Empresas e inventores españoles presentaron 2.192 solicitudes de patentes ante la Oficina Europea de Patentes (OEP) en 2024. Pueden parecer pocas, porque el 1,1% de 199.264 es poco impresionante. Pero el número de solicitudes españolas ha crecido el 3% interanual mientras el conjunto de solicitudes disminuía ligeramente (-0,1%). Y si el cálculo se limita a los 39 países miembros de la OEP la proporción sube al 2,5%, que ya es otra cosa. Ha de tenerse en cuenta que el 56,7% de las solicitudes procedieron de países no europeos: Estados Unidos, China y Japón encabezan la lista. “Pero no lo vemos como una cuestión de bloques”, aclara Luis Berenguer, director de comunicación de la OEP.

Luis Berenguer
Aunque el perímetro de la OEP es más amplio que el de la Unión Europea, António Campinos, presidente del organismo desde el 2018, se ha remitido remite a los informes de Enrico y Mario Draghi al comentar el balance estadístico del año pasado: “ambos documentos nos han advertido que, si quiere ser competitiva a nivel mundial, Europa debe mejorar su ecosistema de innovación y ayudar a los inventores a mejorar y comercializar sus invenciones. Los datos de la OEP muestran una hoja de ruta para esas prioridades industriales, políticas e inversoras”.
En lo que concierne a las cifras de España, el desglose de la estadística anual incluye distintas clasificaciones. Una de ellas indica que “Cataluña se sitúa de nuevo entre las regiones más innovadoras de Europa” puesto que lidera el ranking territorial con 724 solicitudes al cierre del año; es un ligero descenso interanual, pero aun así representa el 36,2% del total español, porcentaje que duplica el de Madrid. Y, por cierto, estas dos autonomías concentran el 51,8% del total español; les sigue el País Vasco.
Otra forma de verlo es esta: el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) continúa siendo el mayor solicitante español de patentes europeas; en segundo lugar aparece la empresa Amadeus; dos universidades – la Politécnica de Catalunya y la del País Vasco – cierran la lista de los diez primeros solicitantes. Por campos de aplicación, los tres principales en España son, respectivamente, la farmacéutica, la tecnología médica y la biotecnología, un terceto significativo de las tendencias en I+D. En cambio, las tecnologías de computación- incluye la inteligencia artificial – que encabezan la tabla europea, sólo ocupan la décima posición en las solicitudes españolas.
El Patent Index 2024 ofrece una riqueza de información adicional que amerita una visita a la web de la Oficina. La entrevista online con Luis Berenguer, desde la sede de la OEP en Munich, ha permitido poner en su contexto las cifras y tendencias del informe. A continuación:
Se habla continuamente de innovación, a veces oportunistamente. ¿Significa que ha cambiado la imagen que las sociedades europeas tienen de las patentes?
Según nuestra percepción, el tema de las patentes está muy presente en el tejido económico y empresarial así como en el ámbito de la I+D. Estamos viendo que incluso en países en los que una conciencia al respecto no era tan evidente, como puede ser el caso de España, la conversación es más común. Las estadísticas que acabamos de publicar lo confirman.
¿Influye la actividad de la Oficina Europea de Patentes?
Eso creemos. Una parte de la labor de la Oficina es de concienciación acerca de la patente. No de la patente per se, sino en poner sobre la mesa que, si la sociedad quiere proteger la innovación, si se quiere recuperar la inversión en desarrollo científico y tecnológico, hay un instrumento al alcance que se llama patente. Y que es posible registrar una invención de diversas formas, una de las cuales es la patente unitaria [nota: mecanismo que da validez simultánea a una patente entre los países firmantes de la convención europea sobre la cuestión.
¿Se puede considerar que ha sido generalmente adoptada como instrumento por las empresas y los inversores?
Es lo que intentamos con nuestros estudios regulares. Le invito a leer uno, Mapping investors for European innovators muy reciente. Y otro en el que analiza la realidad de las patentes en el ámbito de las universidades. Tratamos de hacer ver a las empresas, sobre todo a las startups de base tecnológica, que con una patente se consigue más valor en el mercado. Cuando un inversor busca apoyar un desarrollo científico o tecnológico, o una invención, la existencia de una patente – y si ha sido reconocida por esta Oficina se le atribuirá más calidad – si me permite presumir – verán más posibilidades de retorno.
