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  26/09/2022

Microstrategy, enganchada al bitcoin

Es conocida la opinión que a Bill Gates le merece el bitcoin: “quienes no tengan tanto dinero como Elon [Musk] harían bien en abstenerse”. Michael Saylor, fundador y CEO de Microstrategy es millonario, pero no tanto como Musk o Gates. Aun así, ha convencido a sus accionistas de adoptar un doble modelo de negocio: además de su software analítico, acumular 130.000 bitcoins, que la semana pasada equivalían a 2.400 millones de dólares. Y que – según ha comunicado – le han costado un total de 3.930 millones en dos años. La volatilidad de la criptomoneda más conocida es la principal razón por la que la acción de Microstrategy se cotiza a una tercera parte del precio con el que inició el año.

Michael Saylor

En agosto, un día antes de presentar los resultados del segundo trimestre, Saylor sorprendió al dimitir de su condición de CEO de la empresa que fundó en 1989, cediendo el puesto a Phong Le, su acólito de los últimos años. La dimisión fue explicada por la conveniencia de que el fundador se ocupe de gestionar directamente los activos digitales de la compañía, lo que le apartará del negocio convencional, que queda en buenas manos. La excusa enmascaraba otro motivo: las pérdidas en el trimestre de 1.062 millones de dólares que contrastan con unos ingresos de 122 millones. En esa cifra se incluyen 918 millones por la depreciación de la cartera de bitcoins.

Dos semanas después, otra sorpresa: la fiscalía de Washington DC imputa a Saylor como responsable de fraude fiscal mediante el falseamiento de su lugar de residencia. Inmediatamente, la empresa se desmarcó diciendo que se trata de un asunto privado de su fundador y ex CEO. Ocurre que no ha sido la primera vez: el año 2000, tras el pinchazo de las puntocom, el valor bursátil de Microstrategy se derrumbó y tras investigarla, las autoridades obligaron a reconstruir su contabilidad de los dos años precedentes, un episodio que se saldó mediante un acuerdo extrajudicial por el que Saylor pagó una multa.

Tal es el personaje de una historia insólita. En agosto de 2020 – plena pandemia – Saylor decidió y el consejo consintió, que Microstrategy subastaría acciones por 250 millones de dólares acciones para invertirlos en la compra de 21.454 bitcoins. Según su tesis, el dólar estaba condenado a una degradación, por lo que huir de la moneda fiduciaria quedaba justificado en nombre de una mejor asignación den el capital para “maximizar el valor a largo plazo a nuestros accionistas”.

La explicación merece ser transcripta: “nuestra decisión está motivada por la confluencia de actores macro que afectan el paisaje económico y que, a nuestro juicio, crean un riesgo a largo plazo nuestro programa corporativo de tesorería”. La crisis sanitaria originada por la Covid-19 y los estímulos y medidas financieras adoptadas por las autoridades tendrían como efecto el debilitamiento del dólar. Ocurrió lo contrario: el dólar se ha fortalecido, aunque esto no es una buena señal.

Saylor – y con él la empresa que controla – reconocía en el bitcoin “un activo  legítimo destinado a alcanzar una importancia superior al efectivo […] En consecuencia, lo adoptaremos como principal activo primario en nuestras reservas”. Desde entonces, aquella convicción dogmática y personal de Michael Saylor secuestró la estrategia de Microstrategy. La gestión del negocio quedó en manos de Phong Le mientras Saylor controlará la timba.

Desde la primera compra en 2020, el bitcoin se revalorizó más del 400% hasta marzo del año siguiente, lo que llevó a que Microstrategy pusiera más fichas en la ruleta. Por un tiempo, las acciones de la compañía subieron por una razón ajena al negocio: para inversores timoratos, comprarlas era una forma de apostar por el bitcoin sin tener que aflorar el riesgo que tomaban.

La seducción que ejerce el bitcoin no es nueva. Goza de la reputación de ser una criptomoneda establecida, por ser la más antigua primera y porque a su sombra han florecido otras iniciativas. Que se sepa, Saylor ha sido el primer empresario de verdad – con la excepción de un caprichito pasajero de Elon Musk en Tesla – en incorporar el bitcoin como activo digital de su empresa.

Desde mediados de 2020, Microstrategy logró recaudar 3.400 millones de dólares mediante la venta de acciones y bonos convertibles además de un préstamo garantizado, a precios cada vez más altos, que invirtió traficando con bitcoins. Fue un período glorioso para sus competidores en el mercado de business analytics y un período mediocre para las ventas de software de Microstrategy, que pasaron de 110,6 millones en el segundo trimestre de 2020 a 123,3 millones en el de 2021 y a 122,1 millones entre abril y junio de 2022. La disparidad de proporciones hace que los resultados económicos queden expuestos a la volatilidad de la criptomoneda.

La fortuna personal de Michael Saylor, que Forbes estima en 1.600 millones de dólares, le ha permitido desentenderse de la empresa. Lejos de bajar el pistón, sigue sosteniendo su acierto con el argumento de que el bitcoin ha subido más del 70% desde su primera adquisición. Omite que la mayor parte de las compras de Microstrategy fueron posteriores y a precios más altos. De otro modo no podría explicarse el deterioro del balance.

El millonario podría capear las quejas de sus accionistas gracias a que, con un 20% del capital, se ha asegurado el control del 68% de los votos gracias a que sus acciones pertenecen a una clase especial. A corto plazo, parece poco probable que la empresa se enfrente a una tensión financiera, pese a que el bitcoin sigue por debajo del listón de 21.000 dólares que es el precio límite para Microstrategy. En teoría, por debajo de esa cifra, tendría que añadir garantías que respalden la deuda contraída para comprar criptomonedas.

No le hará falta, de momento, gracias a que cuartas partes de su cartera de bitcoins todavía están disponibles para servir como garantía, lo que deja un buen margen para seguir apostando. El problema podría producirse más adelante. si el bitcoin siguiera cayendo y perdiera su estatus actual como la menos errática de las cibermonedas existentes.

Entretanto, los resultados corporativos empiezan a registrar el impacto negativo. No sólo el bitcoin produce pérdidas; también la venta de software declina: en el último trimestre publicado, el descenso ha sido de 3% anual, pero – he aquí una dosis de sarcasmo – si se contabiliza en dólares constantes, ha crecido un 2%. En defensa de la estrategia, el nuevo CEO Phong Le ha argumentado que los ingresos de suscripción siguen creciendo a razón del 40% interanual, pero el porcentaje que tiene truco: son sólo 14 millones de dólares, un modesto 11,5% de las ventas totales.

Los analistas, cuya misión primera es aconsejar a los inversores, no están dejando pasar ningún detalle. Como este, por ejemplo: la compañía gasta más de lo que ingresa. Los costes de explotación – que incluyen ventas y marketing, I+D y gastos generales – han pasado de 104 millones en el primer trimestre a 107 millones en el segundo. Esto ha sido interpretado como un síntoma de estancamiento, que genera pérdidas, aunque parezcan menores si se miden en comparación con las generadas por el bitcoin.

Las explicaciones de Saylor suelen rozar el delirio. Como ésta: en los dos últimos años, ha explicado a los analistas, el rendimiento bursátil de Microstrategy ha subido un 54% más que el de Google, un 43% más que el de Amazon y un 34% más que el de Microsoft. Una clara pérdida de perspectiva.


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