7/12/2010

Microsoft y Google: colisión en el aire

El parte sería más o menos este: Google ataca a Microsoft por varios flancos, pero ninguno está mejor defendido que Office, su negocio más rentable. Sabiéndose hostigada, Microsoft reacciona con una estrategia articulada en torno al lanzamiento de su propia oferta “en la nube”, pero tiene que evitar que el balance económico entre esta y el modelo de licencias no sea desfavorable. Esta viene a ser una paráfrasis – la realidad es más compleja – de los movimientos de ambos enemigos en las últimas semanas. En la colisión que se prepara, las dos compañías corren riesgos dispares: a Microsoft la batalla puede salirle más cara que a Google, cuyo negocio está en otra parte.

En lugar de atrincherarse en la posición conquistada, Microsoft puso en marcha un servicio cloud de nombre diabólico: BPOSS (Business Productivity Online Standard Suite), un paquete que mezcla Exchange, SharePoint Server y Communications Server. Ahora da otro paso adelante: se llama Office 365,  estará disponible el año próximo y lo están probando un millar de clientes. Combina los rasgos de BPOSS con los del joven Office 2010. Se trata de un servicio por suscripción con varios niveles: uno para pymes de menos de 25 empleados, a 6 dólares por usuario/mes, y otro para grandes empresas – incluye la opción de instalar Office Professional Plus en cada puesto de trabajo – que sube hasta un máximo de 24 dólares por usuario/mes. Están previstas otras ediciones, para gobiernos y educación, y se considera la posibilidad de firmar acuerdos de volumen.

Su competencia directa, Google Apps, tiene cuatro versiones: una básica y gratuita para un máximo de 50 usuarios, otra para empresas – a 50 dólares por usuario/año – y las que ofrece a entes gubernamentales y escuelas o universidades. Lo más llamativo en esta iniciativa de Google es el fruto de la adquisición de DocVerse, por la que pagó en marzo 25 millones de dólares (curiosamente, Microsoft rehusó comprarla, pese a su afinidad). La especialidad de DocVerse es un plugin que permite la colaboración en la nube con las tres aplicaciones básicas de Office: Word, Excel y PowerPoint. Con este software en su propiedad, Google ha montado un servicio que llama Cloud Connect: está disponible para Windows, y su propuesta consiste en que los usuarios de Office 2003, 2007 y 2010 puedan sincronizar sus documentos con la nube de Google sin salir de Office. Una vez sincronizados, disponen de backup y una URL propia para acceder a ellos en cualquier momento a través de Google Docs, incluso desde dispositivos móviles.

En otras palabras, con Cloud Connect Google trata de infiltrarse en territorio de Microsoft. Esta es una interpretación de la maniobra: Google conoce la dificultad de atraer a las compañías cuyos empleados trabajan con Office y las pocas que han adoptado la suite gratuita Google Docs, no han renunciado a sus acuerdos de licencia con Microsoft. ¿Desconfianza? Tal vez, pero Inyectar el código de Cloud Connect en la base instalada de Office es una táctica audaz.

Microsoft ya tiene una versión de Office online para usuarios individuales, pero sus prestaciones son limitadas. Ahora pretende que se puedan compartir documentos creados con Office, posibilidad que entiende como un incentivo a la fidelidad, no como una conversión radical del producto físico a la nube. Las magnitudes son difíciles de apreciar, porque la compañía no ha revelado cuántos suscriptores piensa captar; lo único que ha dicho es que en abril contaba con 2 millones de puestos de pago. Por su lado, Google dice tener 30 millones de usuarios en 3 millones de organizaciones, pero sólo una ínfima minoría paga por el servicio: en su último informe económico, contabiliza ingresos por 254 millones bajo el epígrafe “otros”, que abarca Google Apps junto con la facturación por buscadores de empresas.

Sumando las cartas de uno y otro, es plausible afirmar que Google corre poco riesgo en el envite. La mayor parte de sus ingresos (y prácticamente todos sus beneficios) proceden de una única fuente, la publicidad en el buscador; con ella puede financiar otras actividades y algunos caprichos, pero a la larga su credibilidad se juzgará por la comparación con Microsoft. Para esta, en cambio, la apuesta es de alto riesgo: Exchange (email) y SharePoint (colaboración) aportan anualmente unos 3.000 millones de dólares a la facturación total; Office, otros 12.000 millones o más. ¿Qué proporción de estos ingresos puede trasplantarse a la nube sin que una parte significativa se pierda en el trayecto?


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