Cuando el jueves 20 a última hora Oracle presente sus resultados trimestrales – presumiblemente, serán buenos en software pero no en hardware – no faltará la pregunta acerca de la tendencia del negocio de servidores, que en el trimestre anterior sufrió una caída de ingresos del 23%. Esta vez, el analista recibirá de Larry Ellison una respuesta diferente: el acuerdo con Dell desengancha a Oracle del mercado de máquinas x86, la parte menos lucida de la herencia recibida de Sun, y asegura la continuidad de venta de software a sus clientes. El trato parece una oportunidad para Dell, que se convierte en partner preferente para integrar las soluciones de Oracle en su catálogo.
«Esto es algo que Oracle no hace con cualquiera – presumió Marius Hass, director de soluciones de empresa de Dell – sino el punto de partida de muchas cosas que vamos a hacer juntos en el mercado». No deja de ser una amable manera de olvidar las frases de desdén que Ellison dedicara a Dell como «vendedor de cajas baratas». Pelillos a la mar: desde un punto de vista formal, el acuerdo entre ambas se anuncia para desarrollar soluciones comunes de infraestructura; en términos prácticos, va a permitir que Oracle se desentienda de la gama baja de servidores, para concentrarse en el hardware de alta gama que llama engineered systems y en seguir con sus desarrollos basados en los procesadores Sparc, dejando que Dell absorba el declive de márgenes que caracteriza la venta de servidores x86.
Es posible, aunque no confirmado, que esta sea la primera ocasión en que Oracle accede a confiar en otra compañía para vender sus productos – lo que, inevitablemente, implica darle acceso a la base de clientes, pero los tiempos han cambiado, otros actores han entrado en escena y la dinámica del mercado crea amistades (pocas) y tensiones nuevas. Oracle no es, desde hace mucho tiempo, la empresa de bases de datos con la que muchos la identifican: las licencias de aplicaciones han ganado peso en su facturación – a saber con qué cifras ha cerrado el trimestre – y en los dos últimos años se ha empeñado en acoplar su estrategia a los servicios cloud.
Por otro lado, el abandono de la plataforma x86 será presentado como una validación de la línea de máquinas Exa, centro de la estrategia trazada por Ellison para acabar de digerir la absorción de Sun. «Oracle tiene un motor fenomenal para atender las 500 cuentas más importantes del mundo – razonó Haas, presidente de soluciones de empresa de Dell – pero si quiere dirigirse a un mercado más amplio, necesita un socio como nosotros».
Dicho esto, la alianza viene a ser algo así como una bofetada a HP, antiguo partner de Oracle – de hecho, el primer Exadata, antes de la compra de Sun, era una máquina HP – hoy enemigo irreconciliable y, a la vez, muy enfrentada a Dell. Incluso se pueden rastrear elementos de vendetta en esta historia: Haas fue directivo de HP a las órdenes de Mark Hurd, y emigró a Dell tras la escandalosa caída de este, que al mismo tiempo era fichado como por Oracle como presidente. El tiempo los ha reunido, si no bajo el mismo techo, como aliados.
En síntesis, la operación puede describirse así: ambos socios vendían, cada uno por su lado, servidores x86, una mercancía ´commoditizada` que afea los resultados de Oracle. Esta nunca pretendió realmente competir con Dell (ni con HP) en ese terreno poco fértil, por lo que desde la absorción de Sun ha intentado desembarazarse del compromiso con los clientes de Sun [para la que tampoco era rentable, y a la vista está]. En el negocio de Oracle no brillan por su abundancia las pymes, pero a ellas se les puede vender software y servicios, por lo que una retirada debía hacerse de puntilla.
En este punto, el papel de Dell es clave. Embarcado en la privatización de su propia empresa, Michael Dell tiene otras preguntas que responder a los analistas, mientras sus subordinados mantienen el espíritu competitivo