21/06/2012

Microsoft lee la cartilla a la industria

Los que dijeron que Microsoft iría directamente a la yugular de Apple, acertaron. Los que elucubraron – entre ellos el autor de este blog – al final desvariaron. Surface, la tableta que la compañía presentó el lunes 18, es el mejor competidor para el iPad, quizás el único a su altura. Quedan deslucidos aquellos que han intentado en vano batirse con Android contra el líder. Será o no una amenaza real, dependiendo de la moraleja que los fabricantes saquen del reto que Microsoft les ha echado a la cara: para competir con Apple, hay que hacerlo con su arma favorita, la íntima integración entre hardware y software. Una lección que contradice el modelo de negocio de Microsoft.

No es este un pequeño problema para la novedad, y puede ser grave para los planes en marcha de los fabricantes – HP, Dell, Acer, Lenovo, Toshiba, Asus y otros – que llevan meses trabajando en nuevas tabletas sobre las dos próximas variantes de Windows. Durante los dos últimos años, directivos de Microsoft se han quejado, siempre en privado, de la pereza de esos fabricantes para crear nuevas experiencias de usuario; les reprochaban estar a la espera de que un nuevo procesador les sacara las castañas del fuego y/o que alguna factoría asiática interpretara sus ideas a costes decrecientes. Por su parte, los interpelados retrucaban que la raíz del problema era Windows.

Ahora que Windows 8 está a punto de llegar, en dos sabores para sendas arquitecturas de procesador, esa discusión adquiere otro valor. Steve Ballmer dijo el lunes, en la presentación de Los Ángeles, una frase que parece banal pero tiene la intención de desmentir la cantinela mediática sobre la muerte del PC: “Surface combina lo mejor del PC con lo mejor de los dispositivos móviles”.

La nueva tableta viene a ser, en la práctica, un prototipo, o un diseño de referencia. Además, podría llamarse tableta o híbrido a mitad de camino de un ultrabook. Tendrá dos modelos, uno con Windows RT y basado en chips de arquitectura ARM [¿Qualcomm?], y el otro con Windows 8 sobre procesador Ivy Bridge, de Intel. La divisoria de aguas sugiere – pero no se ha dicho así – que el primero estará más orientado al consumidor y el segundo a los usuarios profesionales en el ámbito empresarial. Dependerá en gran medida de las aplicaciones y contenidos que aporten los desarrolladores y partners que Microsoft tendrá que reclutar en los meses que vienen. Las especificaciones publicadas son demasiado escuetas: nada sobre la resolución de la pantalla – sólo se conoce una denominación: Clear Type HD -, y nada en absoluto sobre la duración de la batería.

Ballmer, más comedido esta vez que de costumbre, subrayó que el producto ha sido concebido y diseñado por empleados de Microsoft, que se han encargado de toda la ingeniería del proyecto, del principio al final. Como es de rigor, no dio ninguna pista sobre la responsabilidad de su fabricación. Otro vacío de información es el precio: será “competitivo con las tabletas ARM comparables o con un ultrabook basado en las normas de Intel”. De lo que puede deducirse que el modelo Windows RT se vendería a entre 600 y 700 dólares [como el iPad], y el Windows 8 estará en el límite de 999 dólares [coincidente con la tarifa más baja de un MacBook Air].

La acogida de la novedad ha sido entusiasta, con la previsible excepción de ese sector de los medios siempre preparado para lanzar andanadas contra todo lo que no proceda de Apple. Lo más elogiado por los comentaristas ha sido el accesorio (de serie, no opcional) que cubre el dispositivo y hace las veces de teclado. Con esta idea, el Surface se aparta ventajosamente de la tableta de Apple, que niega la necesidad de teclado físico. Otra diferencia es la presencia de USB, que el iPad no tiene por una controvertida manía de Steve Jobs.

La disponibilidad es un asunto clave que da para varias lecturas. El primer modelo saldrá al mercado junto con Windows RT, en fecha no confirmada, y el segundo, con Windows 8, 90 días más tarde. ¿Por qué mostrarlos tan pronto, para luego escamotearlos durante meses? La explicación más plausible es que se quiere dar margen a los partners históricos de Microsoft – aparentemente no advertidos de lo que se cocía en Redmond– para espabilar y reelaborar en consecuencia sus diseños de tabletas y ultrabooks de 2013.

En la historia de Microsoft, vender hardware es antinatural, y si ha dado este paso no es porque le interese romper su modelo de negocio, sino por la búsqueda de un revulsivo. Por tanto, no suena muy atinada la opinión de quienes han escrito que el Surface competirá a la vez con Apple y con las marcas que han sido fieles a Microsoft. Según Ballmer, estas tendrán un trato paritario en costes y características (a saber qué precio de la licencia se entiende por paritario).

Tampoco es tan cierto decir que “saldrá al mercado”, puesto que sólo está previsto que se venda en las tiendas de Microsoft en Estados Unidos (una veintena) y a través de “ciertas tiendas online seleccionadas”. Es poco, demasiado poco, tanto si se compara con la fabulosa capacidad de comercialización de Apple a través de tiendas propias, como con el extenso canal minorista del resto de fabricantes.

Una incógnita es si esos fabricantes sabrán aplicar la moraleja de la iniciativa. Tampoco tienen opciones, todo hay que decirlo, porque Google no ha ofrecido hasta ahora una alternativa creíble al iPad [incluso Samsung da la impresión de haber bajado los brazos] y, en todo caso, también siente la tentación de aunar hardware y software bajo su propia marca.


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