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Hasta no hace mucho tiempo, cada vez que un periodista (yo mismo) hablaba con un directivo de Google, era imperativo preguntarle por la monetización de YouTube, dando por supuesto que, después de haber pagado 1.560 millones de dòlares por un sitio diseñado para compartir videos artesanales, tenía que ser una fuente de pérdidas. Han pasado los años, y Google no desagrega sus ingresos hasta ese nivel de detalle, pero resulta empíricamente evidente que YouTube da beneficios.
En la presentación de resultados de Google salió el asunto. Aunque sin suministrar datos económicos, Nikesh Arora, chief business officer, recalcó que el crecimiento de los ingresos publicitarios de la compañía «tiene dos motores, los móviles y YouTube». Según Arora, los vídeos del sitio son vistos en unos 400 millones de dispositivos, y «un porcentaje creciente son monetizados». Dejó caer algunas pistas: 1) YouTube genera más de 4.000 millones de visitas diarias; 2) un centenar de grandes anunciantes han aumentado un 50% su presupuesto de publicidad en YouTube, 3) los vídeos de Gangnam Style han generado 8 millones de dólares, 4) el 70% de los anuncios vistos en YouTube corresponden a TrueView, modalidad en la que los usuarios pueden eliminar la publicidad, pero no lo hacen y 5) la aplicación de YouTube para iPhone e iPad va como un tiro, una manera de sugerir que una parte de los ingresos hay que agradecerlos a Apple.
Esta semana, la publicación AdAge ha revelado que Google prepara un servicio de YouTube por suscripción para la primavera. Y con ese fin ha pedido a varias productoras que presenten ideas para lanzar una veintena de canales de pago, cuya tarifa mensual podría oscilar entre 1 y 5 dólares mensuales. De concretarse, la iniciativa competiría con Netflix, Hulu y Amazon, que han desarrollado sus propias ofertas de contenidos premium por internet; la audiencia de YouTube es muy superior, y los creadores de videos tendrían diversas posibilidades de recaudación, a través de la integración con Google Payments. En noviembre se han cumplido seis años desde que Google cometió «la locura» de comprar YouTube; sería insensato seguir preguntando si es rentable.
Hoy quiero contar una historia. Aunque fuera cierto aquello que cantaba Gardel, «que veinte años no es nada …», nadie pondrá en duda que 30 años son muchos. En 2013 se cumplirán tres décadas de varios momentos importantes para la industria tecnológica. El domingo, sin ir más lejos, pasó sin pena ni gloria el trigésimo aniversario de Lotus 1-2-3, una hoja de cálculo que abrió camino a lo que se conocería como software de productividad.
Sobre el precedente de VisiCalc – la primera spreadsheet, desarrollada para el Apple II de Wozniak y Jobs – Lotus 1-2-3 transformó un hobby de programadores aficionados en una herramienta esencial para profesionales y empresas, y apuntaló el ascenso de una industria. La suerte de Mitch Kapor, su creador, fue coincidir con el primer IBM PC – de cuya llegada a España hará 30 años en agosto –y su desgracia fue tener como rival a Bill Gates, que dos años después lanzaría Excel.
Inicialmente, Lotus Development, la empresa fundada por Kapor, tuvo mucho éxito. Su plan de negocio preveía vender 4 millones de dólares, pero ingresó 53 millones el primer año (a 495 dólares la copia). Sus socios lo empujaron a salir a bolsa cuanto antes, algo que Microsoft no haría hasta 1986. El declive de Lotus empezó cuando Microsoft rompió con IBM, Windows desbancó a MS-DOS, y Excel se convirtió desde 1985 en la hoja de cálculo por antonomasia (primero para Macintosh, luego para Windows). El intento de integrar Lotus en una suite llamada Symphony [desarrollada por Ray Ozzie, que años después acabaría contratado por Gates y despedido por Ballmer] fue tardía, y en todo caso Office tomó el mando del mercado.
Kapor, más emprendedor que empresario, dejó la empresa en 1986. Entre sus aventuras posteriores estuvo su contribución al lanzamiento de la Fundación Mozilla. Lotus sobrevivió a su partida, pero en 1995 la compró IBM por la bonita suma de 3.500 millones, y aquel software quedó condenado a un papel subordinado. Ya lo he dicho: 30 años son muchos, créanme.
Un buen amigo me ha recomendado la lectura retroactiva de un artículo del sociólogo Holm-Detlev Köhler, publicado en El País el 4 enero. Lo he recuperado, tratando de entender mejor las noticias sobre Alemania, cuyas empresas, tan orientadas a la exportación, habrían perdido la confianza en una próxima recuperación de la eurozona, al tiempo que esperan el impulso que vendrá de China y Estados Unidos (al menos, es lo que cuentan compañeros que la semana pasada estuvieron en Davos).
El texto de Köhler se propone desmitificar la noción de que el éxito económico de Alemania (relanzado por Schröder y prolongado por Merkel) se deba a unos hábitos sociales de austeridad, de supuesta matriz ideológica luterana. «Fueron los sindicatos – según el sociólogo – los que convencieron a las empresas a renunciar a la flexibilidad externa o ajuste vía despidos, y negociaron una amplia gana de medidas de flexibilidad interna [entre ellas] la exitosa solución del kurzarbeit (trabajo corto) que permite a las empresas la puesta en práctica de reducciones temporales de tiempo de trabajo para capear las tormentas sin deshacerse de su capital humano». Vale la pena leerlo [ya digo, El País 4/1, La cuarta página], pero no quisiera dejar de transcribir un párrafo significativo.
