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  8/09/2015

También para Watson la salud es lo primero

Decididamente, habrá que ir reconsiderando las ideas convencionales acerca de IBM. La compañía sigue acumulando adquisiciones y alianzas en el campo de las tecnologías de diagnóstico médico. La última ha sido la compra de Merge Healthcare por 1.000 millones de dólares. Los datos e imágenes recogidos por la plataforma de la empresa adquirida se complementarán con la capacidad de análisis de imágenes del ordenador Watson. Es la tercera – y la más cara – de las empresas de este sector que IBM ha comprado en 2015, pero Merge tiene rasgos singulares: las radiografías, mamografías y tomografías representan el 90% del total de datos que se procesan en clínicas y hospitales de Estados Unidos.

Merge tiene 7.500 clientes y en el primer semestre facturó 101 millones de dólares, pero lo más valioso para justificar la compra es que en su base de datos almacena más de 30.000 millones de imágenes computerizadas y anónimas. Ponerlas a disposición de la capacidad analítica de Watson da a este sistema la oportunidad de «aprender» sobre el comportamiento de patologías y, combinadas con literatura académica – cuyo volumen excede las posibilidades de lectura de un profesional pero no las de Watson, capaz de digerir 66 millones de páginas por segundo – servirían de base para desarrollar potentes herramientas de diagnóstico.

Los médicos se confiesan desbordados por el uso creciente de imágenes que han de interpretar manualmente. Por lo tanto, sus diagnósticos ganarían en precisión si se cruzaran automáticamente con datos de otras fuentes. Una de las limitaciones de las imágenes computerizadas es que suelen estar desacopladas de los registros electrónicos de los pacientes, y sólo se examinan ocasionalmente, en vez de formar parte integral de las historias clínicas.

Watson – cuyo nombre evoca al fundador de la compañía – está diseñado para procesar datos en lenguaje natural, analizarlos masivamente y entregar respuestas también en lenguaje natural a cuestiones planteadas en cualquier formato. Entre otros usos, se pretende que sea el núcleo de un servicio de consultoría para la profesión médica. John Egg, profesor de radiología en la universidad Johns Hopkins apunta que «como regla general, los datos médicos disponibles suelen ser ambiguos o propensos a interpretaciones difusas; este sería el primer problema que tendrá que resolver la iniciativa de IBM». El hospital de esta universidad usa ordenadores como auxiliares en la identificación de tumores, pero Egg admite que el software que utilizan no siempre merece la confianza de los médicos. «En su estado actual, los ordenadores sólo son fiables para diagnósticos genéricos», sentencia el doctor Egg.

Las técnicas de inteligencia artificial que están entre las características de Watson se han aplicado hasta ahora, principalmente, al análisis de texto en documentos y en la web. Las aplicaciones para la salud son un campo en el que IBM está construyendo una oferta integral para un mercado en auge, la salud. En abril, se anunció formalmente la apertura de una nueva unidad de negocio, Watson Health.

Portavoces de IBM han subrayado que la aportación de Merge no es sólo de volumen: la relación con los 7.500 clientes de la compañía le abre un sinfín de relaciones con la práctica médica que a su vez enriquecerán la ´curva de aprendizaje` de Watson.

Desde abril de este año, IBM ha comprado otras dos empresas relacionadas con su proyecto Watson Health. Explorys, nacida como filial de la Cleveland Clinic, ha desarrollado en modo cloud un servicio de inteligencia que cuenta con datos de 50 millones de pacientes, con el fin de detectar patrones en enfermedades y su tratamiento. Phytel es una compañía de software para gestionar la atención al paciente y reducir la tasa de reingresos a los hospitales. En los dos casos, se trata de bases para el funcionamiento de lo que IBM ha bautizado como Health Cloud. Bajo la superficie, estas iniciativas tienen una segunda derivada: contener el alza de los costes de atención médica, siempre crecientes por la mayor complejidad de los tratamientos, en un sistema de salud que es de naturaleza privada y está dominado por las aseguradoras.

En el mismo contexto hay que encajar la alianza con CVS Caremark, una de las grandes cadenas de farmacias de Estados Unidos, con el propósito de desarrollar servicios basados en datos relacionados con la diabetes y otras dolencias crónicas. Un aspecto de este acuerdo es la prevista integración de dispositivos ´inteligentes`, asunto mediático donde los haya. El director médico de CVS ha dicho que uno de los objetivos de la colaboración con IBM es «comprobar si los niveles de actividad de un paciente desde un dispositivo rastreador – citó expresamente a Fitbit, el más popular – podría ayudarnos a identificar el riesgo de deterioro de su salud. El asunto plantea cuestiones éticas delicadas: aunque la conexión de un wearable del paciente con su médico podría ayudar a un mejor seguimiento, la posibilidad de que los datos lleguen a manos de una compañía de seguros tendría serias consecuencias.

Esto puede parecer un remilgo prematuro, porque el acuerdo IBM/CVS es incipiente, pero revela uno de los problemas con los que tropezará el sobrevenido entusiasmo por la captura de datos médicos: habrá que definir lo que es y no es privado en el acceso a una historia clínica.

Abundando en su estrategia de alianzas, IBM tiene otras firmadas con Johnson & Johnson para personalizar las pruebas analíticas, y con Medtronic para el desarrollo de algoritmos de gestión de dosis de insulina a pacientes diabéticos. Esto sin olvidar que el software de seguimiento de parámetros de salud en dispositivos iOS s uno de los terrenos en los que IBM se ha puesto de acuerdo con Apple.


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