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  3/02/2023

IBM, despacio y buena letra

IBM no escapa a la ola de despidos en el sector tecnológico, pero tampoco es novedad: desde que el gigante empezó a achicarse, sus empleados han vivido la experiencia de “ajustes” periódicos sin demasiadas explicaciones. En esta ocasión, la compañía prescindirá del 1,5% de la plantilla o 3.900 personas. Tampoco es excepcional para el sector, por lo que se está viendo. En cuanto a la acción, ha bajado un 4,6% desde la primera sesión de enero, pero no porque a los inversores les conmuevan los despidos. En verdad no se entiende qué pudieran objetar tras el historial conocido. Los resultados han sido muy aseados: 12% de incremento de la facturación total en 2022 y 6% en el cuarto trimestre.

James Kavanaugh

De la facturación de más de 100.000 millones de dólares que lucía IBM hace una década más vale olvidarse, pero 60.530 millones no es una mala cifra. Su capitalización bursátil ha bajado a la mitad, es cierto, pero la serie de reconversiones por las que ha pasado IBM han estabilizado su rumbo. En ninguna parte está escrito que achicar el perímetro sea malo en sí, todo depende de qué se sacrifique y para qué. Al ser una empresa más pequeña, ha podido centrar su foco; es más ágil y recompensa puntualmente a sus accionistas, que responden con lealtad a cambio de un dividendo generoso pase lo que pase.

Dos circunstancias distinguen la IBM de hoy de su pasado. Por un lado, la secuencia de desinversiones de los últimos años ha segregado negocios de crecimiento lento o que eran una distracción. En general, ha acertado el tiro, aunque sus ciclos de venta siguen siendo largos y los costes operativos son más altos de lo deseable. Esta combinación, si no se prestara atención, podría pasar factura. .

La gran decisión estratégica, decisiva para el devenir de IBM, fue en 2019 la compra de Red Hat por 34.000 millones de dólares. El modo en que ha reformulado su propuesta al mercado, respetando a Red Hat su innegable peso específico, ha permitido que el antiguo coloso azul capeara el temporal económico con mejor suerte que otros actores del sector.

Los resultados del cuarto trimestre, cuando el contexto económico empeoró, son representativos. Con una facturación de 16.700 millones de octubre a diciembre de 2022, IBM puede sacar pecho por un incremento trimestral del 16,3% en los beneficios, hasta superar los 2.700 millones de dólares. En moneda constante, porque un 60% de sus ingresos proceden de fuera de Estados Unidos. El CFO James Kavanaugh estimó el impacto anual negativo de la fortaleza del dólar en algo más de 1.000 millones de dólares.

El cuarto trimestre ha puesto en evidencia el peso del software (+8%) y de la consultoría (+9%) que en conjunto representan más del 70% de los ingresos. Con intencionada mención de Kavanaugh acerca de los que tienen carácter recurrente (ARR) aportados por el software: aproximadamente el 80% de los ingresos anuales de software de IBM han sido recurrentes en 2022. A fin de cuentas – explicó el cerebro financiero de la compañía – el cambio de modelo acometido en los últimos años ha llevado a que en torno a la mitad de la facturación total se clasifique como ARR.

Los dos grandes vectores del crecimiento, según explicó   Arvind Krishna, CEO de IBM, son la nube híbrida y la Inteligencia Artificial. La primera categoría ya representa el 38% de la facturación, frente al 31% que era en 2020 (cuando Krishna se hizo cargo del timón) y en el pasado año fiscal se le atribuye un crecimiento del 17%. El mundo marcha hacia la nube híbrida – dijo – y en ese viaje el papel de Red Hat resulta crucial, con especial atención a los contenedores, tecnología que IBM ha sabido encajar en su oferta. Tanto es así que no le duelen prendas por el acuerdo que Red Hat mantiene con Dell, un competidor en tantos campos. Corresponde retener que OpenShift aporta a IBM mil millones de dólares en ingresos recurrentes anuales, contribuyendo así al 15% de crecimiento que tuvo la subsidiaria en el cuarto trimestre. Tanto OpenShift como Ansible crecen a un ritmo de doble digito y ganan cuota de mercado, ensalzó Kavanaugh la aportación de Red Hat.