«Simplificando, un empresario alemán aprovecha los momentos de coyuntura económica expansiva para invertir en nuevos equipamientos y tecnología, que le permiten mejorar la productividad de su empresa y la competitividad de sus productos, y en tiempos de crisis pacta con los sindicatos medidas de reducción de jornada y de formación continua, que le permiten retener mano de obra cualificada. Mientras, un empresario español [notabene: Köhler es profesor en la universidad de Oviedo] contrata en épocas boyantes mano de obra barata a través de contratos temporales, lo que no le permite mejorar ni en productividad ni en competitividad, y después opta por el despido masivo y se aprovecha de la crisis para exprimir a los empleados restantes. Por eso la productividad aumenta en Alemania en tiempos de crecimiento y desciende durante las crisis. Justo lo contrario que en España, donde los pocos trabajadores que quedan deben trabajar mucho más que antes».
Se me ha agotado el espacio, amigos, pero confío en que sea suficiente como motivo de reflexión, y ojalá que de debate con los lectores, que últimamente echo en falta.
Cuando Steve Ballmer describió el futuro de Microsoft con la fórmula devices + services, muchos comentaristas dijeron que era otra frase de su repertorio. Pues, no. Varios meses después, la idea va tomando forma. Por eso adquiere sentido la (presunta) intención de entrar con algunos miles de millones de dólares en el artefacto financiero que Michael Dell está montando para sacar su empresa de la bolsa. Más que una inversión, que también, sería una jugada estratégica de largo alcance. Por un lado, afianzaría el rol de Dell como adalid de Windows 8; y no uno cualquiera, sino uno que vende millones de PC y de servidores cada año, con el sistema operativo de Microsoft. Quizá no parezca necesario en este momento, pero seguramente tendría efectos ejemplares.
Salvando las distancias, se puede hacer una analogía con el caso de Nokia, en la que Microsoft no ha invertido capital pero a la que subvenciona desde que se convirtió en puntal de Windows Phone. Pero, como en el caso de Nokia, podría tener un efecto bumerán, si otros fabricantes se enfadaran por cualquier privilegio en favor de Dell. En cualquier caso, la vocación de Microsoft por desarrollar directamente hardware sin pasar por las marcas afines, parece firme: a pesar del patinazo inicial del del Surface, ahora saldrá Surface Pro, esta vez con un procesador de Intel, y empieza a hablarse de un eventual móvil Surface.
La otra función que tendría una inversión en Dell sería respaldar los esfuerzos de esta por asentarse como proveedor de servicios a las empresas, y compartir los frutos. Microsoft ya está presente en ese campo, pero no puede hacerlo todo por sí misma, de modo que atar las relaciones con un aliado autónomo sería útil a sus propósitos. Con lo que se demostraría que los acuerdos estratégicos pueden ser tanto o más eficaces que una compra a gran escala: la fallida compra de Yahoo se saldó con un acuerdo de interés mutuo contra Google, y el mismo objetivo tiene la pequeña inversión en Facebook, muy rentable en todos los sentidos. ¿Para qué dilapidar la tesorería si los mismos objetivos pueden conseguirse con menos dinero? De todos modos, a día de hoy, la transformación de Dell está en el aire.
Que alguien me lo explique. Las ventas de Apple han cerrado el mejor trimestre de su historia, 54.500 millones de dólares (+18% sobre el del año anterior, que tuvo una semana más), pero sus beneficios de 13.100 millones han tenido crecimiento plano. La primera reacción de la bolsa ha sido un descenso pronunciado de la acción, que ha llevado a la pérdida de su posición como empresa con más capitalización. Se queja Tim Cook, por primera vez, de que ninguna otra empresa tecnológica ha presentado resultados comparables y ninguna otra ha sufrido un castigo bursátil semejante.
Veamos: en una teórica proyección anual, estas cifras pueden indicar que Apple ingresa más en un trimestre que Google en todo un año, y que gana más dinero en dos semanas que Google en un trimestre. Con el mismo procedimiento, podría decirse que Apple estaría a punto de alcanzar la facturación anual de Microsoft. Pero estos son sólo juegos aritméticos. Lo que no tiene nada de juego es que la compañía ha bajado su guidance para el próximo trimestre (el actual) a 21/25% de crecimiento secuencial, que corresponde a 5/10% interanual. Confirma así que la bajada del margen bruto – del 44,7% al 38,6% – tiende a ser duradera y no coyuntural. Aunque los analistas más afines predicen que a partir del siguiente vendrá la remontada.
Cabría analizar aquí la evolución de las ventas por familia de productos, pero si lo hiciera excedería el espacio que dispongo para este newsletter. Sólo diré que el iPhone ha batido su propio récord, y que el iPad ha superado al Mac.
Si acaso nadie me explica lo que está pasando, lo intentaré yo mismo. No es, como dicen por ahí, que los caprichosos de Wall Street se han aburrido de Apple que habría «perdido la magia» (sic). Es más simple o más complejo, según se mire: Apple ha alcanzado el estatus de gigante, y a quién no le gustaría darle un mordisco (unos jugando al alza, otros a la baja), con lo que muchos empiezan a comprender que a partir de cierta envergadura los gigantes sólo pueden crecer un poquito…o achicarse.
Hasta el jueves 30 no se sabrá si 2012 se ha cerrado con un «empate técnico» en la industria de equipos para telecomunicaciones, o si – como muchos aventuran – Huawei ha conseguido por fin dar caza a Ericsson y ponerse a la cabeza del ranking mundial. La compañía china ha comunicado que sus ingresos del año pasado ascendieron a 35.400 millones de dólares (220.000 millones de yuanes), un 8% más que el anterior, con beneficios equivalentes a 1.800 millones de dólares. Ericsson, que anunciará sus resultados el 30/1, tendría que superar los 34.800 millones de dólares (226.900 millones de coronas suecas) que facturó en 2011, si aspira a seguir siendo el líder del sector. Suspense.
Aunque estos asuntos de ranking suelen dar mucho juego, en este caso no está ahí el morbo de la rueda de prensa que ofreció la directora financiera de Huawei, Cathy Meng, hija del fundador y presidente de la compañía. Por primera vez, ha prometido transparencia acerca de la estructura accionarial, algo que reclaman periódicamente los analistas occidentales. Meng sugirió que, eventualmente, nada se opondría a que la compañía fundada por su padre cotice en bolsa, porque ya se aplica a si misma los criterios que rigen en las empresas cotizadas occidentales, y sus cuentas son auditadas regularmente por KPMG.
