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Desmesurada y desasosegante. Estos son mis adjetivos para la cobertura mediática de la aparición de Mark Zuckerberg y su nuevo socio Jan Koum ante el Mobile World Congress. El diario de mayor circulación en Cataluña les dedicó nada menos que tres páginas el miércoles. Se justifica, seguro, por las expectativas en torno a la compra de What´s App por Facebook. Prueba de ellos es que Felipe y Letizia, príncipes de Asturias, estaban en primera fila para escuchar a Zuckerberg. El mismo diario persiguió y consiguió un scoop planetario, la entrevista exclusiva en la que Koum confirma que prepara la extensión de What´s App como servicio de voz sobre IP.
En tres páginas de periódico caben informaciones interesantísimas. Como que Koum llegó a Barcelona el sábado con una tropa de los suyos, pero tuvo que largarse del gastrobar Tickets, para ocuparse de resolver la caída de los sistemas de su servicio de mensajería. Por otra parte, el esquivo inmigrante ucranio de 38 años está «profundamente preocupado y conscientemente optimista» sobre lo que ocurre en su país natal, pero se autoproclama «un genuino producto del sueño americano».
Un cronista de El País, por su parte, nos ilustra sobre detalles sabrosos de una fiesta con la que Koum festejó su cumpleaños y su pelotazo, acompañado de Zuckerberg y pandilla, en un local llamado Boujis, que «para la ocasión había preparado un cóctel a base de tequila, gin, kiwi, mucho hielo y una frambuesa flotando». Dicen que al día siguiente Koum estaba bastante «perjudicado». Dada su preocupación por Ucrania, no me extraña.
Hasta aquí he tratado de reseñar lo importante que viene en la prensa. Ahora dedicaré tres párrafos a lo accesorio, mi interpretación de sendos mensajes poco edificantes que creo leer entrelíneas.
Primer mensaje. Joven que temes por tu futuro: si has llegado a cursar una carrera – aunque sea de esas cortas y ´con salida´ que se inventaron en Bolonia – abandona cuanto antes. Ya sabes que los héroes de nuestro tiempo no son biólogos, ni arquitectos ni historiadores ni tampoco físicos o ingenieros. Los conocemos por sus nombres (Bill, Steve, Larry o Mark) y se han forrado tras desertar de la universidad. ¿Por qué no haces tú como ellos? Si quieres tener futuro, apúntate a un cursillo – los llaman máster, para que veas – donde sin estudiar asignaturas inútiles podrás aprender diseño de páginas web o cómo hacer un plan de marketing online. Hay algunos cursos muy baratos, chico. Y si eres listo, podrás declararte emprendedor. El crowdfunding puede serte de gran ayuda (para perder amigos, quiero decir).
Segundo mensaje. Joven que no tienes trabajo: no pierdas el tiempo enviando currículos que no tendrán respuesta. ¿Por qué no pruebas a inventar una aplicación para móviles y la subes a una app store? Has de saber que es improbable que ganes dinero con ella, pero no más improbable que ganarlo como asalariado.
Tercer mensaje. Joven perplejo: toma buena nota de la inspiración de Mark y Jan. Tú sigue soplando, por si suena la flauta.
La más que probable bancarrota de la empresa Mt.Gox, que gestiona la mayor plataforma de intercambio de la moneda virtual bitcoin, viene a confirmar los peores presagios sobre este experimento que apasiona a tanto papanatas y que trae de cabeza a los economistas serios, que han predicado en el desierto la falsedad intrínseca del invento pseudomoderno. Entre las numerosas compañías que se han montado en los últimos años para explotar el fenómeno, Mt Gox es una de las más grandes, y en su caída ha arrastrado – además de unos cuantos especuladores o ingenuos, que de todo hay – la propia cotización del bitcoin en las bolsas informales (y desreguladas, vaya mérito) que han proliferado en los últimos tiempos.
