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  17/07/2023

Miguel Ángel Panduro

Consejero Delegado de Hispasat

Es ineludible invocar a Elon Musk y Jeff Pezos. Porque antes de que estos milmillonarios se interesaran por el espacio, ya existía una industria de los satélites que – en su vertiente de las comunicaciones, porque hay otras – ya disfrutaban de una ventaja competitiva, su cobertura universal. “Una vez lo tienes en órbita, conectar redes terrestres a un satélite es algo inmediato”, resume Miguel Ángel Panduro, consejero delegado de Hispasat, empresa controlado por Redeia (antes Red Eléctrica), que abandera la presencia española en esta industria, hoy nuevamente en el candelero debido a la irrupción de aquellos magnates con sendos proyectos de constelaciones de satélites de baja órbita.

Miguel Ángel Panduro

Le veo en una posición privilegiada para valorar el momento que vive el sector satelital. ¿Es tan agitado y disruptivo como parece?

No lo dude. Elon Musk tiene mucho que ver en esta evolución. Antes de que creara SpaceX y Starlink, los satélites de comunicaciones tenían ventajas que no ha inventado él, pero que le han sido muy útiles para inventar un nuevo modelo de negocio. En primer lugar, la cobertura universal: puedes tardar en diseñar y construir un satélite, pero cuando lo has lanzado, al día siguiente ya le puedes conectar una red. Esto, no hace falta decirlo, era imbatible para la televisión: desde un único punto distribuías la señal por un vasto territorio.

[…] las antenas  parabólicas van desapareciendo del paisaje urbano.

Se debe a que han aparecido otras tecnologías que conectan mejor con los nuevos hábitos de los usuarios. Y en ese punto nos encontramos con que dos personajes muy notorios por su riqueza, como Elon Musk y Jeff Bezos, han tomado la iniciativa de explotar constelaciones de satélites que difieren de los tradicionales situados en órbitas geoestacionarias. Los LEO (Low Earth Orbit) se colocan a 550 kilómetros de la superficie terrestre y la gran ventaja que aportan a las aplicaciones que más interesan a los usuarios es una menor latencia: para ver Netflix o conectarse por Teams, 700 milisegundos no es un problema, pero para hacer en remoto una intervención quirúrgica, la latencia es decisiva. Esto, unido a la importancia que tienen los satélites en los despliegues de redes 5G y 6G,   explica por qué han ganado preeminencia. Por no hablar de la capacidad de inversión que controlan Musk y Bezos.

La entrada de estos señores en el negocio ha trastornado la cadena de valor […]  

Profundamente. Estamos verdaderamente en un momento disruptivo. Antes, la industria de los satélites estaba razonablemente organizada en una cadena de valor en la que unos señores fabricaban lanzadores, otros satélites y unos terceros los compraban; finalmente, unos proveedores de servicios se dedicaban a satisfacer la demanda de los usuarios finales. Esto dicho sintéticamente, porque en cada eslabón había distintos actores en competencia.

¿En eso consiste la disrupción? ¿En integrar la cadena de valor?  

No es trivial. Con proyectos como Starlink (Musk) y Kuiper (Amazon Web Services), se ha roto la cadena de valor, porque ellos lo hacen todo, han creado un negocio que se integra a partir del lanzador [SpaceX en un caso, Blue Origin en el otro] lo que a su vez está produciendo una reordenación del mercado que explica por qué vemos movimientos de consolidación entre actores tradicionales […]

Por muy tradicionales que sean, la cuenta de resultados ya no depende de la eficiencia en una fase del ciclo sino de la capacidad de integrar los componentes de punta a punta.