Si esta promesa adquiere relieve particular, se debe a que ha sido la primera aparición de la señora Meng ante periodistas extranjeros y, sobre todo, a que está en la mente de todos el reciente dictamen de un comité del congreso de EEUU, recomendando abstenerse de comprar productos de Huawei, en nombre de imprecisas sospechas de espionaje electrónico. No se entiende qué influencia podría tener sobre la seguridad de las telecomunicaciones el hecho de que la compañía cotice o no en HongKong, como sí hace su rival y compatriota ZTE [que, por cierto, ha tenido un 2012 desastroso].
En los últimos años, varios intentos de Huawei de comprar empresas norteamericanas han sido vetados, y los principales operadores del país han secundado el boicot al suministrador asiático. ¿Es grave? Sí, porque EEUU es el segundo mercado del mundo (después de China, claro) para la industria en la que se inscribe Huawei, pero sólo representa el 5% de sus ventas, como consecuencia del bloqueo. En estas circunstancias, se ha volcado en reforzar sus vínculos con Europa, donde cuenta con decenas de clientes y varios centros de servicio. Recientemente, ha expresado la intención de instalar un centro de I+D en Finlandia, donde tendrá la posibilidad de reclutar ingenieros que se han quedado sin empleo por la crisis de Nokia. La geoestrategia es una disciplina que los chinos conocen y practican desde hace mucho tiempo.
Se necesita un cierto autocontrol para no dejarse avasallar por el tema dominante de la semana, los resultados que Apple presentará mañana, miércoles por la noche. Cada analista profesional y una multiud de amateurs ha comunicado al mundo sus pronósticos. Cuando se publiquen, las cifras – no los pronósticos – deberían ayudar a despejar al menos tres incógnitas: 1) ¿cuántos iPhone 5 se han vendido en el último cuarto del 2012?, 2) ¿el éxito aparente del iPad Mini se ha logrado a costa de recortar las ventas del iPad mayor?, y 3) ¿habrá bajado el margen bruto, un síntoma crucial para una compañía que se ha colocado en un plano muy superior al de sus competidores? Y la madre de todas las preguntas: si, como apuntan algunos, los resultados económicos serán históricos, ¿cómo explicar que la acción de Apple no consiga escapar de la zona de los 500 dólares, después de haber tocado techo con 700?
Desde luego, no tengo respuestas, ni creo que las noticias del miércoles sean concluyentes. En eso pensaba cuando, en mi grupo de Harvard Business Review en LinkedIn, tropecé con un debate que toca tangencialmente esas cuestiones: ¿debería Apple sacrificar la ganancia potencial de cuota de mercado para defender sus precios, beneficios y margen, que como es sabido están por encima del resto de la industria? El introductor del problema lo plantea así: «los productos de Apple no necesitan presentación para ser bien recibidos en ningún mercado, pero hay otras marcas cuyos productos, sin ser mejores, son competitivos, y esta circunstancia pone a Apple frente a ese dilema».
Las opiniones del grupo tienden a ir en una dirección: históricamente, el supuesto dilema sólo se les ha presentado a las compañías de altos márgenes, y ninguna experiencia demuestra que sacrificarlos para ganar cuota haya sido una decisión sostenible en ninguna de las dos variables. «Es preferible dejar a los competidores esa parte del mercado que a la postre no es rentable», afirma un interlocutor, mientras otro razona así: «ya quisieran esos competidores de los que hablas estar ante el mismo dilema».
Cambio de tercio, pero no de faena. Hoy mismo presentará sus resultados Google, y es por lo menos llamativo que como aperitivo haya advirtiera a los analistas que no deberían apuntar demasiado alto en sus previsiones, debido a la transición que aún colea sobre la integración y desinversión en Motorola Mobility. Google quisiera evitarse situaciones como la del trimestre anterior. Esta semana también van a presentar sus resultados IBM y Microsoft, dos compañías bien distintas de las mencionadas pero que darán una perspectiva más amplia de la situación del sector.
El colega Andrew Orlowski ha publicado un sabroso comentario en The Register, acerca de las finanzas de Wikipedia. Se escandaliza por las reiteradas (y tediosas) campañas firmadas por su fundador, Jimmy Wales, para sostener el funcionamiento de la ´enciclopedia´ de Internet, y sugiere que hay zonas oscuras. Según el autor, «lo que Wikipedia no nos dice es que no necesita nuestro dinero, porque le sobra, y sin embargo cada año recauda mucho más de lo que requieren sus operaciones». Las donaciones, dice Orlowski, se destinan a incrementar en número y en coste el personal administrativo, al tiempo que Wales rechaza «por una cuestión de principios» recompensar a los voluntarios que nutren uno de los sitios más populares de la Web.
Al principio, en 2001, Wales pensó que aceptar publicidad, con ciertas limitaciones éticas, podría ser un modo de financiar su idea, pero desistió ante las dificultades que encontró. Gracias a las campañas de cuestación – 35 millones de dólares en la última ronda – y a otras aportaciones privadas, la Wikimedia Foundation, que en 2006 tenía seis empleados, ha subido la plantilla a 174 personas (94 en tareas administrativas). Entretanto, el número de editores ha descendido desde 2007.
La rendición de cuentas deja mucho que desear, se queja Orlowski, que cita un presupuesto de 81.000 dólares para fotografiar a políticos de Estados Unidos [cortejar a los legisladores parece ser una obsesión de Wales, al decir del autor]. Con o sin fundamento, se ha extendido el temor a que un perfil negativo en Wikipedia – casi imposible de enmendar o contrarrestar – de una figura pública, pueda arruinar una carrera o dañar una reputación.