Detengámonos un momento en esa referencia a las startups […]. Puede ser relevante para mi blog.
Algunos estudios demuestran que cuando las startups tienen algún activo de propiedad industrial o intelectual, sus posibilidades de sobrevivir son más altas. La patente garantiza que se trata de una invención nueva y que tiene aplicación en el mercado, además de la exclusividad de uso. No se puede olvidar que la inversión es recuperable gracias al monopolio que deriva de la patente por un período determinado; no es un derecho eterno sino que caduca a los veinte años.
¿Quiere decir que la patente asegura que el producto tendrá un valor de mercado?
No exactamente. Lo que caracteriza a la patente es la exclusividad de uso para ir con el producto al mercado. Hay algunas, quizá muchas, patentes que luego no han tenido el valor esperado, ya sea por no responder a lo que el mercado quería en ese momento o bien porque la solución se podía conseguir por otros medios que no requerían patente. Me parece evidente que las grandes invenciones que han tenido éxito en el mercado están todas protegidas por patentes.
[…] Me refería a lo que no sé si llamar tendencia: la noción de que una patente confiere valor a algo que puede no merecerlo.
Eso lo decide el mercado: si algo tiene valor o no lo tiene. Quien hace un esfuerzo o invierte en el desarrollo de un invento, suele preocuparse de hacer su business case, de averiguar si puede tener valor en el mercado y cómo será recibido Pero este no es el objetivo de la patente, sino que el invento tenga aplicación industrial, que solucione un problema. Luego será el mercado el que decida, igual que lo hace con una canción, un libro o un modelo de coche, si alcanza el éxito o no llega […]
¿Interesa a la Oficina juzgar la calidad de la patente?
Para nosotros, la calidad es fundamental. Absolutamente. ¿Qué es la calidad en una patente? Que no sea susceptible de anulación por un tribunal. Me explico: cuando tienes una patente, en el caso de infracción vas a ir a una demanda para defender tu derecho o tu exclusividad. Y si un competidor considera que la patente no es tan original como se ha declarado, puede proceder judicialmente contra el registro […] Desde nuestro punto de vista, que una patente pueda defenderse en atención a su calidad significa que no podrá ser revocada por la justicia y, por experiencia, demuestra que las patentes que otorga esta Oficina son de la más alta calidad y así nos lo vienen diciendo los usuarios de forma regular.
La existencia de este organismo de carácter europeo puede entenderse como afirmación de un bloque económico. ¿Forma parte de los objetivos?
Esa batalla de bloques no entra en los objetivos de la Oficina. Lo que sí es cierto es que el principal país en la solicitud de patentes europeas es Estados Unidos; también los países asiáticos se van acostumbrando a solicitar patentes europeas. Es lógico, porque la patente es un derecho de exclusividad en un ámbito territorial, de manera que si los productores estadounidenses o asiáticos quieren entrar en el mercado europeo es recomendable que tengan una patente europea que les evite problemas. Del mismo modo, si un europeo quiere ir al mercado de Estados Unidos, tendrá que dirigirse a la oficina de patentes de ese país para protegerse. Ahora bien, somos muy conscientes del contexto: por eso hemos colaborado con el equipo de Mario Draghi en la presentación de su informe encargado por la Comisión Europea. Tenemos un terreno común: apoyar la competitividad de Europa en el mundo.
El número y calidad de patentes son factores de competitividad ¿es lo que quiere decir?
Obviamente, el incremento de la competitividad en Europa o una mayor capacidad de inventar en Europa, normalmente deberían expresarse en una patente. El mecanismo que la facilita puede variar: por ejemplo, aplicar reducciones a las pymes o las startups cuando solicitan una patente, o poner a disposición gratuitamente nuestras bases de datos, son fórmulas que estamos poniendo en práctica.
Puede ser demasiado genérico, pero ¿cuál es el valor social que esta Oficina protege en su ámbito territorial?
