada cual.
El contraste resulta chocante. Tanto El País como la revista Time han elegido como personaje del año al Papa Francisco, mientras el Financial Times se inclinaba por Jack Ma. Cualquiera podría explicar las razones de la primera opción, pero ¿por qué Jack Ma? El diario británico fundamenta así la suya: «[es] el padrino del fragmentario espíritu emprendedor chino, personifica el potencial y las contradicciones de Internet en su país […] Ha sido una figura de culto en China durante años, pero en 2013 ha captado la atención del mundo con la excitación que provoca el anuncio de una venta de acciones que fijaría inicialmente el valor de su grupo, Alibaba, en más de 100.000 millones de dólares». Leer más
Acabo de recibir este mensaje de un antiguo lector: «que 2014 nos traiga lo que hemos echado en falta en 2013». Me sumo al deseo, sabiendo como sé que echa en falta su puesto de trabajo, perdido en 2013. Buena suerte, amigo.
«2014 no puede ser peor que 2013, y por tanto tengo que tomar en serio el aviso de que los indicadores van a mejorar», se sinceró el otro día un alto directivo del sector tras un brindis con la prensa. «Pero el destrozo está hecho – añadió – y tenemos que reconstruir entre todos lo que han roto». Uno de sus competidores me diría más o menos lo mismo un rato después, de lo que puedo deducir que flota en el ambiente un pronóstico «moderadamente optimista». Esa noche, un cronista bien relacionado me contó lo que le habían dicho en su visita a un think tank: han corregido al alza su mínima previsión del 2014, y tal vez volverán a corregirla (al alza) antes de mediar el año, si para entonces el gobierno no afloja – por razones electorales, se supone – en la reforma laboral. A pesar de ser un currante como yo (y de la misma generación), el colega dijo compartir la advertencia de su interlocutor. Personalmente no la comparto, pero tomo nota y así la transmito.
De modo que, por vías distintas, los mensajes navideños que me llegan dan fe de lo que se quiere decir con los indicadores abstractos. Yo sigo dándole vueltas a aquella frase, «el destrozo ya está hecho». Pensando en ella he escrito la crónica de hoy, la última del año, en la que se me ha ocurrido relacionar los indicadores económicos con la conocida paradoja del gato de Schrödinger. Esta es, como se sabe, un juego teórico con el que el austríaco trataba de refutar ciertas hipótesis de la física cuántica: no sabremos si las noticias son buenas, si el gato está vivo o muerto, hasta que cambien las circunstancias. Sólo entonces el observador podrá verificar el estado del gato.
No quisiera, por favor, que se me tome por pesimista: yo también soy «moderadamente optimista», pero no conformista. Este es mi último newsletter de 2013. Antes de poner el enlace al pie, quiero agradecer una vez más la paciencia de los lectores, la calidad y discreción de sus comentarios, que son la materia prima de la que se alimentan mis ganas de dialogar y aprender de ellos cada día. Les deseo que no echen nada en falta, que tengan lo mejor en sus empleos, lo mejor para sus empresas y sobre todo lo mejor para ellos y sus familias. Brindo por ello, y pretendo estar de vuelta el martes 7 de enero a la hora de costumbre.
Tapering, gerundio de taper, menguar. La palabreja ha dado titulares durante meses, mientras la Reserva Federal de EEUU amagaba con reducir el volumen del estímulo monetario que ha mantenido los tipos de interés cerca de cero, con el fin de sostener la actividad económica. Realmente, no se sabrá si los efectos serán sostenibles hasta que la Fed empiece a revender los activos financieros que ha comprado durante los últimos años, y esto llevará más años; en todo caso, ha prometido que el estímulo seguirá vigente mientras el desempleo no baje del 6 por ciento. Nada ni remotamente parecido a lo hecho en Europa, donde se ha optado por inducir un coma económico cuya raíz está en el dogma de la (desigual) austeridad para mejor competir (sic) en un mundo global. Leer más
La noción de una ´mano invisible` que mueve los mercados bursátiles conlleva cierto aroma a teoría conspirativa, de esas que a priori generan desconfianza porque tienden a atribuir todos los males a una sola causa. La semana pasada, leí una información de Reuters en la que esa supuesta mano invisible tomaba cuerpo. A partir del lunes 9, los dos mercados de Wall Street (Nasdaq y NY Stock Exchange) han empezado a publicar datos sobre las transacciones que se hacen en lotes de menos de 100 acciones, que hasta ahora permanecían ocultas al público. Es pronto para saber qué consecuencias tendrá la decisión sobre los índices de ambas bolsas, pero ya se sabe algo sobre la influencia que han tenido esos lotes – a los que se ha considerado marginales o de poca trascendencia – en la cotización de ciertas acciones que han sido favorecidas (o perjudicadas) por los algoritmos en los que se basan las operaciones de alta frecuencia.