Hubo un tiempo en el que Wikipedia publicaba la lista de las donaciones recibidas, pero ahora sólo desvela las más cuantiosas. Entre ellas, los 2 millones de dólares de Google y el medio millón de la fundación de Sergey Brin y su mujer. Este vínculo es otro motivo de suspicacia, en la medida que podría haber influído en el hecho de que Wikipedia secunda entusiastamente las campañas de lobby de Google, y la apoya sibilinamente en sus numerosos litigios alrededor del mundo.
Si medios veraces y periodistas repetados lo dicen, esto ya no es un rumor, sino un clamor: Dell estaría negociando un leverage buy-out para dejar de cotizar en bolsa y pasar bajo control de inversores privados, entre ellos su fundador, que tiene el 16% de las acciones. Tiene todos los visos de ser real, hasta el detalle de que un consorcio de fondos de inversión, encabezado por SilverLake, tiene a estas horas casi a punto la financiación bancaria de la operación: por encima de los 25.000 millones de dólares. ¿Qué decir en este momento, sin dejarse llevar por la literatura de casino?
Primero, que el movimiento tiene lógica, si fuera verdad que el objetivo es «completar la transformación de una compañía centrada [a su pesar] en el negocio del PC, para dedicarla a vender soluciones empresariales de extremo a extremo». Hay razones que abonan el cambio de estatus. En doce meses, el valor de Dell ha caído un 30%, porque la bolsa sigue identificándola con el declive del mercado de PC, y porque no ha encontrado la manera de entrar en el de los dispositivos móviles, y los servicios, estrategia motriz de Michael Dell, no acaban de despegar. De seguir así, la empresa iría de tumbo en tumbo, y probablemente los costes de no hacer nada serían más altos.
Segundo, como empresa no cotizada, Dell tendría una flexibilidad que ahora no tiene, para tomar decisiones audaces sin pasar por el examen de analistas y accionistas; podría, por ejemplo, comprar compañías sin que nadie le fastidie la digestión. Y tendría una capacidad sobrevenida de actuar a largo plazo, algo que pocas veces puede hacer una cotizada, sometida a la dictadura de los ciclos trimestrales.
Por último, hay un ambiente favorable, con tantos abogados, banqueros y auditores que van a ganar jugosos honorarios con la transacción. ¿Qué pasará después? ¡Ah! Es previsible que Dell trate de desprenderse de los activos relacionados con su negocio original, en un intento de emular la maniobra de IBM con Lenovo; pero aunque hubiera candidatos, la dinámica del mercado es otra. El desahogo financiero podría usarse, casi con seguridad, para afianzar y consolidar – o continuar – el rosario de adquisiciones que permitirían reconvertir a Dell en prestatario de servicios, en un mercado colmado de competidores.
Digitimes, la mejor fuente para conocer lo que se cuece en la industria taiwanesa, que fabrica masivamente bajo contrato para las marcas de ordenadores, traía ayer esta información: «HP y Lenovo tienen asumido que sus despachos de notebooks caerán un 20% secuencial en el primer trimestre, el doble del descenso del 10% que hasta ahora esperaba la industria». Es verdad que en los años normales, el primer trimestre suele ser de crecimiento lento, tras el frenesí del precedente, pero este año ni el 2012 tienen nada de normal. HP – según DigiTimes – espera despachar unos 6,7 millones de portátiles en el primer trimestre, en lugar de los 8,0/8,5 que entregó entre septiembre y diciembre. Lenovo bajaría de 6,5 a 5,4 millones durante el mismo período, y Acer y Asus, experimentarían un descenso secuencial de entre el 7 y el 10%.
La primera explicación es la crisis, sobre la que no hay expectativas de mejoría. Un factor de interpretación más complejo es la coexistencia entre tabletas y PC. ¿Se disputan el presupuesto de los consumidores? Probablemente sí, a juzgar por lo que dicen los minoristas. Pero no necesariamente los consumidores están desertando de los PC para abrazar la fe en las tabletas; esa sería una típica visión simplista, bastante extendida en los medios, por no hablar de blogs, tuits y retuits. Según Jay Chou, lo que está ocurriendo es que las tabletas ayudan a ralentizar la modernización del parque de ordenadores, pero no lo destruyen.
Con el advenimiento de Windows 8, los precios de los ultrabooks tendrían que aproximarse a los de un iPad para contrarrestar el fenómeno descrito por Chou. Mikako Kitagawa, su colega que trabaja para Gartner, es más explícita; sugiere que el PC pasará a tener un papel secundario en los hogares. «Esta transformación – advierte – va a continuar hasta que la base instalada de PC decline lo suficiente para hacer sitio a las tabletas como dispositivo de consumo primario». De lo que deduzco que el PC debería cambiar su perfil de prestaciones, para defender su espacio, pero en verdad será difícil para la industria conjugar ese estímulo con el requisito de bajar los precios.
Si se sumaran los despachos de PC y tabletas, se comprobaría que el mercado ha crecido. Por esta razón, ambas consultoras, tanto IDC como Gartner, se preparan para elaborar y publicar – quizás a partir de este año – cifras agregadas de ambas categorías de dispositivos.
No tengo una estadística pero así, a ojo de buen cubero, desde hace un par de semanas el volumen de información que entra en mi buzón acerca de Apple triplica, si no más, a la relativa a cualquier otra empresa. En parte, son aficionados al análisis bursátil (es decir, obviamente interesados), que quieren lucirse antes de la presentación de resultados, el próximo 23/1. Por otro lado, se han multiplicado los comentarios (probablemente no menos interesados) según los cuales una fuente taiwanesa habría contado que Apple ha recortado a la mitad sus pedidos de pantallas para el iPhone 5.
