Cuando se ha confirmado que la próxima versión del MacBook Air llevará el microprocesador Haswell, no está de más recordar que la intención original de Intel, en 2011, fue contar con un chip para que el nuevo concepto de ultrabook permitiera a los fabricantes de PC dar la réplica al atrayente modelo ultrafino de Apple. Lo ha conseguido, y Haswell será el fundamento de las principales novedades (Windows pero también Mac) que se presentarán este año, con las ventas de capa caída. ¿Será capaz la cuarta generación de la familia Core de cambiar la dinámica del mercado? Esta era la auténtica pregunta de fondo tras la presentación de Haswell en la feria Computex.
En condiciones difíciles para la industria, los ultrabooks no han despertado la demanda que Intel y los fabricantes esperaban. Varios factores parecen explicarlo, pero se han conjugado con el entusiasmo por la tabletas. Una visión optimista diría que, si los precios se acomodaran un poco, la nueva plataforma de Intel reúne condiciones para dar la batalla. Y que los fabricantes necesitan incorporar a sus catálogos dispositivos ligeros, de preferencia híbridos. Esto empieza a pasar, con los dos-en-uno.
Hace varias semanas, el CTO de Intel, Justin Rattner, predecía que Haswell va a revivir la demanda por los PC – ultrabooks e híbridos – y pondrá coto al efecto disruptivo de las tabletas. Esa predicción ya estaba sobre la mesa. Hay otra visión posible: que la demanda de los próximos meses vaya a cubrir la reposición en el canal y que la auténtica renovación de modelos sea cautelosa. Mejor esperar el despliegue de anuncios de los fabricantes, este mes y el que viene.
A estas alturas, sobre Haswell se ha escrito casi todo. Finalmente, existe. El nuevo diseño de la CPU supera al de su antecesor Ivy Bridge, que era un empujón modesto pero bienvenido de velocidad con respecto a Sandy Bridge. En la jerga de Intel, Haswell corresponde a la fase tock de su secuencia de refresco bienal: es el primero fabricado con proceso de 22nm y transistores 3D, tecnologías que sus competidores aún persiguen. El año próximo, será el turno de la fase tick, y el lugar de Haswell será ocupado por Broadwell, fabricado con proceso de 14 nm.
Esta secuencia tick-tock ha tenido la rara cualidad de superponerse con la experiencia que ha vivido Windows 8, y su eclosión en el mercado va a coincidir con la primera actualización de este sistema operativo. Haswell, a diferencia de su antecesor, está concebido para dispositivos táctiles – de hecho, pasa a ser un requisito sine qua non para que sean etiquetados como ultrabooks.
El gran salto es la mejora de la batería con respecto a la anterior generación, Ivy Bridge, y este será un argumento consistente. Por lo que se sabe, la primera oleada de ultrabooks que saldrán al mercado en los próximos meses será más bien una reconversión a Haswell de diseños originalmente concebidos para Ivi Bridge, y ahora con la esperanza de que Windows 8.1 convencerá a los usuarios a volcarse en las tiendas. Habrá una segunda oleada: Tom Kilroy, Executuve Vice President de Intel, ha anticipado que hay más de 50 diseños aprobados de 2-en-1 en distintos rangos de precio.
El ahorro de batería, ¿pudo haber llegado antes? Tal vez, pero el hecho es que llega ahora: los directivos de Intel dicen que es el momento propicio, y los analistas técnicos sentencian que es un oportuno compendio de innovación. Con nueve horas de autonomía, muchos usuarios podrán hacer algo inusual: dejar el cargador en casa. En buena parte se debe a que el dispositivo deja de consumir energía cuando está ocioso, y apenas consume al conmutar de ese estado al de actividad (el sistema continúa enviando y recibiendo datos sin alimentar la CPU y la GPU, lo que aumenta su capacidad cuando alcanza su plenitud).
Cuanto más se acerquen los ultrabooks a las virtudes que la gente ve en las tabletas, más se venderán: la combinación de Haswell, Windows 8.1 y nuevos formatos será clave. Pero hay analistas para los que el timing será un problema: puede tener éxito en las gamas media y alta del mercado – incluso en desktop y estaciones de trabajo – pero el reto lo tendrá en las zonas más sensibles al precio, que van a esperar otros parientes de la familia Atom: Bay Trail y Merrifield. Pero no conviene poner esperanzas en ver marcas de smartphones con Merrifield antes de enero, quizá en el CES de Las Vegas.
Con un nuevo CEO y una estrategia actualizada, Intel se encuentra de pronto en una nueva circunstancia positiva para sus intereses. Le queda la parte más difícil, quebrar la hegemonía de ARM en los smartphones, pero tiene todo lo demás: el binomio Wintel se ha roto, sus chips están en Mac, y se le han abierto las puertas de Android. Hay dos ejemplos de los últimos días: la nueva tableta Galaxy Tab de Samsung y el nuevo Android PC de Acer.
Samsung, por lo general, usa sus procesadores Exynos, u otros de Nvidia y Qualcomm, por eso sorprende que en su nueva tableta haya optado por un Clover Trail + de doble núcleo. Aunque su división de semiconductores es rival de Intel, los procesadores de estos son usados en sus PC bajo Windows. La maniobra parece destinada a dar versatilidad a la marca coreana para usar los mismos componentes en Android y en una tableta bajo Windows 8, y muy probablemente la futura adopción de Bay Trail en su gama Ativ, que se presentará la semana próxima en Londres.
Mientras tanto, Acer ha decidido combinar Haswell con Android. Es una tendencia que permitirá a Google penetrar la fortaleza de Windows, y no sólo en las plataformas emergentes. Lo interesante consiste en imaginar las múltiples combinaciones que admitirá este juego renovado.