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Fue en septiembre de 2014, en Santander. En uno de esos breves encuentros con la prensa que llamamos ´canutazos`, preguntamos a César Alierta por qué Telefónica había tenido que tirar la toalla tras años de formar parte de un consorcio propietario de Telecom Italia. «Porque no somos italianos», respondió Alierta, que aquella mañana estaba locuaz. Lo que no dijo fue que tales disgustos venían justificados por su interés de tener una posición vigilante ante cualquier iniciativa relacionada con la operadora brasileña TIM. Para esa fecha, Telefónica había colmado su ambición en Brasil con la compra de GVT al grupo francés Vivendi; ya no tenía sentido seguir aguantando la hostilidad de quienes recelaban de una » invasión española».
Recuerdo la anécdota ahora, ante la descarada puja que protagonizan dos empresarios franceses [o tres, como se verá] por controlar Telecom Italia o, cuando menos evitar que uno de ellos u otro alcance una posición decisoria. Los directivos italianos que creían poder disfrutar de un período de calma tras la salida de Telefónica, se encuentran con otras maniobras financieras.
Telecom Italia es vista desde hace años como candidata a alguna consolidación transfronteriza, y no tiene fuerzas para evitar ser la víctima de iniciativas ajenas: con un valor en bolsa de 23.000 millones de euros, acumula una deuda de 27.000 millones. A más de una operadora europea le hubiera gustado tomar su control, pero la política italiana es como para echarse atrás [que es lo que quiso decir Alierta con aquella breve respuesta].
El grupo francés Vivendi se presenta voluntario para reescribir el guión. Controlado por el rudo multimillonario Vincent Bolloré, ha comprado en bolsa suficientes acciones de Telecom Italia para, junto con el 5% recibido de Telefónica en pago de GVT, suman un 20% del capital, sin llegar al mínimo que le obligaría a presentar una OPA que, sin duda. destaparía la caja de los truenos. Tras haberse desprendido Vivendi de todos sus intereses en el sector de las telecos, los motivos de Bolloré son una incógnita.
En el otro extremo del cuadrilátero, Xavier Niel, también multimillonario y no menos astuto se apresta a canjear las opciones que adquirió subrepticiamente, por un 15% de Telecom Italia. Cualquier espíritu suspicaz diría que Bolloré y Neil están compinchados para ´afrancesar` la compañía italiana, pero no parece ser el caso, porque – según dicen – los dos magnates se odian por tierra, mar y aire.
El poder financiero italiano (y sus prolongaciones políticas) ha empezado a moverse para abortar cualquier movimiento que condujera a una ´pérdida de soberanía` sobre la histórica operadora. En este momento de la partida, reaparece la carta brasileña: el activo más valioso de Telecom Italia es TIM Participacōes. Marco Patuano, CEO de la compañía italiana, ha advertido – y no por primera vez – de su disposición a fusionar TIM con el cuarto operador brasileño, Oi, «siempre y cuando» este encuentre una solución para rebajar su astronómica deuda.
Unidas, TIM y Oi podrían oponer un bloque competitivo frente a los dos líderes del mercado brasileño, Vivo (Telefónica) y Claro (América Móvil). Pero la deuda es el gran obstáculo. Una eventual solución podría aportarla otro multimillonario, en este caso el ruso Mijail Friedman, de quien se dice estaría dispuesto a comprar Oi haciéndose cargo de la deuda.
Pase lo que tenga que pasar con TIM, el péndulo vuelve a la consolidación de las telcos europeas. Como si no hubiera bastante con dos franceses, se ha entrometido Orange. Su CEO, Stéphane Richard, ha declarado que en su estrategia de crecimiento – necesariamente fuera de Francia – podría tener cabida una fusión con Telecom Italia. Es curiosa la reacción de los mismos medios italianos que en su día hostigaron a Telefónica: dicen ahora que una fusión entre dos ´incumbentes` tendría más sentido operativo que las confusas aventuras financieras de Bolloré y Niel.
