Esta crónica pretende saldar una deuda contraída con los lectores que han echado en falta una cobertura de Open World, el evento que cada año, a finales de septiembre, cita Oracle en San Francisco. El de 2014 tenía el ingrediente de ser el primero en que el fundador de la compañía, Larry Ellison, ya no oficiaba de CEO, aunque estuvo tan presente y locuaz como siempre (excepto en 2013, ausente por razones deportivas). La importancia de Open World este año radica en la coincidencia con una fase delicada para Oracle, ni más ni menos delicada que para otros vendedores de la vieja escuela: a todos urge adaptarse a los nuevos rasgos del mercado, y evitar que empresas más pequeñas (y más ágiles) les coman la merienda.
Los cimientos de Oracle, tan sólidos durante décadas, no parecen hoy tan estables bajo las múltiples presiones. Open source, big data, cloud,… son poderosas razones para cambiar de hábitos: si quiere seguir siendo viable (es decir, rentable), tiene que acelerar su propia conversión, en lugar de resistir la novedad, pasar al ataque en esos terrenos. Sus resultados recientes revelan que el beneficio procede mayormente de renovaciones y mantenimiento, quizá porque las nuevas licencias hay que disputarlas con competidores que esgrimen los nuevos paradigmas y no tienen herencia que defender. Claro está que Oracle la tiene, y tiene recursos para defenderla.
Un ejemplo perfecto es big data. Las bases de datos relacionales no son consideradas como la tecnología más adecuada para manejar grandes volúmenes y nuevos tipos de datos, por lo que esta compañía, que lidera el segmento, tiene motivos para temer una erosión de su core business. En parte, tiene que ver con su actitud hacia el movimiento open source: como otros, a Oracle le gusta presumir de su respeto por los interfaces abiertos, un discurso que se ha quedado anticuado, porque no encaja con la pauta de los competidores que han optado por apoyar y contribuir – en recursos y código – a la comunidad open source. Para Oracle, el mayor rival de hoy no es IBM DB2, sino Hadoop, que goza del compromiso de una legión de vendedores, y al que Oracle ha mirado con recelo como si fuera un intruso.
La base de datos Oracle ha sido históricamente el pulmón de la compañía, su mayor fuente de ingresos y el factor que ata el vinculo con los clientes; así se entiende por qué Ellison dijo en Open World que «[la base de datos] tiene que formar parte de nuestra apuesta por el cloud«. El primer día de la conferencia, presentándose jocosamente como «nuevo CTO» de la compañía [I like this job because I can do my own demo] sorprendió al personal con la afirmación de que es posible migrar una base de datos de Oracle desde su implementación on-premise a un despliegue cloud «con sólo pulsar un botón» [luego resultó que el proceso era corto y requería varios pasos, pero…]. Llamó la atención, sobre todo, que reconociera la credibilidad de otras bases de datos rivales – las que se colaron en los últimos años en el latifundio de Oracle – con las que ahora promete coexistir en los entornos webscale.
Ahora bien, ¿qué significan estos signos de evolución de Oracle hacia la nube? Pragmatismo defensivo: Mark Hurd, promovido a la condición de co-CEO, lo expresó así: «tenemos que ir allá donde quieran ir nuestros clientes». La frase tiene miga, pero se le puede objetar que Oracle y cloud no son nociones que se combinen en la cabeza de los responsables de sistemas de información. Circula una idea – más bien un prejuicio – según el cual Oracle llega tarde a la nube (más tarde que otros, se quiere decir). Contra esta percepción, Ellison se empleó en la estocada contra dos actores de la escena cloud: «somos Oracle, y no nos interesa ser otro especialista de SaaS como Salesforce ni un especialista en IaaS como AWS (Amazon Web Services)». En otras palabras: Oracle cree que, por ser quien es, deberá estar en todas las capas nubosas.