Deducir de esta versión que las ventas del iPhone van a caer en picado, es de una audacia notable. Potencialmente un disparate, si se confimara que en el cuarto trimestre (primero fiscal para Apple) el número de unidades vendidas habría batido el récord histórico [ya se verá]. Como he aprendido a desconfiar de las noticias que vienen de Taiwan, casi me atrevo a sospechar que pudiera haber otras razones tras el telón. Una posibilidad es que para el próximo relevo del iPhone 5 se contemple otra tecnología de pantallas, que no compraría, o no todas, a los suministradores habituales – taiwaneses – sino a alguno de otro origen, como Sharp y/o LG.
Admito que mi hipótesis es suspìcaz. Uno o más de los perjudicados habrían decidido enrarecer un poco el ambiente, intoxicar a los medios proclives a ese juego, y castigar así a Apple donde duele, en la bolsa, donde lleva tiempo en incomprensible bajada. No es paranoia: a casi una semana de un anuncio de resultados que se prevén espectaculares, la acción de Apple ha vuelto a caer, y ayer cerraba en el Nasdaq al precio más bajo desde febrero de 2012. Una de dos: alguien sabe algo que el resto del mundo ignora, o se cumple una vez más aquel axioma que dice: «no dejes que una buena noticia te estropee un titular.
Las telecos en Europa Occidental caminan hacia una u otra forma de consolidación de unos mercados que han alcanzado o superado el techo de crecimiento. ¿Dónde habrían de buscar los grandes operadores europeos esas oportunidades que sus accionistas y acreedores les reclaman? América Latina está repartida entre dos gigantes; los países de Europa del Este y Asia Central son terreno resbaladizo, y los aliados locales son tan imprescindibles como poco fiables. En Oriente Medio, mandan los operadores del Golfo, con los que como mucho se puede firmar acuerdos de cooperación. Hacia el este, India es una promesa demográfica con inseguridad jurídica y exceso de competidores. En China no hay manera de entrar, y casi lo mismo puede decirse del resto de la región asiática. La respuesta a la pregunta inicial es: África.
En 2015, pronostica Idate, los ingresos del sector de telecomunicaciones en África sumarán unos 100.000 millones de dólares, con un ritmo anual de crecimiento del 6,3%, superior al esperado en Asia-Pacífico (5,0%) y en América Latina (5,2%). Hay tres grandes grupos transfronterizos: MTN (115 millones de clientes), Vodafone (92 millones) y France Télécom (72 millones), dispuestos a seguir creciendo.
Precisamente el grupo francés ha anunciado su interés en ampliar su presencia en África: «Burkina Faso, Gabón, Mali y Mauritania nos interesan», dijo Elie Girard, vicepresidente de France Télécom. Interés que concretaría el plan Conquests 2015 [el nombrecito se las trae], trazado en 2010 por Stéphane Richard, CEO de la compañía, que prevé aumentar de 3.400 a 7.00 millones de euros los ingresos obtenidos en los países emergentes, para contrarrestar el estrechamiento del negocio en Europa.
No será sencillo replicar en África la experiencia de Telefónica en América Latina. Para que esa cifra sea viable, en un continente donde – según Girard – las facturas telefónicas bajan de media un 10% anual, el esfuerzo debería centrarse en servicios como los pagos móviles – los negocios africanos de Vodafone y Zain tienen mucho éxito con ellos – y acertar en la elección de terminales adecuados, teniendo en cuenta que la penetración de la telefonía móvil llegará a 85/100 en 2015 (900 millones de usuarios). Y no se trata sólo de las antiguas colonias de África Occidental, que eso sería relativamente fácil: la apuesta de más enjundia sería Argelia, ahora que parece abrirse un nuevo clima en las relaciones entre ambos países.
Hay motivos para celebrar las noticias según las cuales Nokia está saliendo del pozo. La empresa, que fue orgullo y modelo de Europa, había perdido dinero durante varios trimestres consecutivos hasta que, por fin, Stephen Elop ha podido anunciar que en el cuarto de 2012 ha obtenido un beneficio del 2%. ¿Es poco? Pues sí, pero es más que el 6% de pérdidas que le vaticinaban los de la mala leche. Elop no se engaña: el primer trimestre de 2013 no repetirá esos números – ha dicho – por razones estacionales que afectan tanto a la venta de móviles como a la filial NSN. Pero la tendencia se ha enderezado, y ojalá que dure.
Lo más interesante, a mi juicio, del anticipo de resultados de Nokia [los oficiales se conocerán el 24/1] está en las ventas de sus móviles: 86 millones en el trimestre (114 millones un año atrás). La mayor parte (70 millones, de la serie 40) a los que suma 16 millones de smartphones. El desglose de estos acelera la decadencia de Symbian (2,2 millones) y confirma el ascenso de Windows Phone: de la familia Lumia se vendieron 4,4 millones de unidades, en lugar de los 2,9 millones del tercer trimestre. El Lumia 920, competitivo con otros más glamurosos, está precipitando un cambio en la percepción de la marca. Es así, pero si la compañía quiere solidificar el crecimiento de la gama, necesita escala: este es el papel que cumplen los Lumia 620, 820 y 720. No hay duda de que Microsoft tiene un mérito, pero sin olvidar que las tecnologías propias (imagen y mapas, entre otras) son factores por los que Nokia se reconoce como Nokia. Por esto me cuesta entender la insistencia de aquellos que sostienen que Nokia debería adherirse a Android.
Otra parte de la noticia dice mucho acerca de por dónde van los tiros en el mercado mundial. La gama Asha es mucho menos notoria entre nosotros, pero tiene éxito en los mercados que llamamos emergentes, y alimenta la esperanza de Nokia en llegar a reconvertir su propia base tradicional. Gracias a los Asha – smartphones básicos pero con pantalla táctil, con dos día de carga de batería – Nokia ha logrado defender su posición tradicional en China y frenar el avance de los fabricantes locales en India. Consecuencia de esta estrategia, el precio medio del catálogo de la marca ha subido de 155 a 185 euros en un trimestre.