Es fácil imaginar el cataclismo que produciría una caída del 30% en un solo día del valor de cualquier moneda soberana. Pues eso mismo es lo que ha pasado con el bitcoin, una volatilidad extrema y súbita. Con la diferencia de que una moneda real siempre podría enderezar las cosas con medidas de ortodoxia económica. De los 1.200 dólares a los que en noviembre llegó a “cotizar” el bitcoin, en febrero ha bajado hasta los 510 dólares, y el futuro inmediato no luce mejor. El caso Mt Gox ha evaporado las fantasías de los poseedores de 750.000 bitcoins, que equivalen al 6% del total en circulación. Ciertamente, es poco dinero frente a la masa monetaria de cualquier país, pero ha cortado la fiebre alcista.
Que estas cosas ocurran no debería sorprender, a la vista de otros entusiasmos y de que tanta gente se ha dejado engatusar. Lo que me llama poderosamente la atención es que alguien tan listo y bien informado como el inversor Marc Andreessen, haya salido a defender el bitcoin, sugiriendo que probablemente Mt Gox ha sido víctima de un fraude.
“Es un hecho aislado”, ha declarado Andreessen, cuya inclinación a tomar partido es directamente proporcional al dinero que ha invertido en varias startup de este cotarro. Ha sugerido que podría tratarse de una reedición de la quiebra de la compañía financiera MF Global, lo que resulta aún más ominoso porque MF Global colapsó como consecuencia de haber captado recursos mediante un esquema piramidal insostenible.
Justamente por esa comparación, merece la pena preguntarse si la quiebra de Mt Gox significa que el bitcoin morirá como consecuencia de esta crisis. Probablemente, no, o no en el corto plazo. La verdad es que el bitcoin no reúne los atributos que se necesitan para tener confianza en una moneda, sea real o virtual. Sin confianza y sin regulación, es difícil que tenga salvación.
El acuerdo que Apple firmó el pasado año con el productor de cristal de zafiro GT Advanced Technologies ha dado pie a todo un conjunto de conjeturas. La primera especula con un futuro iPhone cuya pantalla entera sería fabricada con este material, más duro y más fuerte que el Gorilla Glass, aunque también más caro. No ha faltado quien hablara de un supuesto iWatch de zafiro, sin contar con el habitual aliciente para la imaginación que representa el registro de una patente por parte de Apple, que también. En realidad, pese a que sea la opción menos entusiasta, la lógica empresarial sugiere que se trata más bien de una mejora impulsada por Tim Cook, maestro de la logística. Leer más
Desde que el Mobile World Congress se celebra en Barcelona, la fachada del hotel Catalonia Plaza se cubría cada año durante unos días con una gigantesca publicidad de Windows Mobile, luego Windows Phone. Dentro, Microsoft organizaba sus reuniones; recuerdo haber asistido a multitudinarias ruedas de prensa de Steve Ballmer. Otros tiempos. El hotel luce esta semana una fachada limpia, sus salones están vacíos. De Microsoft no hay rastro en el hotel ni en el MWC, donde no ha contratado espacio de exposición [se supone que en 2015 ocupará el sitio que dejará vacante Nokia en el Hall 3].
Esta ausencia es otra señal de que el congreso de Barcelona ha pillado a Microsoft a contrapié. Todavía no ha tomado jurídicamente el control de Nokia, por lo que no se le puede atribuir responsabilidad en los anuncios del lunes. Como nueva propietaria que es, apenas consigue disimular que no le ha gustado la decisión de Nokia de seguir adelante con un desarrollo que se había iniciado antes de la compra, de tres smartphones de bajo precio [entre 90 y 110 euros] basados en una bifurcación de Android, cuyos nombres son tan poco imaginativos como X, X+ y XL.