De hecho, este ha sido uno de los mayores logros de los que presumió Krishna: IBM llega a los clientes con un moderno enfoque de plataforma de la que se van descolgando sus distintas líneas de negocio, incluida la rama de consultoría que sigue haciéndose valer frente a sus competidores. Habló el CEO de “efecto multiplicador”: a medida que un cliente apuesta por la  nube híbrida de IBM – que en 2022 facturó 22.400 millones de dólares – crecen los ingresos de software y de consultoría o infraestructura. Dio el siguiente detalle: para el software la nube híbrida representó 9.300 millones de dólares y para la consultoría otros 9.000 millones.

Por otro lado, la apuesta de IBM por IA no es nueva: el segmento que la compañía designa como Datos e IA creció un 8%. De hecho, podría decirse que IBM se siente pionera en la materia: cada vez que puede, saca a colación el triunfo de Deep Blue frente a Gari Kasparov (1997) o su IBM Watson para aprendizaje cognitivo  e hace ya siete u ocho años. Esta trayectoria le confiere autoridad, o eso cree, para aspirar a una buena tajada de los 16 billones de dólares que generaría la IA para la economía global al final de la década. En su visita ritual a Davos, en enero, Krishna predicó fundamentalmente la importancia de la IA.

Unir la IA con la tecnología de automatización, que creció un 9% en el cuarto trimestre, es aplicable al día a día de muchas organizaciones verticales – incluídas las AAPP – y a infinidad de tareas como la seguridad. A propósito, los ingresos de IBM en la rama de seguridad han crecido el 10%.

La infraestructura, por su parte, creció un 7%, con una facturación de soluciones híbridas aumentando un 11%; aquí tuvo un papel la familia zSystem con su propio crecimiento del 21% [¿quién decía que el mainframe ha muerto?]. Son cifras que previsiblemente tenderán a ser planas durante 2023, porque al sistema z16 y a la última actualización del Power10 les queda todavía un ciclo antes de proceder a nuevos lanzamientos.

En esta línea, la desinversión practicada mediante la segregación de Kyndryl también es una buena noticia: la relación comercial pactada entre ambas está siendo fructífera: cinco puntos porcentuales del crecimiento de la facturación han correspondido a ventas a Kyndryl.

IBM continúa tejiendo su red de partners, entre los que dedica especial  atención a los hyperscalers: un rasgo de 2022 ha sido la extensión del alcance de Red Hat, tanto en Amazon Web Services como en Azure, mediante la disponibilidad de Ansible Automation Platform. El tándem que forma Red Hat con cada uno de estos colosos va ganando más impulso. No son los únicos, sin embargo: Adobe, SAP o Salesforce contribuyen a que el ecosistema de partnership reporte a IBM ingresos anuales que superan los 1.000 millones.

Los resultados presentados por Krishna y Kavanaigh tienen un sabor dulzón porque 2022 ha sido el primer año de la “nueva” IBM. Jim Kavanaugh, muy activo en el intercambio con los analistas participantes, quiso destacar que en su formato actual la compañía disfruta no sólo de un mayor crecimiento sino de valor y retorno superiores sobre el capital invertido, así como un flujo de caja libre que sigue aumentando. Con vistas a 2023, las previsiones son cautelosas e implican que la facturación crezca un dígito y que, probablemente, no será de los más altos.

Atenuando el optimismo oficial de Krishna y Kavanaugh, no sería justo obviar aquí ciertos nubarrones. Ni los márgenes operativos ni el flujo de caja han cumplido las expectativas previas y se quedaron cortas por 500 millones en el segundo parámetro. Con una previsión para este año de 10.500 millones, la hipótesis  de 35.000 millones de flujo de caja antes de 2024 se antoja forzada: tendría que crecer 40% anual.

Paralelamente, los protagonistas de la conferencia pasaron de puntillas por el anuncio más relevante, los despidos. Según resumieron ambos, los recortes se centrarán en aquella parte de la plantilla que se quedó en IBM cuando se produjeron las escisiones de Kyndryl y Watson Health. El anuncio excluye un goteo de salidas que se han producido sin hacer ruido: los 260.000 aduciendo en los últimos meses sin alboroto y los 260.000 empleados en nómina al 31 de diciembre pasado eran 22.000 menos que un año antes.

[informe de David Bollero]


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