Hay otro efecto, que en Hispasat conocemos bien porque lo hemos debatido intensamente hace tres años. Se traduce, resumiendo, en la necesidad de transformar el negocio para adaptarlo a una realidad nueva. Hemos vivido 25 años bastante felices vendiendo megaherzios, algo que la gente en la calle no sabe lo que es, pero los vendíamos. ¿A quién? A quien los comprase y, con esos megahercios, montaba sus redes. Así hemos llegado a una situación en la que los clientes ya no quieren megahercios sino megabits por segundo, noción con la que estamos más familiarizados. Lo que esos usuarios necesitan es una solución a sus problemas y demandas. Este es el paso que nos hemos atrevido a dar, como han hecho otras empresas de nuestro sector: crear una oferta de soluciones. Creemos que es lo más inteligente, porque quien se queda como vendedor de megahercios no lo hará durante mucho tiempo.

Para vender soluciones no basta con tener un satélite, hacen falta otras cualidades.  

Exactamente. Nos gusta decir que hemos pasado de ser una empresa de infraestructura a ser una empresa de servicios.

Hispasat nació de un impulso del sector público y lanzó su primer satélite en 1992, como otros proyectos de Estado, lo recuerdo muy bien. De lo que ha dicho deduzco que el vuelco al mercado debilita la noción de soberanía, por la cual ciertos países – España entre ellos – se veían a sí mismos más importantes por el hecho de tener un satélite propio?

Al contrario, esa noción de soberanía va a ser más relevante, aun cuando adopte otras formas. Como marco, en Europa existen unos fondos comunitarios que compartir para impulsar una industria europea de la defensa, que es la matriz de nuestra actividad. Y se están viendo unos movimientos de consolidación e integración. Si digo “otras formas” es porque la soberanía está mutando: de ser una categoría nacional a ser un de alcance multinacional. En nuestro ámbito,  europeo: en tiempo récord, los 27 estados miembros han aprobado y decidido participar en un programa que e llama IRIS2..

Ha mencionado la consolidación. Volvamos sobre esto

Se manifiesta en varias operaciones recientes que seguramente ya conoce. Una es la fusión entre Viasat con Inmarsat. Por otro lado, la francesa Eutelsat anunció el año pasado su combinación con la británica OneWeb; SES e Intelsat mantuvieron  conversaciones para fusionarse, que al final se rompieron. En este contexto, los actores menores, como puede ser Hispasat, tendremos que decidir cómo movernos.

[…] ¿Aislados dejarían de ser viables?

Correcto, pero ahí aparece en escena una componente geopolítica de autonomía estratégica que es muy relevante: El espacio ya es un nuevo campo de batalla entre países y entre bloques. Por lo tanto, si Europa quiere seguir pintando algo en este paisaje, tiene que impulsar el mayor entendimiento entre los agentes europeos.

¿Cómo se involucra Hispasat en esa tendencia?

Hace bastante tiempo descubrimos, y lo mismo les pasó a las telecos, que estaba pasando a mejor vida una manera de competir, por lo que a la hora de desarrollar infraestructuras, a todos nos conviene cooperar con nuestros competidores. En eso estamos. Tenemos proyectos con Eutelsat en los que combinamos capacidades de las partes. Acabamos de cerrar un contrato en Estados Unidos con Intelsat para dar conectividad a la navegación aérea en el corredor del Atlántico Norte. Tenemos algunas iniciativas de cooperación en América Latina, consustancial a esta compañía desde sus inicios. En este marco, soy un convencido de que para ser competitivos en el nuevo orden que está emergiendo, es muy importante participar del programa IRIS2.

¿Quiénes participan, además de Hispasat?

Una relevante conjunción de empresas industriales como Airbus, Thales y Alenia Space junto a operadores satelitales como SES,  Eutelsat  e Hispasat; en este plano están la empresa alemana OHB y una filia nuestra, Idesat. Además, participan Orange y Deutsche Telekom. En algún momento, Telefónica tendrá que pensárselo […] Todo ha ido bastante rápido, afortunadamente: IRIS2 puede ser una gran palanca para que haya más entendimiento en una línea de consolidación en Europa. En este escenario,  tenemos que buscar fórmulas que nos permitan abordar los años venideros. No sólo para Hispasat, sino para crear condiciones que impliquen a la industria española.

[…] ¿Son rentables los LEO?