No es la primera rareza en la dicotomía Android/Windows. Lo realmente extraño es que Joe Belfiore, VP de Microsoft responsable de Windows Phone, se haya descolgado con unas declaraciones en las que se desliza esta frase: “algunas cosas que ha hecho Nokia son muy excitantes, otras no tanto”. No ha faltado quien interpretara estas palabras como un aviso de que Microsoft podría deshacerse de estas novedades en cuanto pueda hacerlo por la puerta de atrás. La verdad es que no me creo el supuesto malentendido entre las dos compañías a estas alturas de la jugada: si las tres X fracasaran, Belfiore tendría servida la excusa de que Microsoft no ha participado de su desarrollo; si tuvieran éxito, lo exhibirá como una prueba del acierto de la adquisición.
Los ingenieros de Nokia han conseguido integrar una variante de Android – prefieren llamarlo oficialmente Nokia X Software Platform – que usa el código open source y hace posible que unas cuantas aplicaciones para Android puedan descargarse de la tienda online de Nokia.
El auténtico Windows Phone, en su encarnación 8.1, se conocerá a comienzos de abril, en la conferencia de desarrolladores Build, y Belfiore ha adelantado que usará chipsets más baratos y aliviará restricciones que han disuadido a otros fabricantes de adherirse a la plataforma. Ha sido la incapacidad de montar una escuadrilla de marcas afines lo que empujó la compra de Nokia. Lo que Belfiore ha venido a admitir es que ahora hace falta apoyarse en otros OEM, para salir de la marginalidad que revelan las estadísticas.
¿Por qué Windows Phone no ha llegado a tener un catálogo lo bastante amplio como para provocar emulación y competencia entre distintos fabricantes? Según la explicación de Belfiore [porque] “nos enfrentábamos a un problema masivo. Hubiera sido realmente difícil crear una gama de dispositivos para cada operador a cada nivel de precio y que incluyera todas las aplicaciones existentes. Decidimos enfocarnos sólo en determinados niveles de precio y en un pequeño número de países […] Ahora sí, ya podemos llevar Windows Phone a más países y con diferentes precios, sin renunciar a los modelos icónicos”, se refiere a los Lumia, claro.
La lista de los OEM que ha reclutado Microsoft – más o menos sostenida económicamente – no hace más que confirmar la necesidad de atacar los mercados emergentes que se le resisten. LG, que se había dado de baja en el club, ha sido convencida de regresar. A su lado, aparecen cinco marcas chinas [Lenovo, Huawei, ZTE, Gionee y Longcheers] y dos indias [Xola y Karbonn], además de Foxconn, que posiblemente actuará como fabricante de marca blanca. Es imposible no imaginar que estos planes van a entrar en conflicto con los modelos de Nokia dirigidos precisamente a esos mercados.
Esta crónica parte de una premisa: el Mobile World Congress no es una feria de gadgets. Habrá anuncios, algunos de impacto, pero en lo esencial el evento es un punto de encuentro empresarial del más alto nivel. ¡Si hasta viene Mark Zuckerberg! Uno de los asuntos centrales será el mismo del 2013, pero agravado: mientras el tráfico por las redes crece y no para de crecer, los operadores se las ven y se las desean para responder a la demanda y rentabilizar su inversión. El desfase se origina en que los servicios tradicionales de voz decrecen: en la era de «todo IP», los terminales (ciertos fabricantes) y los contenidos y servicios (los llamados over-the-top) se llevan la parte del león. Leer más
Sobre el precio que pagará Facebook para quedarse con What´sApp, todo el mundo tiene opinión, y yo también. Es exagerado, se mire como se mire: 42 dólares por usuario [no 28 dólares, como escribí aquí por error] que es incluso superior a los 17.000 millones de capitalización de Sony, un gigante que se tambalea.
Es imposible pensar que Facebook haya hecho un cálculo puramente económico de retorno de su inversión; lo que ha guiado la transacción es el coste de oportunidad, la necesidad que tiene la red social de ligar su valor a un crecimiento explosivo como el que espera atrapar. No es muy distinto al cálculo que habrá hecho Microsoft cuando pagó 8.500 millones por Skype, que apenas facturaba unos pocos millones.