Como manda la leyenda, Alex Polvi y Brandon Philips crearon CoreOS en un garaje de madera, a mediados de 2013. Un año después presentaban la primera versión de su contenedor Rocket, y en abril de 2015 una versión comercial que llamaron Tectonic. Habrán sido muy convincentes, porque la flor y nata del venture capital [Accel, Kleiner Perkins, Sequoia y Andreessen Horowitz] ha invertido 20 millones de dólares en su proyecto. El objetivo – dijo Polvi al recibir a un grupo de periodistas en sus oficinas de Mission St. – es «poner la infraestructura de Google al alcance de todos». Suena pretencioso, pero Google Ventures ha contribuído con más millones a su última ronda de financiación. Leer más
La oferta de compra presentada por Dell sobre EMC – y aceptada por el consejo de esta, pero no todavía por los accionistas – se encuentra en una fase delicada: el próximo día 12 vence el plazo de 60 días ´to go-shop` que contractualmente abre la posibilidad a una tercera parte de presentar una oferta alternativa. No se sabe de nadie que haya manifestado interés en competir con Michael Dell a un precio superior a los fabulosos 67.000 millones de dólares ofrecidos por este y su socio, el fondo Silver Lake Partners. Si apareciera un segundo candidato y su oferta fuera aceptada, EMC debería indemnizar a Dell con 2.500 millones de dólares.
Esta no es la mayor turbulencia que atraviesa el acuerdo provisional del 12 de octubre. Por un lado, Dell y Silver Lake tienen que encontrar una solución para financiar los 49.000 millones de dólares de deuda en que incurrirían al cerrar la operación. Podrían invitar a otros inversores, pero la solución más a mano sería enajenar ciertos activos que Dell adquirió en los últimos años, y que respondían a los nombres de Quest (software), Sonic Wall (seguridad) y Perot Systems (servicios). Por ellos podría recaudar unos 10.000 millones de dólares.
Con la ventaja adicional de que eliminaría potenciales redundancias con divisiones equivalente de EMC. No hay manera de saber si este rumor es cierto, porque Dell no cotiza en bolsa y no tiene por qué ir contando sus cosas al mercado. Otra posibilidad que se ha mencionado es la de sacar más adelante a bolsa algunos de los activos recibidos de EMC, por ejemplo su filial Pivotal.
El mayor jaleo lo arman accionistas de EMC – y de VMware, parte muy importante para que la transacción se haga – que, pese a lo esperado, se han tomado a mal la oferta de compra en sus términos actuales. Como prueba: las acciones de EMC han caído un 9% en estos dos meses, y las de VMware un 28%. Sus objeciones tienen que ver con la fórmula de pago acordada: 24,05 dólares en efectivo por título de EMC más 9,10 dólares ligados a la evolución de la acción de VMware, que seguirá cotizando como empresa separada.
El problema es que, habida cuenta de la depreciación sufrida por VMware últimamente, la ecuación de cambio ya les sale a cuenta a los accionistas de EMC. Una solución posible sería que VMware procediera a comprar masivamente acciones propias para elevar su cotización al nivel que se calculó en octubre. Si así fuera, el porcentaje de control que Dell tendría sobre VMware sería distinto al pactado, y esto puede que no guste al otro bando.
Una segunda complicación es el anuncio – consecutivo a la oferta – de una empresa conjunta por la que EMC y VMware compartirían al 50/50 la propiedad de Virtustream (por la que EMC pagó 1.200 millones de dólares este año), y que explotaría servicios de cloud híbrida. La idea sonaba bien al contarla, hasta que VMware declaró que la empresa conjunta podría perder 300 millones de dólares en su primer año. Se busca una enmienda al acuerdo, para que EMC [y por lo tanto, Dell] siga controlando «la mayor parte» de esos activos, pero una operación así no se teje para destejerla en menos de dos meses.
Acaba de abrirse un inesperado» tercer frente». Está claro que el invento de ligar una parte del precio al rendimiento de VMware obedece al interés en rebajar la factura fiscal de Dell. Pero, ¿qué garantías tienen los accionistas de EMC de que el IRS [la agencia tributaria federal] no irá a por ellos con el argumento legal de que se trata de un truco calificado como «distribución simulada de acciones con ocasión de una adquisición»?. Varios accionistas de EMC han pedido a un tribunal de Massachussetts que la oferta no sea aprobada en firme hasta que Dell no les garantice que les compensará por cualquier recargo impositivo que les suponga en su declaración de la renta. Los abogados se frotan las manos.