Para no enredarme en cuestiones en las que soy profano, me limitaré a contar que, según la agencia, la negociación en lotes pequeños se ha quintuplicado desde 2007, año en el que se consolidó el mercado electrónico en Estados Unidos, y que en estos seis años se ha registrado el auge de la práctica – polémica para unos, rentable para otros – de valerse superordenadores de gran potencia para ordenar transacciones a tal velocidad que ningún operador humano podría replicar.
Un estudio de Cornell University halló en 2011 que esos algoritmos se valen de miles de órdenes pequeñas (y por serlo, «invisibles») como catas para enmascarar operaciones de gran volumen, emanadas de inversores institucionales y susceptibles de alterar – al alza o a la baja según la conveniencia del momento – el precio de una acción determinada. Según los casos – dice el estudio – esas catas, o pinging –son responsables por el 30% del volumen medio negociado de una acción.
¿Dónde está el problema? En la asimetría de información: a menos que se trate de un especulador profesional, el inversor normal y corriente sólo conoce las cotizaciones una o dos veces al día, por lo general al cierre. Quienes controlan los ordenadores que generan movimientos de alta frecuencia, procesan velozmente cada inflexión del precio y sacan partido al instante. Al final, esto influye en la percepción que el público tiene del comportamiento de tal o cual acción.
Tomemos dos casos notorios. Apple, que cotizaba ayer a 557 dólares por acción, o Google (1.072 dólares). Un lote de 100 acciones tiene poco peso en la capitalización de estas empresas y, por tanto, no despierta sospechas, pero equivale a entre 50.000 y 100.000 dólares en números redondos. Cantidad que no está al alcance de un inversor normal y corriente, pero que, una vez multiplicado por cierto número de lotes confiere un poder excepcional al inversor institucional (y a su agente) para arbitrar cuál ha de ser la cotización que más le conviene en cada momento del día, o varias veces en un día.
Luego, los comentaristas nos tomaremos en serio (o no) la cotización como reflejo de esta o aquella circunstancia de la economía real de las empresas; noticias como la de Reuters demuestran que el ejercicio puede resultar falaz o, en el mejor de los casos, ingenuo. Saque cada uno sus conclusiones, pero antes sepa que: a) esos lotes supuestamente marginales acumulan el 5% de la capitalización total en el mercado electrónico, b) que representan el 45% del valor de Apple que se negocia diariamente y c) en el caso de Google, ese porcentaje oscila entre el 50 y el 60%.
Pasarán un par de semanas antes de que el regulador americano, la SEC, publique su consolidación de los lotes de menor cuantía en su registro total de operaciones, algo que autores razonables han reclamado durante años. Sólo entonces podrá decirse con certeza si la mano invisible aprieta mucho o poco. Pero ya podemos decir que existe.
Los próximos son meses intensos e interesantes en el mercado del PC. A la estación navideña, sobre la que nadie arriesgaba un pronóstico hace sólo unos días, hay que sumar el próximo final del soporte de Windows XP por parte de Microsoft. Uno de los sistemas operativos más longevos, con más de 10 años a sus espaldas y una muy amplia base instalada, ha sobrevivido a los intentos de jubilarlo, hasta que la hora llegará de hecho en abril de 2014. El comprensible disgusto de Microsoft, a la que no ha gustado tanta longevidad, abre ahora una oportunidad de regenerar la demanda, pero para eso habrá que acertar en la oferta, y aquí empiezan las discrepancias. Leer más