No hay un método estándar de valoración que permita juzgar si Facebook ha acertado o ha metido la pata. Sólo unos días antes, Rakuten compró Viber por 900 millones, equivalentes a 8,50 dólares por usuario. ¿Cuánto valdría WeChat, la mensajería más popular en China, con 250 millones de usuarios? Vaya uno a saber.
Habrá tiempo de volver sobre el asunto. Hoy prefiero fijarme en el efecto que la noticia ha tenido sobre la cotización de BlackBerry, a la que muchos daban por muerta hasta que su nuevo y experimentado CEO, John Chen, apareció a última hora con un plan de salvación. Entre sus activos está el servicio de mensajería instantánea BBM. Se recordará que hace un par de años tuvo un súbito auge entre los jóvenes porque a) se hacían con un móvil subvencionado y b) tenían derecho a mensajes gratuitos. Pudo ser un sucedáneo de What´s App y en cierta medida lo es todavía.
Es una extraña carambola. La noticia de la compra de What´s App hizo que las acciones de BlackBerry subieran [transitoriamente] un 6% en la bolsa. La plataforma BBM tiene 80 millones de usuarios, una cuarta parte añadidos súbitamente tras abrirse al uso en dispositivos iOS y Android. Supongamos por un momento que se aplica a BBM un valor de 42 dólares por usuario: la cuenta daría unos 3.400 millones. O 700 millones si se usa como baremo el precio de Viber.
Ahora tomemos, sólo por jugar con las cifras, la primera: equivaldría al 72% de la capitalización de BlackBerry. Inaudito. El plan de John Chen para la empresa canadiense parece privilegiar la defensa de su clientela profesional, por lo que la comparación con What´s App no es pertinente. De pronto, se abre una inesperada posibilidad de poner en venta BBM a un precio razonable gracias al ambiente que Facebook ha ayudado a crear. O seguir adelante con el plan, y reforzar sus cualidades como vehículo de mensajería corporativa.
La disyuntiva coincide, por mera casualidad, con la entrada del inversor Daniel Loeb como accionista de BlackBerry. Es el mismo tiburón financiero que trata de hacer valer sus acciones en Sony para provocar la partición de la compañía japonesa. Así que podemos imaginar de qué lado de la disyuntiva de BlackBerry se pondrá Loeb.
Unos 4.800 millones de los usuarios de telefonía móvil en todo el mundo (un 70% del total), la mayoría en mercados emergentes, todavía se conectan a través de redes de segunda generación, un estándar que data de los años 90. Por tanto, a la 3G, de 2003 y dominante en los países desarrollados, le quedan años por delante, y más todavía a la 4G (2009) que va ganando terreno con grados dispares de implantación – en España está empezando su despliegue en espera del llamado «dividendo digital» prometido para enero de 2015 – con la mayor velocidad hoy posible en transmisión inalámbrica de datos. No soporta todavía llamadas de voz, por lo que debe combinarse con redes de la generación precedente. Leer más
Cada año, el Mobile World Congress empieza más temprano. He perdido la cuenta de las ruedas de prensa, presentaciones, cócteles y cenas a las que pude haber asistido este domingo, si tuviera el don de la ubicuidad. El evento de este año estará marcado, obviamente, por la aparición de smartphones realmente innovadores como el último desarrollo propio de Nokia o el (a estas horas presunto) lanzamiento del Galaxy S5 de Samsung, con aspiraciones de icono. Huawei, Lenovo y ZTE, cada uno con su novedad o novedades, representan la presión de los fabricantes chinos por aumentar cuota en el mercado mundial.
Sony, tras haber renunciado a competir en el mercado de PC (y casi casi en el de televisores) jugará sus cartas a su familia de móviles Xperia. LG renovará su gama Optimus y presumirá de pantalla curva. En un mundo bipolar, escindido entre iOS y Android, veremos lo que da de sí Firefox OS, y sabremos si Tizen arranca o no este año, que pudiera ser su última oportunidad.