¿Podrían estas turbulencias derrumbar una ingeniería financiera tan meticulosamente orquestada? En teoría, podrían, y en ese caso el ruido se oiría desde más allá de la atmósfera terrestre. Sin llegar a esos extremos, lo más probable – conste que lo he leído, no es que lo sepa – es que la oferta tenga que reformularse para cubrir las tres áreas problemáticas y sacarla adelante.
Los datos de mercado recopilados por IDC indican que los dispositivos de almacenamiento personal – que la consultora llama de entry level – han caído un 13,4% en el tercer trimestre, con respecto al mismo período de 2014: el valor de los 16,7 millones de unidades vendidas decreció aún más (un 19,8%), hasta quedarse en 1.300 millones de dólares. Y así han sido los últimos doce meses. Mientras la demanda de almacenamiento crece sin cesar, por la necesidad imperiosa de guardar cada vez más datos, estos dispositivos no dejan de retroceder. Ante este desfase inquietante, los fabricantes exploran soluciones, una de ellas la consolidación, y otras maniobras más tácticas que estratégicas. Leer más
La junta de accionistas de Microsoft no ha sido tan placentera como sugieren las fotos difundidas. Tampoco ha sido escandalosa, faltaría más. Pero sí que hubo un discrepante de mucho relieve. El primer accionista a título individual [no Bill Gates, que representa a su fundación conyugal] dio la nota con un exabrupto. Su nombre es Steve Ballmer, lo que ha dado lugar a ver en ello una rabieta contra su sucesor, Satya Nadella, por la distancia que este ha puesto con el legado recibido.
Cuando alguien preguntó a Nadella por qué una aplicación muy popular, desarrollada por la cadena Starbucks [oriunda de Seattle, para más inri], no funciona en los smartphones de Microsoft, el CEO tiró balones fuera: dijo confiar en que Windows 10 servirá para atraer a los desarrolladores con la posibilidad de crear aplicaciones ´universales`, válidas para distintas plataformas. Según una crónica de Bloomberg, Ballmer reaccionó con un seco «eso no va a funcionar». Esta fue probablemente su crítica más fácil de compartir: Terry Myerson, apadrinado por Nadella, ha promovido dos iniciativas de esa naturaleza: el proyecto Islandwood pretende que las aplicaciones originalmente diseñadas para el iPhone puedan funcionar bajo Windows 10, y el proyecto Astoria persigue el mismo objetivo con las de Android.
Islandwood sigue su curso, pero nadie cree realista esperar que estimule a los usuarios de iOS a pasarse al hardware de Microsoft. Astoria podría tener más impacto, pero circulan rumores según los cuales este proyecto se encuentra en un callejón sin salida, por lo que podría ser aparcado. Ballmer fue muy directo: Microsoft debería adoptar Android como sistema operativo de sus smartphones, única manera a su juicio de salir de la marginalidad. Es una propuesta que otros han hecho, pero que él rechazaba categóricamente cuando compró la división de móviles de Nokia.
La segunda disidencia tiene que ver con el discutible cambio del método de presentación de resultados, introducido en este año fiscal por Nadella, en sustitución de la no menos discutible segmentación que heredó de Ballmer. En su día, he comentado aquí que ambas heterodoxias merecen una misma objeción: parecen concebidas para enmascarar los problemas en ciertas áreas. En su sobrevenida condición de crítico, Ballmer sostiene que la compañía debería informar sin subterfugios acerca de las ventas y los márgenes de cada línea de negocio. Dicen que dijo, por ejemplo, que el negocio de hardware debe ser identificado como tal en los resultados.
Acerca de un asunto afín, Ballmer se pasó de la raya al calificar de bullshit una afirmación de su sucesor, quien en el informe a los accionistas presumió de que el negocio cloud lleva un ritmo anual de 8.000 millones de dólares, por lo que espera que en 2018 alcance los 20.000 millones. La noción de run rate – habría dicho Ballmer – es engañosa: «lo que debería decirse es cuánto se ingresa y cuál es el margen». Da la impresión de haber olvidado que él mismo, cuando estaba al mando, usaba esa noción de run rate por las mismas razones que Nadella: esconder bajo la alfombra las malas noticias.
