Récord de asistencia, más de 60.000 personas, para una nueva edición del Mobile World Congress, la mejor organizada de su historia. Tras la próxima, el congreso se quedará en Barcelona hasta 2017 o se irá con su parafernalia a otra ciudad europea (Milán, Munich y París son candidatas). Ya se ha escrito en este blog que el Mobile World Congress no debería ser visto como una feria o escaparate de móviles y aplicaciones, pero sería injusto negar que esta es una de sus funciones, dar ocasión de conocer las novedades que se preparan y las tendencias que se esbozan. Han sido cuatro días pletóricos, con los protagonismos muy repartidos y cuyo resumen se antoja difícil.
¿Cuál fue la palabra más pronunciada durante el MWC? Ecosistema. Es una extendida perversión del lenguaje posmoderno, consistente en apropiarse del léxico de la biología para describir fenómenos que no tienen que ver con ella. Para la ocasión, se trataba por lo general de subrayar la continuidad entre distintos miembros de una familia de productos, y su confluencia con otros afines: no es realmente algo nuevo… ni biológico. Si acaso, quien con más razones podría haber invocado la condición de ecosistema es Google, porque la plataforma Android evoluciona a través de saltos generacionales muy frecuentes: en Barcelona se anunciaron productos basados en Froyo, que ya parece venerable con menos de un año de vida, Gingerbread (2.3 en espera de moverse a 2.4) y el nuevo Honeycomb (3.0), que quizás aparecerá en abril, mientras se baraja el futuro de Ice Cream, que fusionaría los dos linajes en una plataforma común para smartphones y tabletas.
Este problema de la fragmentación de Android lo van resolviendo los fabricantes con la recurrente promesa de una actualización cuando salga la versión posterior. Pero Eric Schmidt – un año más estrella del congreso, a juzgar por la repercusión de su keynote – negó expresamente que sea un motivo de inquietud para los usuarios. Y los números le dan la razón: se estima que a finales de 2011 tendrá una base instalada de 140 millones de dispositivos (smartphones + tabletas), causa de convulsión entre las marcas. La primera víctima será Symbian.
Nokia no estaba presente en el MWC – tampoco lo estuvo el año pasado – y a la postre puede que haya sido lo más sensato. Durante la semana, las acciones de la compañía finlandesa cayeron en bolsa hasta su nivel históricamente más bajo. Una sorpresa desagradable, tras una primera reacción positiva de los inversores al anuncio de la alianza con Microsoft; todo indica que esos mismos inversores esperaban que Stephen Elop anunciara en Barcelona uno o dos modelos de Windows Phone con fecha de lanzamiento precisa. No hubo tal cosa, sino la vaga promesa de que sólo habrá “disponibilidad de volumen” en 2012. No es extraño que el CEO de Motorola, Sanjay Jha, dijera que en la crisis del rival ve una oportunidad de recuperación de su marca en Europa. Según un analista del banco escandinavo Nordea, “las ventas de Nokia van a caer un 20% durante el resto del año, y los resultados de la alianza con Microsoft sólo se apreciarán a largo plazo”.
Comoquiera que sea, la sombra de ese acuerdo contaminó la presentación de Steve Ballmer, impropia de su talento escénico. A falta de algo nuevo que anunciar, Ballmer proclamó que la plataforma de Microsoft es la mejor alternativa para los operadores, que no se fían de las intenciones de Apple y Google: “con Windows Phone, podrán añadir valor por encima de la conectividad, la distribución y el servicio”, quiso tranquilizar a los dueños de las redes. Y en una crítica transparente al competidor, añadió: “nuestros partners saben que los desarrolladores no sufrirán las consecuencia de la fragmentación que caracteriza a otras plataformas”. De manera implícita, estaba diciendo que la adición de la marca Nokia le confiere una masa crítica que hasta ahora Windows Phone 7 no ha tenido. Sin embargo, el rumor de que, a cambio de excluir a Android de su futuro, Nokia ha obtenido de Microsoft la promesa de tomarse libertades con el interfaz que no se permiten a otros fabricantes, es una posible explicación de que HTC, Samsung y LG prácticamente relegaran en sus espacios los modelos Windows Phone 7 lanzados hace apenas unos meses.
