Cuarenta años llevan Intel y AMD enfrentándose en el mercado y los tribunales. Al fin parece que están de acuerdo en algo: cooperar para que Intel incorpore tecnología gráfica de AMD en sus nuevos chips para portátiles. Hay quien cree en la posibilidad de mayor entendimiento entre ambas para frenar la supremacía alcanzada por Nvidia en las tarjetas gráficas y los procesadores dedicados a inteligencia artificial. A la vez, ¿contradictoriamente? Intel ha fichado a Raja Kodura, artífice del desarrollo de la tecnología gráfica de AMD durante los últimos años, para ponerlo al frente de su nuevo grupo Core and Visual Computing, lo que tal vez hará innecesario llegar a acuerdos como el anunciado.
Los detalles del acuerdo son parcos, por no decir confusos, pero dan a entender que ambas compañías han aparcado sus diferencias de fondo y se disponen a un compromiso en aquello que es de beneficio mutuo: el análisis sistemático a velocidad vertiginosa de miles de millones de imágenes, con el objetivo de generar inteligencia artificial mediante el descubrimiento de patrones comunes, sin por ello dejar de competir en las categorías que hacen el mayor volumen de su negocio.
No está clara, ni mucho menos, la naturaleza de los programas que vayan a desarrollarse sobre estas bases de IA. Entre otras cosas, porque no hay un sistema preciso y fiable para evaluarlos. En cualquier caso, sería difícil encontrar una empresa que no esté ansiosa por desarrollos de inteligencia artificial que la haga más competitiva y, claro está, rentable. Luego, ya se ha visto, muchos se quedan por debajo de la exageración mediática inicial.
Todo esto ocurre bajo la cobertura de otro mantra, la transformación digital, que también sirve para un roto como para un descosido. Lo que no deja duda alguna es el alza en la cotización de Nvidia, porque la compañía promete resultados tangibles en quienes usen sus tarjetas gráficas y la arquitectura en que se basan. Es natural que otros fabricantes vayan por la misma vía.
En los últimos meses, AMD ha desarrollado una tecnología gráfica que lleva el nombre de Vega, que sirve de base a una gama completa para tareas muy exigentes en videojuegos, realidad virtual e inteligencia artificial. Sus muy recientes tarjetas Radeon Instinct van dirigidas, precisamente, a atender este mercado.
Intel es de sobra conocido por su capacidad para fabricar procesadores cada vez más potentes: los últimos son los Xeon Scalable para servidores y los Core de octava generación para ordenadores de sobremesa portátiles. Pero también es conocida por haber pasado años intentando desarrollar su propia tecnología gráfica. De una compañía con estos recursos podría esperarse que sacara el máximo partido a sus procesadores sin excederse en el consumo de energía, que los dispositivos en que se integran no se calienten demasiado y tengan el máximo de autonomía. La verdad es que desde hace tiempo sus procesadores incluyen capacidades gráficas, pero se han dejado comer terreno en el mercado. Si se pretende obtener tan ambiciosas prestaciones, no hay más remedio que añadir una tarjeta gráfica dedicada, que suele ser de Nvidia.
En los últimos meses se han desatado los rumores en torno a si el contrato, por el que Intel usa tecnología de Nvidia bajo licencia, se renovaría o no a su expiración. Intel no disimula su incomodidad por tener que depender de este adversario. Máxime cuando todo indica que Nvidia será un actor de primera fila en los desarrollos de inteligencia artificial en la próxima década: los centros de datos van a emplear masivamente tarjetas gráficas. Pero Intel no puede permitirse el utilizar en los Xeon Scalable o en los procesadores que diseña para IA la tecnología gráfica de Nvidia y su plataforma de software CUDA: hacerlo equivaldría a renunciar a tener una personalidad propia en esos mercados y dar un espaldarazo al competidor.
Al mismo tiempo, Intel y AMD comparten desde sus inicios la arquitectura x86 en todos sus procesadores, debido a que IBM obligó a Intel a compartirla con su rival de modo de garantizarse que tendría un segundo suministrador en la fabricación del PC, aparecido en 1981. Desde entonces Intel ha tratado de desvincularse de ese compromiso, pero los tribunales se lo han negado. Hoy resulta que un efecto beneficioso de compartir arquitectura viene a ser que la tecnología gráfica de AMD es totalmente compatible con los procesadores de ambas compañías. Por consiguiente, una alianza entre ellas sería buena si se pusieran de acuerdo, en la medida que estarían en mejores condiciones de atacar a Nvidia.