Hasta hace relativamente poco tiempo, yo tenía mis dudas acerca de la viabilidad económica de esos proyectos LEO. Los que llevamos años en este sector sabemos que no es la primera vez que se intentan. Algunos proyectos colapsaron por problemas tecnológicos, otros por la debilidad de su modelo de negocio.

¿Y por qué dudaba?

Porque el mercado de Internet de banda ancha vía satélite no estaba maduro todavía. Y una de las cosas que han cambiado fundamentalmente es que los actuales proyectos son movidos por personas que tienen una financiación ingente y que al mismo tiempo cuentan con otros negocios, emparentados o no con el espacio pero muy arraigados en Internet. Aunque esas constelaciones no sean manifiestamente rentables de entrada, mientras no incurran es déficit catastróficos, van a salir adelante. Sobre todo si, como parece que ocurre, van consiguiendo un ahorro de costes significativo […] Ahora ya no tengo dudas.

¿Hay un flujo de capitales suficiente que apoye este negocio, pese a que tiene elementos de incertidumbre?

Durante los últimos año ha habido mucha inversión, tanto para desarrollar tecnología como para desplegar nuevas constelaciones […] La percepción de Hispasat es que, cuando hablamos de nuestra visión estratégica, del plan de negocio, de entrar en IRIS2 o del lanzamiento de satélites de nueva generación, los inversores están dispuestos a financiar esos proyectos. No identifico ningún problema futuro y también es verdad que lo digo desde la óptica de una empresa saneada.

¿Qué diferencia hay entre este enfoque y el que se siguió en el proyecto Galileo, en el que Hispasat se dejó algunas plumas?

Una diferencia fundamental es que ahora tenemos un negocio organizado, el de las comunicaciones. No era el caso de Galileo, que por cierto era una iniciativa pública, como lo fue Copernicus, de observación de la Tierra. Ahora se está hablando seriamente de una entente público-privada. A finales de julio está previsto iniciar el diseño de la constelación de IRIS2, con una estimación inicial de 6.000 millones de euros, de los que la Comisión aportará una tercera parte, otra cantidad igual será la contribución de ciertos países y el resto de inversores privados.

Una premisa sobre la que ha desarrollado este mercado satelital ha sido la distribución y consumo de contenidos mercado audiovisuales, que más tarde se extendería a la conectividad. Sin embargo, podría decirse que se han puesto demasiadas expectativas. ¿Es así?  

Hay que aceptar que todos los modelos son cíclicos y decaen. No es lo mismo el negocio de difusión de televisión que el de datos. Este es más de picar piedra […]

Y acoge jugadores más poderosos que los de la TV, que ya es decir.

Hay verticales que antes eran impensables. Nos ha sorprendido la puja por la capacidad de nuestro satélite Amazonas Nexus. Antes se consideraba una barbaridad cualquier cobertura que se perdiera en el mar y era imposible fabricar antenas que no desperdiciaran algo de potencia; por esa razón se ajustaba todo lo posible delimitando una cobertura territorial. Sorprende que de este satélite, que pudimos en órbita el 6 de febrero y que cubre el corredor del Atlántico norte, tenemos vendida casi toda su capacidad.  ¿A quién? A GoGo Intelsat. ¿Y para qué? Para las aerolíneas americanas que hacen vuelos transoceánicos y con ella ofrecer conectividad a bordo. De hecho, nos comprarían más capacidad si la tuviésemos [… ] Lo que estamos haciendo es buscar nuevas oportunidades, nuevos  nichos de negocio.

¿Es una tarea más dura que con la televisión?

Sí, es mucho más duro […] A veces he dicho que el coste ´de fábrica` de un megabit es casi la décima parte que con la generación anterior, pero en el fondo la cuestión no es el coste, porque la misma inversión en un satélite te da ocho veces la capacidad que te daba hace diez años.

¿Las empresas satelitales son rentables, comparadas con otros sectores?

Son rentables, sí. También es cierto que las barreras de entrada son más bajas.