Discreta, discretísima, ha sido la presencia de Hewlett-Packard en el Mobile World Congress. Lejos de los pabellones “nobles”, se emplazó en la zona AppPlanet, muy concurrida por cierto. Lo que no deja de tener mucho sentido, puesto que su objetivo inmediato es reclutar desarrolladores para el sistema operativo webOS. La mayoría de los comentarios han sido elogiosos hacia la decisión de comprar Palm, con cuyo concurso HP podrá tomar distancias con respecto a Microsoft, exactamente el camino inverso al que ahora recorre Nokia, pero ambas tienen por delante un año complicado.
El gran ausente de la feria, Apple, ha sido de hecho el punto de referencia de casi todas las conversaciones. Hasta el extremo de que la elección por un jurado del iPhone 4 como “mejor dispositivo del año” fue pitada por algún impertinente. Dentro o fuera, Apple siempre consigue ser el centro de los rumores: según la prensa estadounidense, trabaja en el próximo lanzamiento de un iPhone mini, aunque no está claro de qué se trata exactamente: para el Wall Street Journal, será un modelo “menos caro” [por lo visto, el adjetivo “barato” está proscrito en las informaciones sobre Apple], y las fuentes del New York Times sostienen que será pequeño pero no de menor precio. Como estrategia, no sería distinta a la que ha aplicado durante años al iPod: una vez implantado en el mercado, iniciar una gradual segmentación. Pero un iPhone es bastante más complejo que un iPod, y es oportuno preguntarse qué funciones se sacrificarían para comprimir y abaratar ese supuesto modelo mini.
La única marca que sistemáticamente escoge el MWC, en la víspera de su apertura, para montar su lanzamiento más espectacular del año es Samsung. El fabricante coreano aprieta el paso para alcanzar a Nokia en el ranking mundial, y perfilarse como el más conspicuo adversario de Apple. Dos de sus novedades han sido el nuevo smartphone Galaxy S II, y su segunda tableta, Galaxy Tab 10.1, cuyo nombre alude al tamaño de pantalla, de superficie superior a la del iPad. Pero la voluntad de Samsung se trasluce en otro dispositivo, del que se ha hablado menos, el Galaxy S WiFi que nace con dos formatos de pantalla y está destinado a competir en el mismo plano que el iPod Touch. Es curioso que fuera precisamente Samsung uno de los pocos fabricantes que ha evitado el sanbenito del “ecosistema”, tal vez porque “galaxia” es un comodían más sugerente.
Los analistas de mercado alucinan al personal con sus previsiones sobre el mercado de tabletas en 2011. Hay demasiadas incógnitas que impiden saber cómo se configurará la oferta: ¿conectividad 3G o WiFi?, ¿qué tamaño prevalecerá?, ¿servirán para vigorizar el canal minorista, o este será sepultado otra vez por las subvenciones de los operadores?, ¿han decidido estos qué estrategia seguir en relación con el gadget de moda? La consultora CCS Insight se arroga el papel de aguafiestas cuando publica este cálculo: en 2011 se venderán 44 millones de tabletas, lo que francamente sabe a poco poco al lado de los 400 millones de smartphones previstos en un océano de 1.800 millones de móviles. Si Apple mantiene su trayectoria de los últimos meses – comenta este grupo de analistas británicos – 30 de los 44 millones serían iPad, lo que dejaría un remanente de 14 millones a repartir entre los competidores: más de un jugador perderá la camisa, es su gráfica conclusión. Por cierto, en el MWC se vieron tabletas de Acer, Asus, Blackberry Dell, HTC, Huawei, LG, Motorola y Samsung, todas bajo Android; ¿será verdad que Microsoft renuncia a dar batalla, al menos mientras no haya acabado el desarrollo de la variante Windows para la arquitectura ARM?
Quien no renuncia en absoluto es Intel. Por primera vez, compareció en el MWC su presidente, Paul Otellini, para dar testimonio de que los primeros smartphones con sus procesadores Medfield aparecerán antes de fin de año, aunque sería prematuro decir qué marcas le acompañarán en el viaje a lo desconocido. La verdad es que la participación de Otellini quedó deslucida por las obligadas preguntas sobre el futuro de MeeGo, ahora que Nokia tiene otro socio prioritario. El directivo no se dejo amilanar y afirmó que Intel seguirá adelante con el proyecto, y que ya hay otros fabricantes interesados en participar. Sin dar nombres, claro.