Que las TIC son instrumento clave en la prestación de servicios sanitarios, es una obviedad. Más allá de su faceta como facilitador para la mejora de los procesos, dan respuesta a la imperiosa necesidad de reducir costes, y tienen un enorme abanico de posibilidades que se abren en torno a la movilidad, con un gran potencial – todavía poco explotado, contra lo que pueda sugerir el marketing – en una región como Europa, donde el envejecimiento de la población y la ´cronificación` de ciertas patologías son el telón de fondo de experiencias pioneras que no siempre proceden de los grandes actores de la industria, ni necesariamente de las instituciones.
Cada vez que se habla de Internet de las cosas, o de machine-to-machine, sale a relucir el sector de la salud como uno de los vectores del mercado. Es lógico, pero todavía futurible. En España, no obstante, se da un fenómeno presente que viene al caso: al uso masivo de dispositivos móviles (más de 50 millones, la mitad conectables a Internet) se une a una alta penetración entre los colectivos de más edad. Según los datos publicados por el Imserso, más del 60% de la población mayor de 65 años es usuaria de un teléfono móvil. Por tanto, el foco de la llamada eHealth se desplaza a su modalidad más reciente, la mHealth. No se trata de la proliferación de aplicaciones móviles de dudosa calidad, sino de iniciativas que aportan valor, tanto por la innovación como por su utilidad social.
En el lado de las buenas prácticas sirve de ejemplo, entre otros, la experiencia puesta en marcha por la Asociación Parkinson de Madrid y su federación correspondiente, para la prestación a estos enfermos crónicos de servicios online que incluyen tele-rehabilitación con instrumentos como Kinect y Wii.
En buena lógica, podía esperarse que organizaciones usuarias como la citada contaran con la colaboración de alguna multinacional del sector; por esto llama la atención que el mérito haya correspondido a una pyme, nacida como spin-off de un grupo de trabajo (GBT, Grupo de Bioingeniería y Telemedicina) dentro de la Universidad Politécnica de Madrid. La pyme en cuestión se llama Ártica Telemedicina, y ha contado con apoyo del plan Avanza y de fondos europeos, pero a diferencia de otros proyectos bien intencionados que se pierden en la arena por falta de continuidad, el de Ártica no ha pasado inadvertido.
Recientemente, el grupo CMC, especializado en servicios a los sectores banca, seguros y energía, tomó la decisión de comprar Ártica, ampliando así su alcance al sector sanitario. El fundamento de este gesto es una estimación, quizá generosa o quizá no: la eHealth llegará a mover en España un volumen de negocio de 4.000 millones de euros en 2015, de los cuales 2.500 millones sólo en el capítulo mHealth.
La cifra resulta cuanto menos llamativa, si se tiene en cuenta que en la actualidad la inversión en TIC del sector sanitario español – sólo el público, no se sabe si incluye la ingeniosa ingeniería política de privatizaciones – se cifra en 727 millones de euros (2010), y sólo el 27% (197 millones) del total correspondería a inversión. Otra métrica posible es esta: las TIC representan el 1,23% del conjunto del gasto sanitario en España, frente a ratios muy superiores en otros ámbitos.
Sin embargo, el cálculo no sería descabellado atendiendo a los datos publicados por la consultora PwC, que en su informe «Diez temas candentes de la sanidad española para 2013» estima que sólo el mercado de mHealth moverá el corriente año – a escala mundial, eso sí – unos 4.000 millones de dólares, y podría alcanzar los 23.000 millones en 2017.
Los números pueden ser opinables, pero el potencial no ha pasado por alto a CMC, que llevaba cerca de dos años buscando una empresa que le permitiera dar el salto al sector de la salud – por lo demás, contiguo al asegurador, una de sus especialidades – y entiende que Ártica puede ser una pértiga. De otro lado, Ártica consigue el músculo necesario, y ambas toman posiciones en un sector que, en palabras de Jaime Hortelano, consejero delegado de CMC, está todavía por eclosionar: «al margen de las apps personales, existe un mercado muy atractivo, que está requiriendo tecnología avanzada y con un componente de seguridad». Hospitales, clínicas, laboratorios y compañías de seguros van a incrementar la demanda de soluciones móviles, explica Hortelano.
Este último aspecto no es banal. De hecho, todo apunta a que serán los propios usuarios, así como los profesionales sanitarios, los que van a impulsar este cambio de perspectiva. Por supuesto, el sector privado – que según Hortelano representa un 30% del ´mercado español de la salud` – está llamado a jugar un papel relevante. Las asociaciones de pacientes son conscientes del valor de conjugar las TIC y la movilidad para establecer nuevos modelos de relación entre profesionales y pacientes.
Tampoco es trivial la referencia al «componente de seguridad». Según se hagan las cosas, podría correrse el riesgo de soluciones de baja calidad, o incluso de malas prácticas desde el punto de vista clínico. La experiencia de Estados Unidos ha puesto de relieve que en mHealth no todo se hace como se debería hacer: el 89% de los profesionales sanitarios usan sus smartphones personales en su actividad profesional, el 41% prescinde de protegerlos contra intrusiones, y el 53% accede a redes wifi cuya integridad desconoce.
Los pronósticos de CMC son entusiastas, a pesar de la oleada de recortes que afecta al sistema público. «El porcentaje de la salud en nuestro grupo será de alrededor del 20% de los ingresos en el plazo de tres años». Habría que incluir en este porcentaje el negocio que la empresa ambiciona ganar en mercados como América Latina, donde tiene presencia en México y pretende desembarcar en otros dos países próximamente. Es una región que Hortelano califica de prometedora: «la asistencia social no está muy desarrollada, y mientras en Europa tenemos experiencia, allí hay más necesidades, y más recursos».