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  14/12/2023

Google se chiva de la nube de Microsoft

Google y Microsoft nunca han sido amigos ni podrían serlo: los enfrentan demasiados negocios, demasiadas batallas. Algunas veces han prestado testimonios que dejaron mal parado al otro y  raramente han rechazado la tentación de  pleitear entre ellos. Esta conducta, llámese civilizada, supone azuzar a las autoridades para que investiguen al adversario. Y si alguien lleva a uno a juicio, no espera solidaridad del otro. Este noviembre, Google mostró su voluntad de instigar la apertura de un proceso antitrust contra Microsoft. En una carta a la CMA (Competition & Markets Authority) de Reino Unido, ha denunciado prácticas anticompetitivas que debilitan la libertad de elección de los clientes.

Había un precedente: el mes anterior, la CMA anunció el inicio de una investigación de la situación imperante en el mercado de la nube, que abrió la oportunidad para Google. El punto de partida era un estudio previo de Ofcom – regulador de las telecomunicaciones y la industria audiovisual – que identificaba por qué en el país se hace muy difícil para las empresas adoptar múltiples nubes y desplazar cargas de unas a otras.

Según Ofcom, a finales de 2022 Amazon Web Services y Azure controlaban entre el 70% y el 80% de los ingresos cloud generados en Reino Unido. Mientras, Google Cloud Platform (GCP) tendría, según la misma fuente, entre el 5% y el 10%. Estas serían las bases materiales en que se apoya la denuncia de la filial del holding Alphabet.

Por así decir, Google tira la piedra y esconde la mano. Ni Thomas Kurian, CEO de su rama Google Cloud ni mucho menos Sundar Pichai, en la cumbre de Alphabet, han dicho una palabra sobre una carta parcialmente desvelada por Reuters. Análogamente, Satya Nadella y Scott Huthrie, sus equivalentes en Microsoft, han guardado silencio. Hasta que toque, si es que toca.

Textualmente, la carta de Google denunciaba que “en virtud de las restricciones aplicadas por Microsoft, los clientes británicos se ven privados de una alternativa económicamente razonable y se ven obligados de hecho a usar Azure como proveedor de servicios cloud, aunque ellos podrían preferir otra u otra que mejoren [la oferta de Azure] en precio, calidad, seguridad e innovación”. En consecuencia el mercado cloud británico estaría viciado por unas barreras anticompetitivas.

La respuesta difundida por Microsoft niega la mayor: “lo que demuestran los datos disponibles, es que la competición entre hyperscalers sigue gozando de buena salud. [La prueba es]que en el segundo trimestre de 2023, Microsoft y Google logrado pequeñas ganancias sobre AWS, que sigue siendo el líder del mercado mundial por un margen significativo”.

La controversia gira a partir de la decisión de Microsoft de actualizar los términos de las licencias de Windows y otras piezas suyas de software, de manera que se elevan los costes si se quiere usar esos programas con nubes distintas de Azure. En su réplica, la compañía sostiene haber trabajado codo a codo con más de una centena de proveedores independientes de servicios cloud que encuentran ventajas en su política de licencias.

Como era de esperar, Amit Zavery, vicepresidente de GCP,  machacó al declarar a la prensa que su empresa está comprometida con el enfoque multicloud, cuyo punto clave es que los clientes esperan poder moverse sin más cortapisas que las técnicamente imprescindibles entre diferentes proveedores dependiendo de sus necesidades. Se sobrentiende que esta es la posición, aderezada con invocaciones a la innovacion, que corresponde a los intereses de quien intenta salir de su posición minoritaria en el mercado.

Pasando a una actitud constructiva, la carta de Google ha sugerido a la CMA seis recomendaciones, de las que han trascendido dos: 1) es posible mejorar la interoperatividad de los clientes que usan Azure y 2) debería prohibirse la renuncia obligada a actualizaciones de seguridad cuando una empresa quiere pasar cargas de una nube a otra. Este es un punto crítico, que según la denunciante erige barreras contra la competencia. La CMA, en su opinión, tiene facultades para forzar a Azure a ser interoperable con sus competidores, aunque esa norma podría adoptar distintas formulaciones.

El escenario en esta ocasión es Reino Unido, pero el cambio de política de licencias de Microsoft ha sido cuestionado en la Unión Europea. CISPE, entidad que agrupa a una veintena de pequeños proveedores de cloud – entre los que se ha colado el más grande, AWS – ha presentado sus quejas en Bruselas el año pasado en la misma tesitura: acusa a Microsoft de imponer una preferencia que, en los planos técnico y económico, convierte a sus usuarios en cautivos. No es, ni mucho menos, el único expediente al que Microsoft tiene que hacer frente ante la UE: otro reciente concierne al empaquetamiento de Teams en Office.

AWS ha mantenido una distancia prudencial ante la discusión de sus dos rivales. Sus problemas son otros, en particular la pérdida de vigor en su competición con Azure, básicamente motivada por sus dificultades para seguir la corriente de nube hibrida, que para Microsoft es más fácil, por su implantación en las empresas. Por otro lado, dormitaba la siesta mientras Microsoft cerraba un acuerdo preferente con OpenAI y Google le seguía los talones con sus varias líneas de investigación en IA.

Lo anterior no significa que AWS no esté concernida por la iniciativa de Google. También ella se ha dirigido por carta a la CMA en la que apunta que “algunos proveedores de TI” [todos entendieron  la alusión a Microsoft] emplean prácticas que “restringen las opciones de los clientes al ponerles más difícil la migración a un competidor”. Se remonta la carta a sendas decisiones de Microsoft en 2019 y 2022:  “para poder asociar en nubes de otros proveedores Windows y productos de software de los que ya tiene licencia, un cliente se ve compelido a adquirir licencias separadas de las que ya posee […] lo que es financieramente insostenible para cualquier cliente que elija un proveedor que no sea Microsoft”.

Ahí están, con distinto grado de exposición, los tres grandes de la nube en su acepción más conocida. Aunque es costumbre agrupar al trío AWS-Microsoft-GCP como epítomes de “hiperescalares” – y su cifra de negocio justifica que lo son – este año ha marcado una inflexión: en el negocio cloud Microsoft se ha adelantado a la filial de Amazon. Hay muchas formas de medirlo, ninguna del todo fiable, pero la del analista Bob Evans (Cloud Wars) suena plausible.

Según Evans, en el tercer trimestre su facturación en este segmento fue de 31.800 millones de dólares, con un 24% de crecimiento interanual, lo que significaría que entre julio y septiembre facturo 6.100 millones. En segundo plano, AWS redujo su crecimiento del 27% al 12% y no logro pasar de 23.100 millones de ingresos. El tercero en discordia, Google, cerró el trimestre con 8.400 millones de dólares (22% de incremento). Fue menos de lo que la su compañía esperaba, y sus directivos lo explicaron como “optimización” de las inversiones pasadas en cloud, en lugar de una actitud más agresiva.


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