Nada de lo dicho hasta aquí deja suponer que en 2013 Nokia va a recuperar posiciones en el ranking de la industria. Incluso puede que baje otro peldaño. Pero su objetivo es restaurar la rentabilidad, y por eso que, en el contexto actual, haya subido el precio medio es un buen síntoma. En los últimos cinco años, de deriva y reconstrucción, la empresa finlandesa perdió el 90% de su valor bursátil. Significativamente, tras conocerse estas noticias, ha recuperado un 14% en 48 horas. Buena suerte.
Por venir de quien viene, el Financial Times, la noticia tenía visos de veracidad: en la reunión que mantuvieron el 28/12 en Bruselas [no se dice de quien fue la iniciativa] el vicepresidente de la CE, Joaquín Almunia, y los presidentes de cuatro operadores europeos (Deutsche Telecom, France Télécom, Telecom Italia y Telefónica) habrían discutido la posibilidad de unificación de las infraestructuras europeas, probablemente bajo la forma de una new co, que asumiría los créditos necesarios para financiar las inversiones en una imprescindible modernización. La información, en primera página, provocó un discreto revuelo, pero ha sido inmediatamente desmentida por el portavoz de Almunia: «[el vicepresidente] no ha iniciado, sugerido ni respaldado ningún plan de esos operadores para unir sus infraestructuras o para compartir sus redes». Por su parte, Thierry Drieu, portavoz de ETNO, asociación europea de los operadores ´incumbentes´, ha negado que tal asunto estuviera en la agenda de la reunión.
Es llamativo que los desmentidos no aludan al tema que seguramente motivó el encuentro: las condiciones que la autoridad europea en materia de competencia – es decir, Almunia – ha impuesto a la fusión de dos operadores austríacos, han irritado a los peregrinos a Bruselas. De ellos, Stéphane Richard, de France Télécom, ha sido el más crítico, pero los cuatro (y otros que no estaban) piensan lo mismo: el mercado europeo de telecomunicaciones está demasiado fragmentado, con más de 1.200 proveedores de telefonía fija y bastante más de 100 operadores de telefonía móvil. Si a la hostilidad de los reguladores nacionales – en opinión de ETNO – se le suma un corsé que bloquea la consolidación dentro de cada mercado, será problemático para el sector abordar las cuantiosas inversiones para modernizar las redes y, por esta vía, cumplir con la Agenda Digital propuesta por la comisaria Neelie Kroes.
Frente a este conflicto explícito, imaginar una eventual red paneruropea equivale poco más o menos a «salirse por peteneras». Se expresara o no en la reunión, la idea de amalgamar infraestructuras (que es muchísimo más complejo que compartir antenas) en una entidad separada, es propulsada desde hace tiempo por grandes fondos de inversión [bien conectados con el diario londinense, por cierto] interesados en meter la cuchara en este sector.
Ya que me he puesto suspicaz, arriesgaré otra sospecha: asimismo, el episodio pudiera reflejar un choque de pareceres entre Almunia y su colega de Comisión, Neelie Kroes. Cada uno empieza a dar forma final a su legado, porque no está lejana la renovación, en 2014, de la Comisión Barroso. Observadores comunitarios otean la perspectiva de desaparición de la cartera de Kroes, que podría repartir sus funciones entre la de Competencia (que ahora ocupa Almunia) y la de Mercado Interior (Michel Barnier, en la actualidad).
La primera jornada del CES de Las Vegas ha confirmado las impresiones previas: no es la de este año una edición que merezca recordarse por el número de novedades ni por la cualidad de sorprender a la audiencia. Los comentaristas más serenos – y mira que es difícil mantener la serenidad en medio de tal guirigay – subrayan que las tecnologías presentadas son fundamentalmente incrementales, nada asombrosas. Por lo tanto, además de insistir en mi comentario de ayer, me ha parecido interesante transcribir aquí una observación del analista Chris Caso: «la economía de esta industria no va a empeorar en 2013; no es que confiemos en una salida rápida de la crisis de consumo, sobre todo en Europa, sino más bien porque la demanda se ha estabilizado en un nivel que, aun siendo bajo, resulta suficiente para mantener los motores encendidos».
El año pasado por estas fechas se esperaba que el mercado mundial de electrónica de consumo crecería un 4% en 2012; pero «inesperadamente» acabó cayendo el 1%, hasta quedarse un poco por debajo del billón de dólares en total. En 2013, los organizadores del CES recalientan su pronóstico de crecimiento del 4%, con lo que la cifra se elevaría hasta 1,13 billones de dólares [sí, billones, no billions] Otro analista de mercado, Steve Bambridge, de GfK, mide sus palabras: «las opiniones que hemos recogido nos permiten esperar un regreso del crecimiento, pero muy modesto». Con la brutal caída de la demanda en Europa Occidental, y la saturación en Estados Unidos – añade – esa esperanza se deposita en las geografías llamadas emergentes, y principalmente en una gama de productos en auge, las tabletas. Aunque, en este caso, la contrapartida sería – lo comido por lo servido – un descenso de los portátiles y una desaceleración de los smartphones.
Shawn DuBravac, economista jefe de la Consumer Electronics Association, organizadora del CES, ha hecho unos comentarios sabrosos, obligatoriamente optimistas. Para no extenderme, limitaré la cita a una frase: «hemos entrado en una segunda década digital, en la que la pauta se desplaza de la mera adquisición de dispositivos, que ha caracterizado la historia anterior de la industria, a otra en la que los contenidos dan forma a la experiencia del consumidor. Nos hemos convertido en omnívoros digitales». Habrá que volver sobre el asunto, pero mejor dejarlo para otro día.
Otra vez metidos en harina. Hoy se ínicia en Las Vegas el International CES [también conocido como Consumer Electronics Show]. El primer rasgo significativo es la ausencia de Microsoft, que secunda así a marcas no menos conspicuas (Apple, Google, Amazon) que prefieren presentar sus productos en espacios propios y en las fechas que mejor se acomoden a sus ciclos de producto. Para ellas, el gigantismo del CES resulta contraproducente, porque diluye su protagonismo. El papel estelar que durante años ha tenido Steve Ballmer como ponente inaugural de los últimos años (y por el que Microsoft pagaba una cantidad importante) ha sido ocupado por Paul Jacobs. Es otra manifestación del ánimo expansivo de Qualcomm, y a la vez un síntoma de la transición que vive esta feria, crecientemente influída por las tecnologías de movilidad.
