En el eje del espacio ocupado por Intel en el CES de Las Vegas, se alzaba la semana pasada un árbol de metal bruñido, del que colgaban decenas de ultrabooks a la manera de frutos en sazón. Pero no estaban en sazón: la instalación puede verse como símbolo del primer objetivo que Intel se ha trazado para este año: reverdecer una categoría que ella misma ha impulsado y que, por distintas razones, no ha entusiasmado a los usuarios (según estimaciones de IDC, las ventas de ultrabooks en 2012 no llegaron al 1% del total de portátiles vendidos). Hay otras asignaturas pendientes: los procesadores de Intel empiezan a aparecer en smartphones y tabletas, pero por llegar tarde son minoritarios.
La ausencia escénica de Paul Otellini, que pronto abandonará la posición de CEO, no restó interés a las presentaciones de Intel, que se centraron en los productos con los que la compañía quiere cubrir esos tres objetivos: ultrabooks, smartphones y tabletas. Ese debería ser el programa de actuación de su sucesor, pero en Las Vegas el protagonismo recayó en Kirk Skaugen, vicepresidente corporativo y director general del PC Client Group, y Mike Bell, también VP y responsable del Mobile & Wireless Group, que se repartieron las presentaciones.
Aunque les falta pasar la prueba decisiva, la del mercado, los anuncios de Las Vegas ya han tenido un efecto inmediato: cuestionan la noción de que los procesadores de arquitectura ARM pueden amenazar la hegemonía de Intel en el espacio de los dispositivos Windows. La arquitectura x86 no sólo ha confirmado sus ventajas en la tecnología de fabricación, sino que ofrece más que sus competidores en rendimiento y eficiencia. Pruebas al canto: las expectativas creadas por Microsoft (con la ayuda de Qualcomm) en un sistema operativo light llamado Windows RT se han frustrado en gran medida: sólo en ordenadores basados en x86 se puede ejecutar el software heredado de la saga Windows, y este es uno de los problemas con los que han tropezado los pocos fabricantes que se atrevieron con la novedad (la puntilla la ha dado Samsung, al renunciar a Windows RT, de momento en el mercado estadounidense).
Si se da crédito a las palabras de Mike Bell, 2013 será el año en el que Intel consume su estrategia móvil: ya es competitiva en velocidad y en vida de la batería, sólo le falta serlo también en precio… y es cuestión de tiempo. Los fabricantes de smartphones y tabletas se rendirán a la evidencia de que el rendimiento por vatio de los chips de Intel es superior, explicó Bell, uno de los pocos directivos que no es un veterano de la compañía (trabajó 16 años en Apple y, antes de incorporarse a su puesto actual, pasó dos años en Palm).
Según el relato de Bell, hay actualmente siete smartphones en el mercado mundial que usan la plataforma Atom Z2460 (Medfield). Una versión de Android optimizada conjuntamente por Intel y Google asegura que haya compatibilidad nativa con las aplicaciones nativas de ARM en la tienda de Google Play. El más importante de esos dispositivos es el Razr i, de Motorola Mobility, y la presentación incluía un slide según el cual supera en rendimiento al iPhone 5. La realidad indica que los procesadores de Intel sólo equipan el 0,2% de los smartphones que se venden en el mundo, según los datos de Strategy Analytics. Por eso, si quiere cumplir con la ambiciosa meta del 11% de mercado, la compañía tiene que dar un giro hacia mercados de más envergadura. Una nueva plataforma está en camino, bajo la nomenclatura Z2420 (Lexington), destinada fundamentalmente a usuarios en los mercados emergentes. Hasta ahora, se han sumado a la iniciativa dos fabricantes: Acer, Lava (India) y el operador keniano Safaricom. A diferencia de sus antecesores, este procesador puede soportar a la vez Windows Phone y Android.
El inminente miembro de la familia Atom, Clover Trail o Z2580, va a duplicar el rendimiento previo, de modo que no será necesario esperar a Haswell para obtener un consumo muy bajo de energía. Antes de finales de 2013 estará disponible – no ha quedado claro si al público o a los fabricantes – la próxima generación SoC de 22 nm, cuyo nombre provisional es Bay Trial. Será en ese momento el procesador Atom más potente, con una cualidad que resulta esencial para convencer a los fabricantes de tabletas: será capaz de soportar tanto Windows como Android, lo que viene a confirmar la naturaleza estratégica de los acuerdos a los que Intel llegó tiempo atrás con Google, en pleno ataque de celos contra Microsoft.
En el frente de los ultrabooks, la presentación de Kirk Skaugen puso de manifiesto una agresividad necesaria para recuperar terreno. Hay ahora en el mercado unos 140 modelos de la categoría, y otros 40 diseños están listos para su lanzamiento. El anuncio más interesante de Skaugen tendrá impacto inmediato: los procesadores Ivy Bridge con 7 watios de consumo ya se están despachando a los fabricantes, y los primeros modelos estarán a la venta en primavera. No es un detalle menor, porque la mayoría de los ultrabooks actuales funcionan a 17 vatios.
De manera que, al cabo de diversos traspiés desde su aparición como concepto en 2011, los ultrabooks ya no se apoyarán en los dos argumentos iniciales, de delgadez y ligereza. Con la tercera generación a 7 watios, los fabricantes ganarán flexibilidad para diseñar convertibles, pero no está lejos la aparición de la cuarta generación, con la que se garantizará que la batería dure un día entero.
La hoja de ruta de Intel se ha alterado ligeramente para responder a las dificultades propias de una demanda no del todo convencida. Con Haswell – sin fecha, todavía – Intel cambiará los requisitos que exige para que los fabricantes puedan usar la etiqueta ultrabook: será imperativo que tengan pantalla táctil y que soporten la tecnología Wireless Display, desarrollada por Intel (ambos rasgos ya son comunes, pero se pretende que sean obligatorios). Para completar el plan de reactivación, se espera bajar el precio al rango de 599 dólares, en lugar de los 799 dólares que la mayoría de los modelos ocupa actualmente.
Faltan pocos días para la presentación de resultados trimestrales y anuales de Intel. 2012 ha sido un año duro, y el peso de los chips para PC en su negocio no favorece el optimismo. No hay acuerdo entre los analistas acerca de si Otellini ha cumplido los objetivos que planteó al presentar los de 2011. El guidance oficial hace oscilar los ingresos entre 13.100 y 14.100 millones de dólares en el cuarto trimestre [los analistas son un poco más optimistas] y para el conjunto del año pasado se estima en 53.440 millones, un ligero descenso con relación a 2011. Los beneficios pueden haber sido afectados por la necesidad de dedicar recursos al esfuerzo de I+D, que en parte se manifiesta en los anuncios del CES 2013.
[informe adicional de Mario Kotler, desde Las Vegas]