Los nativos digitales tendrán que dejar de presumir de tales: el estilo de vida digital ya afecta a todos los grupos de edad. En el universo hiperconectado, todos son screenagers, neologismo que los define al margen de sus edades. Sedientos de tecnología, estos individuos saben discriminar sus eslabones más débiles y romperlos si fuera necesario. Una consecuencia es que ninguna marca puede decir que ´posee` a un consumidor que utiliza el factor confianza como moneda de cambio digital. Estas son algunas de las principales conclusiones del séptimo informe Ametic-Accenture, ‘2015 Digital Consumer Survey España: La explosión del consumo digital’ que se ha presentado recientemente. Leer más
Hay mucha gente convencida de que la economía mundial gira en torno a los datos. Peter Sondergaard, VP senior de Gartner, es uno de ellos, pero con este matiz: «los datos son esencialmente tontos, y no valen de mucho si no se acierta en el modo de explotarlos». El matiz cruza la linde de la discrepancia cuando añade: «el valor real de los datos no reside en ellos sino en los algoritmos que permiten interpretarlos para ponerlos en acción». La ponencia de Sondergaard en la apertura del simposio ITXpo, que Gartner ha reunido en Barcelona, giró en torno a esta tesis: «la transformación digital no consiste en preguntarse qué quieren los clientes sino en comprender qué hacen los clientes». Leer más
Deja un regusto amargo la tarea de describir el acto final de la rica historia de una compañía antes llamada HP: la presentación de los resultados de su año fiscal 2015. Durante tres de los cuatro años de su mandato como CEO, Meg Whitman ha repetido una palabra fetiche, turnround, que en el cuarto cambió por otra no menos repetida: split. Cualquiera en su lugar quisiera olvidar los resultados del 2015, pero había que dar la cara. El pasado martes 24, Whitman apenas habló del pasado, pero quien hasta ahora ha sido su mano derecha, la CFO Cathie Lesjak, dibujó este balance: «el programa de reestructuración iniciado en 2012 está casi completo, con la salida de la compañía de 4.300 personas durante el cuarto trimestre del ejercicio, lo que representa una reducción acumulada de 56.000 hasta la fecha […]». Triste, ¿verdad?
Como de costumbre, un repaso a los resultados anunciados por HP es inherente a la misión de este blog. Los ingresos del cuarto trimestre ascendieron a 25.714 millones de dólares (-9% interanual en moneda corriente), y al cierre del año fiscal sumaron 103.355 millones (-7%). El beneficio neto fue de 1.323 millones (plano) y 4.554 millones (-9,2%) respectivamente.
Según dijo Meg Whitman, el proceso de separación no ha perturbado la relación con clientes y partners, «en todo momento hemos mirado hacia adelante; ahora [ambas compañías resultantes] tienen estrategias claras y definidas».
El desglose de los componentes de las dos ´mitades` arroja para el año fiscal 2015 unos ingresos de 54.387 millones de dólares (Hewlett-Packard Enterprise) y 52.701 millones de dólares (HP Inc). Empezando por la primera [HPE], la señora Whitman subraýó que los dos últimos trimestres han sido positivos. De las divisiones que componen HPE, la hasta ahora llamada Enterprise Group cerró el ejercicio con un incremento del 0,6%, mientras Enterprises Services y Software descendieron (-11,6% y – 6,6% respectivamente.
Hacia el futuro, Whitman señaló cinco prioridades para HPE, empresa de la que será CEO: «prevemos un aumento de los ingresos en moneda constante [una referencia necesaria, tal como está el paisaje monetario] y un incremento del beneficio operativo así como del free cash flow, vamos a mantener la hoja de ruta de innovación y estabilizar los ingresos y los márgenes en Enterprise Services». A esta última, la más problemática, le dedicó esta frase: «en el cuarto trimestre, su beneficio operativo ha sido el mejor desde 2011 y para el conjunto del año tanto los ingresos como el margen operativo ha respondido a nuestras previsiones. A largo plazo, la senda apunta a un margen operativo sostenible de entre el 7% y el 9%».
De informar sobre HP Inc [HPQ] se encargó Dion Weisler, que será su CEO – Whitman se ha reservado el puesto de chairwoman – quien describió un panorama no tan optimista. «Esperamos varios trimestre duros, pero creemos estar en buena posición a largo plazo […] los retos que tenemos por delante no nos intimidan, y sabemos qué hacer para salir adelante».
