Tácticamente, AMD ha pinchado un nervio de Intel. A pocas semanas de la prevista presentación de sus nuevos procesadores Xeon Scalable – Ice Lake – se ha adelantado añadiendo una familia de 19 procesadores que ataca los mismos mercados que su rival. Esta tercera generación de Epyc, apodada Milan y fabricada con tecnología de 7 nanómetros, no llega a ser lo que se suele llamar un “cambio de juego”, pero eleva el listón de la competencia con Intel en rendimiento y eficiencia. AMD sostiene que también en precio. Una docena de fabricantes de servidores, los tres líderes del mercado cloud y varias compañías de software han decidido acompañar el lanzamiento con anuncios propios.
Ocurre que la nomenclatura oficial de los procesadores es tan aburrida como un catálogo de tornillos, por lo que los dos fabricantes han optado por hacer reconocibles sus productos con nombres propios. Intel con el apelativo Lake, que no siempre corresponde a una geografía. Por alguna razón, AMD se ha aficionado al Giro d´Italia: sus tres familias sucesivas de estos chips se llaman Nápoles, Roma y Milán; la próxima (Zen 4) hará escala en Génova.
Entre la primera generación de Epyc (Nápoles, junio de 2017) y la segunda (Roma) pasaron veintiséis meses; de Roma a Milán, fueron diecinueve. Génova se hará esperar hasta 2022.
Mientras que Intel ha sufrido retrasos y desaciertos en la fabricación de chips con procesos de 10 nanómetros – y ha tenido que postergar otros seis meses la siguiente – la arquitectura Zen de AMD está cumpliendo con la secuencia prometida en 2017. Sus procesadores los fabrica TSMC con densidad de 7 nm.
Aunque AMD se atribuya superioridad tecnológica, no significa que esté cerca de dar caza a Intel en el mercado del datacenter. Los analistas de Mercury Research calculan que AMD detentaba, en el cuarto trimestre de 2020, el 7,1% del mercado mundial de procesadores x86 para datacenter, e Intel el 92,9%. Aun así, se puede hablar de hazaña porque doce meses antes las proporciones eran de 4,5% a 95,5%, respectivamente. El llamado Data Center Group E sigue siendo con diferencia el negocio más rentable de Intel.
Habría que remontarse a quince años atrás para identificar la última vez que AMD estuvo en condiciones de presionar a Intel, En 2003, sorprendió a su rival con su primer Opteron, mientras Intel se empantanaba con su malhadado Itanium. Sin embargo, las siguientes generaciones de Opteron fueron decepcionantes y pareció quedar fuera de carrera.
Hasta la llegada de Lisa Su en 2014: la nueva CEO de AMD comprendió que las cargas de trabajo estaban migrando de los entornos on-premise a la nube y por tanto se imponía el desarrollo de una nueva arquitectura que pudiera ejecutarse en ambos y, además, pudiera extenderse para entrar en el mercado de la supercomputación (HPC). Esa arquitectura, bautizada Zen, se aplicó primero en los procesadores Ryzen para portátiles y luego en los Epyc para servidores.
El reto que afronta AMD es que muchos usuarios siguen confiando en Intel y, por consiguiente, incluso los fabricantes de servidores que hoy acogen con entusiasmo la invitación de Su, se van a subir al tren de Intel tan pronto como esta deje ver su respuesta. A todos les viene bien que haya una alternativa, pero nadie dañará su fructífera relación con Intel.
Una virtud anecdótica del anuncio de AMD ha sido que Pat Gelsinger, de vuelta en Intel ahora como CEO, ha tenido que programar de urgencia para mañana un webcast su primera aparición pública desde que fuera ungido como un mesías.