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  11/11/2016

Esta vez, Microsoft ha ganado una mano a Apple

El mercado del PC, en sus variantes de sobremesa o portátil, lleva muchos trimestres en declive; no se puede decir que coyuntural. Mientras tanto, la tableta – supuesto verdugo, según los gurús de guardia – también cae sin remedio. Para la industria en su conjunto, los smartphones, prácticamente estancados, ya no sirven de excusa. Para recuperar el favor de los usuarios y mantener los márgenes, los fabricantes ensayan nuevos diseños, una tendencia de eficacia limitada, pero hacen lo que pueden. La sorpresa es que el liderazgo lo asume Microsoft, que acaba de presentar Surface Studio. No porque le interese el negocio del hardware, sino porque es la mejor manera de arrastrar detrás a la industria.

¿Arrastrarla? La idea es que los ordenadores estimulen la creatividad y sirvan para algo más que consumir multimedia y navegar por Internet, como hacen básicamente la mayoría de los consumidores. HP, Lenovo y el resto de las marcas buscan en teoría lo mismo, mientras Apple decepciona a propios y extraños con su pereza, cuyo ejemplo más reciente es el Macbook Pro, dirigido al mercado profesional, que hubiera estado muy bien hace dos años, pero ahora huele a transición.

Inevitablemente, la explosión de categorías, subcategorías y ´formatos de forma` ha precipitado una más difusa distinción entre dispositivos, con solapamiento en prestaciones, tamaños de pantalla y, por supuesto, confusión en los precios. Al final, lo que se ha conseguido es que muchos consumidores no sepan exactamente de qué les están hablando: ¿todo-en-uno de sobremesa?, ¿dettachables? ¿convertibles? ¿híbrlidos? Vaya lío. Para complicarlo más, las marcas tienden a publicitar un precio base muy ajustado en todas las categorías, lo que acarrea inconvenientes. Vender hoy un portátil de altas prestaciones, con buen acabado, amplia autonomía de uso, pantalla táctil, liviano y delgado, por unos 2.000 euros, se hace cuesta arriba cuando el usuario ve en la tienda otro portátil que es resultón y aparente, a sólo 500 euros. Marcar un precio asequible puede ser la clave para colocar el número de unidades que haga posible cuadrar los números. Y en ese túnel entran todos [menos Apple, claro] .

Los usos tradicionales de un ordenador; navegar por Internet, usar el correo electrónico, escribir textos, manejar hojas de cálculo o almacenar documentos, imágenes o vídeos, no necesariamente requiere que el equipo tenga grandes prestaciones. Es más importante, con frecuencia, contar con una conexión de banda ancha.

Parece que todo se conjura para ir dando vueltas en torno a diseños cada vez más útiles y vistosos, pero no pocas veces insatisfactorios. La atonía de la demanda no favorece el reemplazo, porque el equipo «viejo» todavía funciona decentemente, entre otras cosas gracias a las actualizaciones de software. Un ejemplo es la actualización gratuita de Windows 10, que actuó como depresor de la renovación del parque de PC y tuvo que ser suprimida. Hasta el mismísimo smartphone, que se había salvado de la decadencia por su relativa juventud y mejora continua, parece haber llegado a una madurez prematura.

Últimamente, sin embargo, parecería que el mundo de los ordenadores personales – en su acepción más generosa – cobra nueva vida. HP ha presentado unos PC portátiles con pantalla táctil de 13 pulgadas a precios asequibles y con unas prestaciones, autonomía y grosor más que aceptables; algunos modelos llevan una bisagra que los convierte en tabletas. Lenovo dispone de una amplia variedad de convertibles y de varias versiones de su tableta Yoga. Los demás hacen lo que pueden para mantenerse en carrera.

El indicio de que se avecina un cambio – si no radical, al menos evolutivo – proviene de un actor inesperado, Microsoft. Hasta ahora, la compañía se había centrado en desarrollar equipos con pantallas táctiles gigantes, del tamaño de una mesa de billar, o relativamente pequeños, de 12 pulgadas, todos en torno al concepto Surface. Pero, a finales de octubre, Microsoft mostró en público un ordenador de sobremesa con pantalla táctil de 28 pulgadas, de nombre Surface Studio y que se encuadra formalmente en la categoría AIO (todo en uno). Se distingue por su diseño atractivo y sus altas prestaciones, está destinado al mercado profesional aunque con vocación de atraer a todo usuario que lo pueda pagar.

No es un hecho baladí que Microsoft hiciera coincidir la presentación del Surface Studio con la convocatoria de Apple para presentar su MacBook Pro. El cálculo le salió bien: toda la prensa, especializada o general, ha destacado la decepción con el producto de Apple y la superioridad del de Microsoft. Naturalmente, esta reacción mediática ha dado realce y morbo a una antigua rivalidad.