[…] Intelsat se salió de la bolsa para buscar un socio con el que no llegó a un acuerdo. Otras grandes, como Eutelsat o SES, han perdido en tres años gran parte de su capitalización bursátil […] Conozco inversiones más atractivas.

Depende, es el momento de ser selectivos. Antes, tener acciones de una empresa de infraestructura era como estar abonado a un dividendo recurrente, gracias a unos contratos a 10 o 15 años, a la generación de caja […] Los inversores que no están son los conservadores por naturaleza, pero hay otros nuevos, dispuestos a asumir riesgos.

En este contexto, proliferan pequeños operadores de satélites. Algunos poco financiados o con un plan de negocio débil, pero proliferan. ¿Por qué?

Hace un año hicimos una revisión de nuestra estrategia y como mínimo tenemos claro qué locuras no vamos a hacer [risas]. Aquella reflexión a propósito de los LEO ha dado lugar a un compromiso muy firme con IRIS2 […] Secundariamente, podríamos recurrir a la contratación de capacidades de Starlink y de Kuiper cuando veamos que para determinadas demandas podemos satisfacerlas mejor así, que no era nuestra manera de actuar.

¿Cuáles van a ser los nichos más interesantes?

La movilidad, sobre todo aérea y marítima. Otra clave va a estar en los proyectos gubernamentales, tanto en materia de seguridad como en la reducción de la brecha digital […]

A propósito, ¿no hay riesgo de un exceso de expectativas acerca de la cobertura por satélite de las zonas rurales?

Hay un déficit de comunicación porque no es un mercado rentable, este es el problema y no las expectativas que se creen. Ha habido y hay proyectos de despliegue de fibra que se multiplican pero no pueden llegar a todos los sitios. Siempre digo que Hispasat tiene el 100 por 100 de los hogares pasado […] Desde este punto de vista, somos invencibles [risas]

Aunque así sea, toda solución tiene que articularse como mercado […]

Justamente. Es perfectamente posible garantizar a la población el acceso a 100 megas por segundo, que para la mayoría de las aplicaciones usuales es idóneo. Hemos creado un mercado mayorista, UNICO Demanda Rural, que está a disposición de cualquiera operador interesado a un precio regulado de 16,80 euros al mes. Este programa garantiza a cualquier ciudadano pagar 35 euros al mes, un precio mucho más conveniente que las ofertas existentes por las que un ciudadano rural está teniendo que pagar el doble que otro de ciudad. En nuestro caso, la instalación, la antena y el módem son gratuitos hasta un límite de 600 euros, incluído el mantenimiento.

¿Con qué recursos ha sido dotado el plan?

De aquí a 2027, con 76 millones de euros, de los que 40 millones son para que Hispasat garantice la capacidad disponible y 36 millones para subvencionar los terminales, la instalación y el mantenimiento. Acerca de las expectativas, es facilísimo constatar que hay una demanda no cubierta

Al llegar me ha dicho que acaba de participar en una conferencia en Washington. ¿Qué ha visto y aprendido?

Se confirma lo esperado acerca de las constelaciones que vienen. Starlink y, con retraso, Kuiper. Estuve en una presentación impresionante relacionada con los terminales, un tema del que se habla poco pero a mí me parece un factor clave: que la industria sea capaz de desarrollar unos terminales pequeños, flexibles, ágiles y adecuados a cada aplicación. Además, se ha puesto en evidencia la consolidación entre operadores y la aceleración de programas como IRIS2.

¿Se comentó el papel del satélite en la coexistencia entre diferentes infraestructuras de comunicaciones? Por ejemplo, 5G […]

Al final, todo se tiene que complementar. En el desarrollo del estándar de 5G es la primera vez que el componente satelital está integrado. Por lo tanto, 5G y con más razón 6G cuando llegue, van a actuar como redes de redes en las que van a confluir todas las tecnologías al alcance y en cada aplicación se escogerá la más adecuada. Si al final hay – y parece que por ahí van los tiros – una solución satelital que vaya directamente al teléfono del usuario, será otra disrupción.


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