A pesar de lo anterior, viniendo en tren he compartido con algún colega la impresión de que el estrellato de los smartphones puede quedar opacado: el de 2014 será el congreso – me resisto a llamarlo feria – en el que cederán protagonismo a tres fenómenos omnipresentes: los wearables, el Internet de las Cosas y el coche conectado. Ahi es nada. Para que ocurra, ha sido necesario que las redes LTE alcanzaran un grado de desarrollo suficiente como para que ya se hable [prematuramente, en mi opinión] de la quinta generación. Sin estas redes potentes, rápidas, eficientes y ubicuas, las tres categorías que he mencionado no serían posibles.
El salto cualitativo que implican las redes LTE se proyecta sobre un inicio de cambio en el modelo de negocio de los operadores. Indirectamente, la compra de What´sApp por Facebook ha venido a confirmar que los operadores tienen perdida definitivamente la batalla por los ingresos que les arrebatan los competidores OTT [recomiendo la entrevista que publico hoy]. ¿Qué posibilidades les quedan? Pues ya lo he dicho: los wearables, el Internet de las Cosas y el coche conectado, que sin sus redes no serían viables y en las que, al menos, pueden sentarse a la mesa de negociación desde el primer minuto.
Algo que me gustaría ver en este MWC es esa experiencia de broadcast sobre LTE, que Verizon Wireless ha ensayado en la reciente Super Bowl y de la que – según me dicen – su partner Vodafone (ahora sólo tecnológico) podría hacer una demostración en Barcelona.
Los operadores tendrán una presencia profunda, pero a la vez discreta: no estarán (o no tendrán su keynote address consuetudinaria) César Alierta (Telefónica), Vittorio Colao (Vodafone) o Stéphane Richard (Orange), que en años anteriores han aireado sus quejas sobre Google, Apple y los reguladores. Bueno, alguno habrá, como el nuevo CEO de Deutsche Telekom, Timotheus Hötges, o Daniel Hadj, su equivalente en América Móvil. Habrá operadores asiáticos, africanos o de los países del Golfo, que a buen seguro tendrán mucho que contar. Eso sí, los medios se volverán locos por ver en escena a Mark Zuckerberg o – curiosa coincidencia del programa – o Jan Koum, el CEO de What´s App.
Será curioso ver cómo se comporta en este contexto Virginia Rometty, la jefa ejecutiva de IBM [su antecesor, Sam Palmisano, no estuvo nunca en el MWC] una muestra de interés por la movilidad. E igualmente sorprende que venga Joe Tucci, el CEO de EMC [por favor, que nadie se pregunte qué pinta una compañía de almacenamiento en lo que antes fuera poco más que un escaparate de gadgets]. Estará John Chambers (Cisco), un clásico, en plena reconversión de su compañía. Entre las empresas que suministran redes, no faltarán Alcatel Lucent [Michel Combes, nuevo CEO, tendrá su primera keynote], Ericsson, Huawei y Nokia Solutions.
No vayan a creer que la tecnología subyacente estará ausente. Todo lo contrario. Se espera que Intel anuncie una nueva arquitectura de procesadores de 64 bits diseñada específicamente para tabletas. También Samsung mostrará la versión 64 bits de su familia Exynos, un desarrollo propio basado en arquitectura ARM. Qualcomm hará despliegue de sus últimos desarrollos y seguirá librando su guerra soterrada con MediTek, sobre la que escribiré otro día. Tengo en la agenda doce entrevistas concertadas: menuda semanita me espera.
El almacenamiento de objetos no está siendo adoptado por las empresas, salvo en determinados sectores, en gran medida porque el extenso portfolio de aplicaciones presentes en las grandes compañías no ha sido concebido para esta tecnología. La mayoría están pensadas para el almacenamiento SAN Fibre Channel o NAS, no para protocolos RESTful. Con el fin de resolver esta situación, Scality, una startup francesa afincada en San Francisco, trabaja en desarrollos para que su tecnología esté accesible a través de los protocolos tradicionales. Es una forma de colocar su propuesta en medio de la transición que se observa en el mercado del almacenamiento con tantas empresas saltando del plano local a la nube. Leer más