Como siempre, el CES 2013 será un escaparate privilegiado para presentar nuevos dispositivos. Pero la proximidad del ascendente Mobile World Congress, a finales de febrero, decanta los anuncios. Incluso en aquellos productos que no son explícitamente móviles, el CES necesariamente refleja la tendencia. Durante décadas, las novedades destinadas al entretenimiento doméstico tenían la máxima prioridad; recientemente, la movilidad ha pasado al primer plano. Esto implica que, a gusto o a disgusto, la feria de Las Vegas tiene que redefinir su identidad.
No habrá muchos smartphones realmente nuevos, pero los que se muestren subrayarán dos pautas: procesadores más potentes y pantallas más grandes (el vídeo manda). Es la ocasión escogida por dos marcas chinas para redoblar su ofensiva en el mercado estadounidense [y el mes próximo en Europa]: Huawei subirá el listón con un modelo de 6,1 pulgadas, Ascend Mate, y un Windows Phone 8, Ascend 2. Por su parte, ZTE lanzará su nuevo Grand S, apostando también por una pantalla de 5 pulgadas. Es la hora de los llamados phablets.
Los ultrabooks, que tanto interés despertaron en el CES 2012, van a pasar por Las Vegas discretamente, y se dice que también este segmento de la industria optará por Barcelona, donde aparecería una nueva camada de hìbridos laptop/tablet, a la vista de que la demanda no ha digerido bien la anterior. Por tanto, el entretenimiento vuelve a ser el centro de atracción mediática en Las Vegas. Los modos de consumir contenidos de televisión han cambiado en pocos años, en favor de los servicios bajo demanda y los dispositivos móviles, y la réplica de la industria no es otra que acentuar la apuesta por el televisor conectado.
Tiempo de deseos, buenos deseos, los mejores deseos. Mientras escribo estas últimas líneas de 2012, mi mesa está abarrotada, como suele: un monitor, dos portátiles, una tableta, dos móviles, un escáner, tres discos externos, dos grabadoras, conectores y cables no identificados. ¿Homo digitalis? No es para tanto: también tres libros, uno de ellos intonso, unos cuantos periódicos y dos pilas de papeles.
Pues sí, todo lo que creo digno de ser leído, lo leo impreso o lo imprimo; subjetivamente, asocio mis deseos al futuro de mi oficio. El olor a tinta no es agradable en estos tiempos duros: en 2012 han cerrado decenas de medios de comunicación, varios miles de periodistas han perdido su empleo, y aparece un pájaro de mal agüero que profetiza la desaparición de la prensa impresa en España para 2020 (sic).
Perdonen que mis mejores deseos del Año Nuevo empiecen por ahí. No comparto esa dicotomía entre medios offline y online; me preocupa mucho más la distancia que se ensancha entre medios veraces y medios falaces, la diferencia entre un texto reflexivo y un tuit sumario. En lo que a mí respecta, me gustaría tener en 2013 la oportunidad de seguir haciendo mi trabajo de periodista con entusiasmo, espíritu crítico y respeto. Y ustedes que lo vean. A los lectores, les deseo aquello que para cada uno represente su ventura personal y su meta profesional. Quedan convocados en este espacio a partir del lunes 7 de enero. Hasta entonces,
Norberto
Es una de esas historias que alimentan la mitología del Silicon Valley. Ankur Singla y sus colegas Kireeti Kompella y Pedro Marques, dejaron en febrero sus empleos para montar una empresa, a la que llamaron Contrail Systems. En julio, cerraron un acuerdo por el que un consorcio de inversores aportaría 10 millones de dólares, pero nadie informó de la transacción o de sus intenciones [práctica conocida como stealth mode]. 48 horas después de salir a la luz, la vendieron por 176 millones a Juniper Networks. Pregunta: ¿a qué se dedica Contrail? Respuesta: a desarrollar un controlador open source para el nuevo campo de software defined networks (SDN). El primer producto, en cualquier caso, no será anunciado hasta mediados de 2013.
Es un caso típico de coste de oportunidad. Para Juniper, que participó de la ronda de julio, la absorción de Contrail representa un atajo para reforzar su posición competitiva contra Cisco. Según Singla, el producto en cuestión se está desarrollando para que actúe como controlador de equipos de ambos fabricantes indistintamente. En el fondo, Juniper compra un equipo de ingenieros y entre ellos recupera a Kompella, que dejó su puesto como CTO de la compañía para iniciar su fugaz y rentable aventura.
Hace pocas semanas, Cisco accedió a pagar 141 millones por una compañía llamada Cariden, especialista en virtualización para las redes de operadores. Desde que VMware compró Nicira por la insólita cantidad de 1.200 millones, las transacciones posteriores parecen baratas. Oracle compró Xxigo, y Brocade adquirió Vyatta. La startup Big Switch ha recaudado 25 millones, Plexxi otros 48 millones y Plumgrid cerró en agosto una ronda de 10,7 millones; capitales chinos respaldan a Pica8. Para el analista Paul Silverstein, de Credit Suisse, se trata de una moda exagerada: «la mayoría de estas iniciativas son embrionarias y prematuras, pero nadie quiere estar fuera de juego».
La noticia presenta otro rasgo interesante. Los fundadores de Contrail no responden al estereotipo del jovencito al que se le ha ocurrido una idea 2.0 y busca quien la financie. Singla, Kompella y Marques son jóvenes, pero se han curtido como ingenieros de Cisco, Juniper, Aruba Networks y Google. Como premio, ahora tocan a más de 50 millones cada uno.
