21/07/2022

Cisco (1). La venda, antes que la herida

Cerrar el año fiscal en julio puede tener alguna ventaja, pero conlleva al menos dos inconvenientes: 1) dificulta la comparación de los resultados propios con los de aquellos competidores cuyos ciclos son distintos, y 2) es probable que, a esa altura del año natural, tanto inversores como analistas presten más atención a la previsión anual que a la realidad del semestre vencido. Acaba de pasarle – y no por primera vez – a Cisco, cuya acción ha sido castigada tras anunciar las cuentas del tercer trimestre y reconocer su CEO, Chuck Robbins, lo que cualquier hijo de vecino podría suponer: los meses venideros serán difíciles por una conjunción de circunstancias macroeconómicas y geopolíticas.

Habituada a ser considerada como indicador adelantado de la marcha del mercado, Cisco ha cerrado su tercer trimestre fiscal con unos ingresos estancados en 12.835 millones de dólares y unos beneficios netos (3.040 millones) que mejoran un 6,3% el de igual periodo en 2021. Un primer desglose indica que la facturación por productos (9.448 millones) creció un 3%, mientras la correspondiente a servicios (3.387 millones) bajó un 8%. De poco sirvió la disculpa de que el tercer trimestre de este año tuvo una semana menos que en 2021.

En su presentación al alimón ante los analistas, Robbins y el CFO de la compañía, Scott Herren, pusieron mucho empeño en subrayar el proceso de transformación orientado hacia el modelo de suscripción. Va viento en popa, a juzgar por el 11% de crecimiento en los ingresos recurrentes (ARR) hasta rozar los 22.000 millones anuales y con una cartera de pedidos de más de 15.000 millones. Por cierto, en lo que se refiere al software, este backlog aumentó un 80% en el trimestre.

Robbins dijo tener perfectamente identificados los problemas y aseguró que no radican tanto en la demanda como en las dificultades de oferta. De hecho, llegó a mencionar un récord en la demanda, aun cuando admitió signos de desaceleración: frente a crecimientos de más del 30% en los pedidos durante los trimestres anteriores del año fiscal, en el tercero sólo aumentaron un 8%.

Como es notorio, el cierre temporal de fábricas en China ha dejado su huella. De los 41.000 componentes que Cisco integra en sus líneas de negocio, unos 350 presentan problemas no resueltos de suministro. Por ejemplo, dijo Herren, unas 11.000 placas de circuito se quedaron sin montar por falta de fuentes de alimentación, provocando una merma de 300 millones en las ventas del período. La compañía ha tratado de mitigar el desabastecimiento rediseñando un centenar de productos propios, pero los efectos económicos de la medida no se notarán hasta octubre.

Herren, normalmente discreto a la vera del CEO, fue muy exhaustivo en esta ocasión. Cisco retiene ventas por valor de 15.000 millones de dólares en productos, que no puede reflejar en libros porque todavía no ha podido entregarlos. Este problema – muy extendido en el sector – y, a priori característico del hardware, se proyecta indirectamente al software con un bloque que el CFO calculó en 2.000 millones. Sin contar, ¡atención! otros 30.000 millones en RPO (Remaining Performance Obligations) que sí están en libros, pero no se pueden aflorar hasta ejecutar la transacción.

En resumen, resulta complicado analizar con precisión cómo va el negocio real de Cisco, tras la reorganización de sus categorías de catálogo en los estados financieros.

A estos efectos hay que añadir el confinamiento de Shanghai durante una parte del trimestre. Y Rusia, país en el que el cese de operaciones generó una pérdida de 200 millones de dólares. La habilidad contable de Herren ha encontrado el modo de dar la vuelta al espejito: si se descuenta Rusia, el crecimiento secuencial fue del 12% secuencial y del 28% interanual.

Así las cosas, la perspectiva para el resto del año fiscal ya está marcada por un crecimiento pobre. Oficialmente, la previsión de Cisco para el cuarto trimestre contempla un descenso de entre 131 y 720 millones de dólares. Consecuencia: la cotización que empezó 2021 a 63,16, estaba ayer en 44,03, un 31% de repliegue, que supera el de los índices para las empresas del sector.

El axioma que toda la industria repite – y que Robbins comparte – es que los sectores público y privado no van a reducir significativamente sus presupuestos de T.I. por la sencilla razón de que la tecnología ha devenido en motor de la generación de ingresos. Sin embargo, la elevación de los tipos de interés, la inflación disparada y la volatilidad cambiaria están haciendo mella en esa convicción. De ahí que, al mes siguiente, en la conferencia Cisco Live [véase la próxima crónica de esta serie] el CEO de Cisco pusiera ahínco en destacar el papel expansivo que pueden jugar las novedades que muy pronto estarán disponibles.

La posible desaceleración de la demanda llega en un momento inoportuno para Cisco, cuando empezaba a disfrutar de un leve cambio de tendencia en su capacidad de oferta. Para que esta se materialice, hace falta que el flujo de componentes vuelva por donde solía. Tanto en el país de origen como en la disposición de medios logísticos.

Durante la última década – recuerdan los analistas – una clave de la buena marcha de Cisco ha sido la maximización de sus márgenes, tendencia que se ha degradado en los tres últimos años bajando al 1,7%. Si los márgenes caen, ¿cómo forzar una elevación con los actuales niveles de inflación y la amenaza de recesión que estos días suena en Estados Unidos?

Otro problema añadido, aunque no determinante, es la disminución de la tesorería de Cisco: hace cinco trimestres contaba con 30.590 millones de dólares que se han reducido a 20.000 millones, muy lejos del tesoro de 72.000 millones de hace cinco años. Aun así, se multiplican las voces de analistas convencidos de que Cisco necesita alguna adquisición que le permita cambiar de rasante. No es una idea original: desde 2015, cuando Robbins fue escogido como sucesor de John Chambers, la compañía ha destinado 20.000 millones a comprar empresas, sobre todo en el campo del software.

Continuará.


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