Ha dicho Antonio Neri, CEO de Hewlett Packard Enterprise, que tiene un plan B pensado para el caso de que la justicia confirme el bloqueo del departamento de Justicia de Estados Unidos contra el acuerdo de fusión con Juniper Networks. Sería insensato que no lo tuviera: una pieza clave de su estrategia al frente de la compañía se vendría abajo ante el primer pleito de la administración Trump relacionado con la legislación antitrust y esto ocurriría en calculada coincidencia con el desembarco de un fondo activista que presiona por un cambio de rumbo… y la destitución de Neri. Este blog cree menester ocuparse una vez más de la marcha económica de la compañía.
Antonio Neri
La última referencia disponible se remonta al segundo trimestre, terminado en abril: crecimiento en ingresos del 6% para alcanzar los 7.630 millones de dólares. Cierto es que la cifra superaba las previsiones, pero también que supuso un descenso secuencial que ha dado mucho que comentar. Para entender esta caída – sorprendente en el contexto expansivo del mercado –hay que mirar el negocio de servidores de HPE, que representa algo más de la mitad de su facturación total.
Los ingresos de esta categoría aumentaron un 4,9% hasta los 4.060 millones de dólares, pero el beneficio cayó un 43%, hasta sólo 241 millones. Asombrosa combinación de porcentajes. La dura competencia en la gama x86 con Dell, Lenovo y Supermicro ha pasado factura a HPE, obligándola a reordenar sobre la marcha su política de precios y descuentos. Estadísticamente, en el segundo trimestre, los márgenes operativos de este negocio bajaron al 5,9%, prácticamente la mitad de lo habitual en los últimos años. Esto, pese a que HPE ha intentado mejorarlos con la incorporación de nuevos modelos con inteligencia artificial, menos generosos en márgenes.
Un problema adicional está relacionado con los acuerdos entre HPE y Nvidia, que en principio debían ser una rampa ascendente para la primera pero han traído consecuencias imprevistas. HPE se ha encontrado – hay que añadir que dice haberlos resuelto – con errores en la gestión e inventarios de las GPU Hopper H100 y H200, de Nvidia. Según han comentado los analistas, muchas de esas Hopper destinadas a ser comercializadas bajo la fórmula GreenLake de pago por uso, contemplaban cláusulas que permitieron a los clientes pedir su reemplazo por el modelo superior en rendimiento, Blackwell anunciado poco después.
Poco a poco, se ha ido corrigiendo esa imprevisión, pero ha dejado huella en las cuentas. Antonio Neri lo ha reconocido, llegando a sugerir que en octubre, al cierre del ejercicio en curso, espera restaurar el beneficio en torno al 10% de la facturación, sólo un punto y medio menos que en años anteriores.
Muy positiva ha sido, en cambio, la evolución de la división Hybrid Cloud, donde se concentra la oferta de almacenamiento y el resto del ecosistema GreenLake: facturó 1.450 millones de dólares, un aumento del 15,7%, con un beneficio muy superior al del ejercicio anterior. No obstante, el número de clientes llega a 42.000 en todo el mundo, confirmando una pieza fundamental en la reinvención de HPE abordada por Neri desde 2018.
Esta semana, en la conferencia Discover, Neri recibió la visita de Jensen Huang, CEO de Nvidia, cuyas palabras pueden entenderse como un aval a su homólogo de HPE: “juntas, HPE y Nvidia están entregando al mercado una infraestructura completa para AI Factory que acelera la innovación de las empresas con velocidad y precisión sin precedentes”.
En Discover 2024, ambas compañías escenificaron su alianza, por lo que este año no se esperaban anuncios espectaculares, pero sí hubo uno de gran significación: se ha confirmado que HPE, de la mano de Nvidia, se une a la banda cada vez numerosa de proponentes de agentes de IA. A su manera: con la presentación formal de GreenLake Intelligence, añade un punto de contacto unificado entre sistemas de la marca, lo que bien puede llamarse un framework, gestionado desde la plataforma de nube hibrida y, con ventaja respecto de sus competidores, en régimen de pago por uso.
Habrá que esperar los resultados del tercer trimestre (mayo a julio) para saber si se ejecuta una promesa del CEO, una de las implementaciones más voluminosas de Nvidia GB200 del mundo, contratada a comienzos de año. En tal caso, acallaría las críticas por haber, supuestamente, descuidado la microgestión. Esa promesa justificaría la previsión de entre 8.200 y 8.500 millones en el trimestre, una fuerte subida comparada con los 7.700 millones del año pasado.
Un punto interesante de ese despiece señala que un tercio de los ingresos de HPE atribuídos a sistemas de IA provino de empresas usuarias finales, no de proveedores de servicios ni desarrolladores de modelos, un cambio relevante en la naturaleza de la demanda y que contrasta con algunos competidores.
Con estos resultados, HPE ha seguido avanzando en su estrategia de recorte de gastos, levantada sobre cuatro pilares: despidos, eficiencia operativa, optimización de la cartera y uso intenso de IA internamente. Un ejemplo sería el agente de IA para finanzas, desarrollado junto con Deloitte que, según Neri, ha ayudado a reducir los ciclos un 50%, lo que se traduce en un 25% menos de costes de procesamiento.
Naturalmente, un punto sensible son los despidos. En el primer cuarto del año se anunció un recorte del 5% de la plantilla: 2.500 empleos en números redondos. Sumados a las bajas voluntarias y jubilaciones, en un plazo máximo de año y medio representarían ahorrar 350 millones de dólares anuales. El plan prevé completar la reestructuración para el mes de octubre y parece que va a buen ritmo: la plantilla se quedaría en 59.000 empleados [a titulo de comparación, la más corta desde que la antigua HP absorbió Compaq en 2001.
Mientras Neri confía en que los tribunales le darán la razón, persevera en la faena de alinear la estructura de costes con los negocios y la estrategia a largo plazo. Al mismo tiempo, tiene que afinar lo más posible el trío de prioridades en el crucial segmento de los servidores: precios, descuentos e inventario. Pero hay que suponer que no es esto lo que le quita el sueño, sino la materialización de la compra de Juniper Networks en 14.000 millones de dólares. En cierto modo, la estabilidad de HPE quedaría a salvo si supera el examen judicial, pero estaría en riesgo si fuera rechazada. Ahora se verá por qué.
La entrada del fondo activista Elliott Investment Management en el accionariado es una maniobra oportunista de libro. Su fundador, Paul Singer, no esconde que se propone convencer a los demás accionistas de prescindir de Neri; se le conoce por no tener contemplaciones cuando un directivo no comulga con sus planes.
Es poco discutible que la integración de Juniper Networks traería a HPE unas sinergias anuales – que ambas partes estiman en 450 millones de dólares a partir de 36 meses después de ejecutarse la fusión – pero Singer juega sus fichas a un fracaso de la transacción. Además de debilitar la posición de Neri, el desenlace premiaría esos 1.500 millones de inversión en HPE con una influencia desproporcionada e inmerecida.