Óscar A. pide que conste que escribe desde Sevilla, para comentar mi texto del 17/12 acerca de las prácticas de ingeniería fiscal de empresas tecnológicas. La primera observación es inquietante: «¿por qué acusas de fraude fiscal sólo a Google, y no a otros que seguramente hacen lo mismo?». Veamos, amigo, yo no acuso, sólo informo y añado una dosis de análisis. En segundo lugar, nadie que yo sepa ha hablado de fraude; en palabras de un abogado especialista en la materia, «en muchas ocasiones cumplen la normativa internacional y los acuerdos firmados a pies juntillas, pero se sirven de los instrumentos que les proporciona la propia ley para que sus facturas tributarias se reduzcan a la mínima expresión» (La Vanguardia 9/12).
Me reta Óscar a investigar «lo que Google y los otros hacen en España». Ese trabajo está hecho y publicado por Conchi Lafraya, compañera de La Vanguardia, que ha recopilado datos del Registro Mercantil sobre siete empresas del sector. Los resumo, sólo que siguiendo el orden alfabético. Amazon «factura prácticamente todo su negocio en España a una compañía con sede en Luxemburgo» [Ventas: 314.417 euros / Impuesto sobre Beneficios: 552 euros]; Apple «cuenta con una estructura para trasladar sus beneficios a una filial ubicada en Irlanda» [V: 94,1 millones de euros / IB: 2,6 millones]; eBay «lleva los ingresos de sus ventas en España a la matriz internacional cuya sede está en Suiza» [V: 443.109 euros / IB: 0].
Pasando a otra letra, Facebook «traslada sus ingresos a una compañía creada con el mismo fin en Irlanda» [V: 1,7 millones de euros / IB: 39.740 euros]; Google «trabaja como una especie de fuerza de ventas, pero refactura gastos a una filial irlandesa» [V: 38,3 millones de euros / IB: – 33.304 euros]; Microsoft Ibérica «actúa como comisionista de las ventas que realiza Microsoft Ireland Operation Ltd» [ V: 157,6 millones de euros / IB: 6,1 millones]; Yahoo «también se aprovecha de resquicios legales para no pagar impuestos en España» [V: 17,2 millones de euros / IB: 0]. Imagino que el lector de Sevilla no se conformará con esta frase del reportaje: «organismos internacionales como la OCDE tendrán que tomar cartas en el asunto tarde o temprano. Incluso es un tema que se va a tratar en la próxima reunión del G-20 que se celebrará en Rusia en febrero».
¿Tiene importancia la compra de Simyo por Orange? Sí y no. Desde luego que sí, porque confirma la recomposición de fuerzas en el siniestrado mercado español de telefonía móvil, que en octubre ha perdido casi medio millón de líneas. O no la tiene, podría decirse, si se considera que los 400.000 usuarios del operador virtual ya estaban en la órbita de Orange, por lo que poco cambiará su ecuación económica. El grupo francés tiene d´autres chats a fouetter. Para el comprador, debería ser sencillo digerir una tercera marca (no parece plausible sumarla a Amena, que tiene un modelo peculiar) para disolverla cuando le convenga, en función de la oferta que diseñe para 2013. Aun suponiendo que el podio sea una motivación para Orange, seguirá lejos del segundo puesto de Vodafone.
Como apunta Ignacio del Castillo en su excelente blog, también es relativo: los tres grandes pierden influencia como prescriptores – hasta ahora insoslayables – de las decisiones de los usuarios. La conclusión de Nacho es perspicaz: en lugar de una exacerbación de la competencia, ve en el movimiento un paso «hacia el eclipse de la competencia». Al menos – interpreto – en los términos históricamente definidos por la regulación, que quizá pronto podrían alterarse.
Se puede discutir cuánto peso ha tenido en esto la supresión de la subvención a terminales, iniciada por Movistar, y si de todos modos hubiera ocurrido porque, ante una crisis como esta, los consumidores buscan abaratar sus facturas, el precio medio baja y las cuentas del operador se resienten. Como manifestación, obsérvese la revitalización (estadística, que no económica) de un mercado «libre» al que prestábamos escasa atención: en cuestión de meses, ha pasado del 4 al 12% de las ventas de terminales, y esto le confiere la capacidad de influir sobre el operador que eligen unos clientes ya sin ataduras.
Las cifras de la CMT atribuyen un 8,5% de cuota de mercado a los operadores virtuales, un 2% más que en enero, por lo que alguien podría entender que han ganado el envite. Pues, no necesariamente: en la categoría OMV confluyen dos modelos de negocio distintos: 1) los intermediarios que viven de la diferencia entre lo que recaudan de sus clientes y lo que pagan por el alquiler de una red ajena, y 2) los convergentes, como Jazztel, Ono o Euskaltel, que por su estructura se apuntan a la evolución profunda de un mercado en el que la voz móvil se ha ´comoditizado´a un ritmo que nadie esperaba. Los primeros casi no tienen recorrido adicional para ganar dinero – es lo que ha comprendido KPN, dueña de Simyo – y los segundos están limitados por la carencia de espectro y porque, ya que hablamos de convergencia, en buena lógica debería prevalecer quien controle más accesos a la fibra, que no es ninguno de los mencionados.
Flota desde hace meses la posible venta de Yoigo –que merecería tratamiento propio – pero incluso esta opción podría alejarse, como derivada del follón que tienen montado en TeliaSonera a cuenta de sus socios en Asia Central. Aun así, supongamos que Orange o Vodafone dan un paso al frente y presentan una oferta: ¿sería realmente un buen negocio sólo para ganar usuarios y, probablemente, acabar cediendo espectro al cabo de un enojoso proceso de aprobación? Por último: ya no se habla del eventual desembarco de Carlos Slim, cuyas inversiones en telecos europeas – KPN y Telekom Austria – son una sangría (y España, hoy por hoy, no es un mercado estimulante, por muy multimillonario que sea el caballero Slim).