A propósito de IaaS, el caudillo de Oracle recordó que su empresa ya propone un servicio de infraestructura articulado en torno a Elastic Storage y Elastic Compute, fórmulas similares a EC2 y S3 de AWS, con el importante matiz de que complementan su oferta de plataforma como servicio (PaaS), que la filial de Amazon no tiene. Thomas Kurian, EVP de Oracle, precisaría más tarde la interpretación, «en el sentido de que permiten trasponer aplicaciones Java y no Java, o migrar servidores enteros o instancias locales a la nube, de modo automático». Con pago por uso, naturalmente, que puede hacerse por CPU y por hora, o por almacenamiento; la facturación puede predefinirse con un cloud credit cuando, como es bastante habitual, el cliente no pueda calcular a priori sus necesidades de carga.
La oferta IaaS de Oracle se apoya en su propio hardware, y Ellison dejó caer que el precio se alineará con los de la competencia (AWS, Azure o Google). Una apostilla necesaria de Hurd: en un mercado ´comoditizado`, la diferenciación se consigue implicando a los clientes en el ´ecosistema` de Oracle. Pudo entenderse entre líneas que si un cliente está tentado de llevarse una carga on premise a un servicio cloud de terceros, Oracle luchará para que lo deje en su infraestructura, aunque necesariamente implique canibalizar su negocio.
Para soportar su oferta IaaS, Oracle cuenta con 19 datacenter (2 de ellos en Reino Unido y 1 en Holanda) a los que próximamente añadirá otros 2 en Alemania. La dotación total es de 30.000 servidores – muy lejos, por cierto, de los 450.000 que los analistas atribuyen a AWS – con capacidad global de 400 petabytes, a los que acceden cada día 62 millones de usuarios que ejecutan 23.000 millones de transacciones.
El anuncio más llamativo para los clientes que acudieron a San Francisco tuvo que ver con PaaS: una actualización de la base de datos de Oracle, como servicio bajo demanda. La migración permite pasar de 11g a 12c con funciones plenas, permitiendo la retroversión. Según Kurian, con esta propuesta, el servicio de Oracle se hace cargo de cinco grandes problemas que sufren los administradores de bases de datos: configuración, encriptación, recuperación, back-up y parcheado.
Correspondió a Kurian anunciar una solución analítica que se basa en una opción in-memory que Oracle ha añadido a su base de datos para trabajar con «virtualmente cualquier aplicación compatible con nuestra base de datos». Otra novedad fuera de la trayectoria habitual fue Big Data SQL para datos procesados por Hadoop. En materia de movilidad, introdujo dos soluciones que ´securizan` las aplicaciones móviles existentes y las hacen disponibles sobre iOS y Android sin necesidad de reescribir código.
Tan pródiga en anuncios de productos fue la conferencia, que de no ser por la estadística facilitada por Oracle, no se sabría que se anunciaron en San Francisco 173 nuevas aplicaciones en modo servicio, una tercera parte de la gama total, estimada en unas 480. ¿Por qué alardear de estadística? Para, gracias a las cifras, etiquetar a Salesforce y Workday, dos de sus rivales más tenaces, de «proveedores de una aplicación única, culturalmente centrados en Estados Unidos».
Ellison pareció reconocer el papel de Salesforce en la «la primera oleada de cloudifición«, para inmediatamente puntualizar que Oracle tiene una gama más completa en el campo de CRM y aplicaciones adyacentes como servicio: más de 200 productos SaaS, con exactamente 4.257 clientes. En las aplicaciones HCM (Human Capital Management), reivindicó la ventaja de Oracle sobre SuccessFactors (SAP), con 5.359 clientes. En el portfolio SaaS hay sitio para ERP, gestión financiera y supply chain, oferta reciente que ha reclutado 304 clientes, mayormente multinacionales.
De las opiniones de analistas y clientes presentes en Open World, se puede extraer una conclusión: cada uno de los movimientos descritos hasta aquí merece ser calificado como defensivo, destinado a preservar el vínculo con sus clientes actuales, una muralla contra los competidores. Pero Oracle no puede conformarse con ello sin debilitar seriamente su cuenta de resultados, sino que deberá atraer la atención de las empresas que no han sido clientes hasta ahora, pero pueden ser el factor incremental que le hace falta.
[informe de Mario Kotler desde San Francisco]