¿El valor social? Los beneficios que produce un invento están protegidos por una patente. Porque cuando una patente entra en juego, genera algo que, desde la perspectiva del sistema económico europeo, suele estar mal visto, un monopolio. Sabemos bien que desde la Segunda Guerra Mundial en Europa se defiende el mercado combatiendo los monopolios. Pero también sabemos que la existencia de un monopolio, en nuestro caso, está justificada por la inversión que se ha hecho en investigar para llegar a un invento que produce ese beneficio social.
[…] esperado.
Desde luego, no se puede asegurar a priori. Gracias a la investigación farmacéutica precedente fue posible llegar a la vacuna de la COVID en menos de un año, lo que sin duda constituye un hito en la historia de la humanidad […] Recuerdo de aquellos meses que la gente hablaba de las vacunas como si se tratara de una denominación de origen: “la mía es de Moderna, ¿de quién es la tuya?” [risas] Se ha generado una patente que conlleva exclusividad sobre la vacuna pero al mismo tiempo, o incluso con anterioridad, ha habido unos desarrollos farmacológicos de acceso público que han servido para que los laboratorios pudieran llegar por distintos caminos y ritmos a presentar ese beneficio, que puede ser extensivo a otros; la patente entra al final, lo verdaderamente importante es la necesidad de quienes están inventando algo que busca resolver problemas de la sociedad. Y la sociedad tiene en sus manos un instrumento fiable, más o menos válido según para quién, que va a determinar que el invento llegue a funcionar o no, si va a tener éxito o no.
Si una patente es susceptible de producir beneficios económicos, es previsible que haya conflictos […]
Evidentemente, hay conflicto. Pero la Oficina tiende a ser neutral; digo que tiende, porque también es parte ya que su decisión puede ser cuestionada en sede judicial. No faltaría más, estamos en un estado de derecho.
Una vez adoptadas, las decisiones de la Oficina adquieren valor colectivo […]
Todas las decisiones. Somos parte de una administración internacional porque así lo han decidido los 39 estados miembros y estos se reúnen una vez al trimestre en un consejo de administración. Son ellos, no las farmacéuticas ni las tecnológicas: son estados miembros soberanos. De las tendencias que se observan en los litigios sobre patentes, sólo puedo decir que en el 80% de los casos los tribunales respaldan la decisión previa de la Oficina. Es lógico pensar que, tal como va creciendo el número de solicitudes de patentes europeas y el de patentes unitarias, también van a crecer los litigios, pero estamos convencidos de que la OEP sigue siendo un actor muy sólido por la calidad de sus decisiones.
¿Los sectores económicos están representados de alguna manera? ¿Actúan como lobbies para influir sobre las decisiones de la OEP?
En nuestro caso no hay posibilidad de lobby. Somos conscientes de que hay asociaciones de usuarios del sistema de patentes, igual que hay asociaciones de usuarios del sistema bancario u otras de parecida inspiración […] Con ellas tenemos reuniones regulares que se centran en el proceso de otorgamiento de patentes; precisamente, en asuntos de calidad, de gestión del tiempo, etc.
Es natural pensar que el análisis de una solicitud tiene que ser un proceso complejo
Nos lo tomamos muy seriamente, precisamente porque somos conscientes de que si la OEP otorga una patente podría implicar la viabilidad o no de un negocio. De manera que tres examinadores analizan cada solicitud, cada una de las 200.000 solicitudes que se reciben al año. Hay una determinación de los criterios de patentabilidad, entre los cuales si supone un avance en el estado de la técnica o, dicho de otro modo, si realmente es un invento. Y, como he dicho antes, que sea susceptible de aplicación industrial. Este proceso dura casi tres años. El plazo es largo para los usuarios, demasiado para muchos, pero no es algo que pueda tomarse a la ligera: se trata de una patente que va ser exclusiva durante veinte años, pero que va a inducir nuevas innovaciones y nuevas patentes. Es importante añadir que, además de la misión fundacional, somos una oficina de patentes sino un reservorio de conocimiento, porque tenemos un archivo con billones de documentos que están accesibles pública y gratuitamente para los investigadores.