Efectivamente, Microsoft se ha propuesto poner de manifiesto su vocaciòn innovadora, enviando al público un mensaje que reactiva las críticas a Apple por haberse obsesionado por el iPhone descuidando al Mac. Este es uno de los motivos del lanzamiento del Surface Studio en este momento: arrebatar al rival una reputación que flaquearía si sus fans llegaran a la conclusión de que Apple es un competidor más en el mercado de PC, aunque con un sistema operativo que ellos preferirán siempre a Windows. El segundo motivo, correlativo al anterior, es dar a los fabricantes un arma para batallar contra la marca de la manzana. No sólo un arma, sino también una teoría.

El CEO de Microsoft, Satya Nadella, se dice convencido de que la actividad humana será transformada gracias a la realidad aumentada y la realidad virtual, lo que empieza a conocerse – qué poca imaginación – como realidad mezclada. Así lo ha dicho en entrevista al Wall Street Journal con motivo de la presentación en Nueva York del Surface Studio. Para Nadella, el ordenador definitivo será aquél que saque partido al hardware y al software, así en local como en la nube, dando al usuario un campo visual infinito para ver tanto el mundo real como el virtual. La aplicación inmediata serán los juegos, pero luego vendrá la educación.

El Surface Studio no es ese «ordenador definitivo» de que habla Nadella, pero evidencia que Microsoft no sólo está pensando en desarrollar aplicaciones como HoloLens o la ampliación llamada Windows 10 Creators Update, sino en desarrollar nuevo hardware y nuevo software que ayuden a los usuarios a crear contenidos en distintos soportes, desde dioramas tridimensionales a imágenes creadas con un puntero en una pantalla táctil. La estrategia está sólo tangencialmente relacionada con la saga histórica Windows + Office: de las herramientas de productividad a las herramientas creativas, esta es la consigna.

Como ya ocurrió con el primer Surface, que fue acogido con suspicacia por los fabricantes, Microsoft se ha esforzado en aclararles que no pretende competir con ellos sino sólo desbrozar un camino que les permitiría dar un vuelco al mercado. Puede suponerse que en 2017, los catálogos de esos fabricantes podrían incorporar parientes del Surface Studio a precios competitivos.

Externamente, el Surface Studio sorprende por su pequeña base con el ordenador y las conexiones necesarias, que aguanta una pantalla táctil de 28 pulgadas que puede moverse en múltiples posiciones, literalmente con un solo dedo. Incluye un puntero para dibujar en la pantalla o modificar documentos, así como un pequeño disco o dial. No es precisamente barato, ya que se pondrá a la venta en Estados Unidos a 2.999 dólares, de momento en cantidades limitadas.

En la otra trinchera, el nuevo portátil de Apple destinado a usuarios profesionales, MacBook Pro, ha desencantado incluso a los incondicionales, por su gran similitud con el modelo precedente que, con pocas variaciones, se remonta a 2012. La única novedad es la barra táctil de colores encima del teclado, que no justifica haber dejado pasar cuatro años. Se ha señalado que muchos Chromebook de bajo precio incluyen la séptima generación de procesadores Core de Intel, KabyLake, pero el nuevo MacBook Pro viene equipado con la anterior generación, SkyLake, que ya tiene un año. Más polémica ha sido la supresión de todos los conectores y su reemplazo por el nuevo USC-C, prematura según muchos comentaristas, hasta el extremo de que se necesita un adaptador para cargar un iPhone desde apa Mac.

El precio no ayuda al MacBook Pro. Con prestaciones y características similares, cuesta mucho más que los recientes Spectre X360 de HP o XPS 13 de Dell, ambos con pantallas táctiles de 13,3 pulgadas, mientras que el modelo de Apple tiene el mismo tamaño pero no es táctil. Siempre se ha dado por aceptado que los equipos de Apple sean más caros, pero a igualdad de hardware y diseño, el no ofrecer nada nuevo es pésima justificación para fijar un precio más alto.

Es probable que la próxima generación de ordenadores de Apple no se demore tanto y que la actual sea recordada sólo como el cierre de un ciclo. Pero es un hecho que esta vez Microsoft le ha ganado por la mano. El cambio que busca no vendrá sólo de su mano, ni le interesa. Renuncia a ser protagonista si la industria sigue su huella. Con este requisito, piensan en Microsoft, el PC podría acercarse, como nunca antes, a una clientela que ha sido fiel a Apple. Todo esto en nombre de la creatividad. Quizá, si la industria aceptara la estrategia de Microsoft, en la próxima primavera habría en el mercado dispositivos interesantes, que pudieran ayudar a dinamizar el castigado mercado del PC.

[informe de Lluís Alonso]


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