El mercado de PC no despega, especialmente en el consumo, que en toda la industria y el canal está afectado por un exceso de inventario: «vemos mejoría en EEUU, pero EMEA sigue débil, con una caída interanual del 22% en unidades; la situación [negativa] continuará durante varios trimestres». Weisler hizo esta precisión: «Windows 10 no ha sido todavía el catalizador de las ventas, pese a los buenos comentarios que ha recibido«. En cuanto al negocio de impresión, «observamos una aceleración de la caída, tanto en hardware como en consumibles, con el agravante de los movimientos cambiarios que presionan sobre los precios, incluso más de lo que se esperaba». Aquí lo dejo, por hoy.
El Investor´s Day de Intel, de hace hoy una semana, ha confirmado de manera brutal lo ya conocido: el fracaso de la compañía en el mercado de los procesadores para móviles no tiene arreglo. De entrada, el chairman, Andy Bryant, se salió de su papel de maestro de ceremonias y, antes de dar paso al CEO, Brian Krzanich, dejó claramente dicho que Intel recortará sus inversiones en los negocios no rentables para poner el acento en las áreas clave de crecimiento. Como principio, nadie podría objetar la lógica de esa decisión; el problema está en que tanto Krzanich como el CFO, Stacy Smith, hicieron lo posible por enmascarar el problema. Su mensaje fue, en síntesis, que Intel no renuncia a jugar un papel en los mercados de smartphones y tabletas, y pondrá el acento en los negocios de datacenter e Internet de las Cosas.
El intento de disimulo tiene un antecedente: a principios de año, se anunció la fusión de los antiguos Mobile Computing Group y Client Group. Pronto no habrá manera de desglosar las pérdidas del primero. Si se contrasta la presentación del jueves 19 con la equivalente del 2014, no hay modo de encontrar en qué ha quedado aquella previsión de «mejora del margen operativo» en 800 millones de dólares. Un año después, los 800 millones siguen ahí, como pronóstico de «mejora de la rentabilidad en 2016».
El producto que debía producir esas sucesivas mejoras es la plataforma SoFIA, traducido en la práctica como procesador Atom X3. El problema es que los fabricantes de smartphones no han respondido a la llamada de Intel. Incluso el Asus Zen Phone 2, cuyo nombre se ha invocado como líder de una corriente que introduciría a Intel en los smartphones, en realidad no lleva el X3 sino una versión anterior de Atom. No estoy en condiciones de opinar sobre benchmark, pero los que he visto publicados dejan mal parada esa apuesta de Intel en comparación con los procesadores de las dos marcas líderes en el mercado, que siguen la arquitectura ARM. En su discurso, Krzanich insistió en que Intel seguirá peleando por estar presente en el mercado de smartphones con otro componente vital pero menos notorio, el modem. Ahí puede que tenga más suerte, habida cuenta de los problemas que está sufriendo Qualcomm.
El otro problema que salió a relucir fue el colapso del mercado de tabletas. El año pasado, hubo mucha satisfacción por haber vendido 46 millones de chips para esta categoría, pero tal como van las ventas hasta el cierre del tercer trimestre, este año no se llegaría a esa cifra. Por otro lado, como del mercado de PC no se espera crecimiento, Intel seguirá insistiendo en el concepto de 2-en-1, portátiles híbridos equipados con su procesador Skylake (Core M) y confía en que a Microsoft le vaya bien con Windows 10. Dada la inmensa base instalada de PC bajo Windows, muchos de ellos de más de tres años de antigüedad – y ya sin la supuesta amenaza de las tabletas ´puras` – se puede esperar que la categoría 2-en-1 siga avanzando.
Ante este panorama, ¿cómo se explica que la acción de Intel reaccionara positivamente tras el Investor´s Day? Aparentemente, a las dos áreas de crecimiento mencionadas, y a que Smith se comprometió a mantener una política de dividendo y autocartera que beneficiarán a los accionistas. Hay que ganar tiempo, y mientras tanto confiar en la indiscutible capacidad industrial de Intel y encomendarse a los milagros de ese santo laico llamado Moore.