No hay alianza ni se la espera. Lo que sí hay es el anuncio de Intel sobre el desarrollo de un procesador para portátiles que combina su tecnología de procesadores con la tecnología gráfica de AMD. El chip debería ser capaz de tratar los programas de videojuegos más sofisticados con portátiles ligeros y gozar de amplia autonomía. Se prevé que esté disponible muy a principios del año entrante y, probablemente, la mayor capacidad gráfica de Intel será uno de los asuntos estrella de la presentación inaugural de Brian Krzanich, su CEO, el 8 de enero en el CES de Las Vegas. Curiosa parábola: la keynote de 2017 la protagonizó el fundador de Nvidia porque Krzanich no quiso pujar por ese privilegio.
Según lo comunicado por Intel, el nuevo procesador formará parte de la serie Core H de alto rendimiento, con la tecnología de memoria HBM2 y una tarjeta gráfica suelta de la gama Radeon de AMD hecha a medida para Intel. Intel fabricará un módulo con la CPU, la memoria y la gráfica, empaquetado de tal modo que tendrá 16 milímetros de grosor e incluso llegar a los once milímetros. Las placas con CPU, memoria y gráfica tienen ahora mismo 26 milímetros de altura. Además de reducir el grosor, consumirán menos energía, con lo que los portátiles serán más finos y con mayor autonomía a igualdad de batería.
Los chips del módulo estarán interconectados con la tecnología propietaria de Intel EMIB (Embebbed Multi-Die Interconnect Bridge). No se utilizará, por tanto, la tecnología Infinity de AMD, que permite compartir los recursos del procesador, gráficos y memoria en sus procesadores EPYC y que los hace altamente modulares y escalables. De hecho, AMD se ha apresurado a manifestar que el acuerdo con Intel no involucra la cesión de ninguna patente suya en materia de gráficos.
La estrategia de Intel no admite dudas: la tecnología gráfica (de AMD, previsiblemente) será clave en todos sus futuros productos. Pero, justo al día siguiente de anunciar el acuerdo con AMD, Intel hacía público que Raja Kodura pasaría desde diciembre a formar parte de su plantilla como “arquitecto jefe, vicepresidente senior del nuevo Core and Visual Computing Group y director general de una nueva iniciativa para liderar soluciones informáticas de la compañía”. Para remachar, añadía que desde su cargo, Koduri «expandirá la posición de liderazgo de Intel en el mercado PC integrados con soluciones gráficos discretas de gama alta para una amplia variedad de segmentos informáticos”.
Murthy Renduchintala, ahora máximo responsable tecnológico en Intel, se deshacía en elogios hacia Koduri en el mismo comunicado: “Raja es uno de los más experimentados, innovadores y respetados visionarios en la industria en cuando a arquitecturas gráficas y de sistemas”. Es cierto que Koduri tiene más de 25 años de experiencia y que ha contribuido a situar a AMD al frente del mercado gráfico en los últimos años, después de ser jefe del mismo área en Apple. El anuncio de su contratación incluye estas palabras suyas: “estoy entusiasmado de unirme al equipo de Intel y tener la oportunidad de liderar una visión arquitectónica unificada en toda la cartera de tecnologías de Intel que contribuya a acelerar la revolución de los datos”. Unos días antes, Krzanich había declarado que «el flujo de datos generados por la inteligencia artificial es el alma de la futura innovación tecnológica». .
Por si el tema no fuera suficientemente complejo y estratégico, AMD anunció la disponibilidad de un “conjunto de nuevos y sistemas de altas prestaciones que funcionan con las CPU EPYC y la GPU Radeon Instintc de la compañía, para acelerar la innovación en los superordenadores”. Lo hizo en el marco de la prestigiosa conferencia de supercomputación SC17 cuando ya conocía la defección de Koduri. El primero de los productos mencionados, EPYC 7601, proporcionaría – según la compañía – hasta tres veces más rendimiento de coma flotante por dólar que el Xeon Platinum 8180M1, orgullo actual de Intel.
El año que entrante promete ser muy rico en novedades de procesadores específicos para inteligencia artificial. Se sabe que para mediados de año Nvidia lanzará otra arquitectura “revolucionaria”, que debería contrarrestar los intentos de Intel y AMD por liderar este campo. Sin olvidar que, en materia de sistemas e incluso de procesadores, compañías tan destacadas como IBM, HPE, Qualcomm, Fujitsu y los hyperscalers Microsoft, Google, Facebook, Amazon así como sus émulos chinos van a tener voz y voto, como poco.
[informe de Lluís Alonso]