En los últimos tiempos se extiende la sensación de que Apple marcha a remolque, pero no está claro de quién. Puede que sea fatiga o quizás sólo haga falta un revulsivo que se va haciendo desear. Pudo serlo la ola de IA generativa que arrastra a la industria tecnológica, pero si por algo destaca la compañía de la manzana es por un aparente – e imprevisto – bloqueo de su capacidad de protagonismo. Septiembre ha sido el mes reservado para lanzar el último iPhone mientras sus competidores se resignaban a verle en el centro de la escena. Llegar antes no es lo principal, pero Apple siempre se las ha arreglado para que su festejo anual marcara la pauta del mercado. ¿Será esta vez el caso?

Tim Cook
Un detalle del evento puede haber pasado inadvertido. Si el foco estaba puesto en el iPhone 17 y sus interesantes modelos, ¿qué sentido tenía forzar la ocasión para un desfile inocuo con preanuncios de productos previstos para los próximos meses y que fatalmente quedaría opacados por la novedad central? Ahí va una conjetura: tal vez se haya querido demostrar que Apple conserva intacto su músculo innovador.
Eso sí, los primeros datos de demanda del iPhone 17 apuntan alto, lo que confirmaría que el ecosistema de la compañía es una envidiable maquinaria de ventas, sea cual sea el viento que sople. Tim Cook está bien pertrechado.
No siempre es recomendable llegar antes, pero Apple nunca se ha esforzado por ser la primera, sino por conseguir que su producto fuera percibido como el de mejor calidad, mejores prestaciones o mejor diseño. Está por ver el predicamento que tendrá el iPhone Air entre los consumidores. Sus 5,64 milímetros de grosor superan – o disminuyen según se vea – la hazaña de Samsung con su Galaxy S25 Edge, de 5,8 milímetros. La diferencia es anecdótica, pero una reducción a esa escala sólo puede buscar la admiración de los fieles a la marca.
Lo relevante aquí es quién querrá pagar más por un dispositivo en el que el mérito está en su delgadez, aunque para ello sacrifique las cualidades de su batería y de su cámara.
Sirva como referencia que del Galaxy S25 Edge se habrían algo más de un millón de unidades en tres meses, una cifra que ha de contrastarse con los 223 millones de smartphones vendidos por Samsung en 2024y con los 226 millones de Apple, según Canalys. Al final, ambas buscan lo mismo: exprimir al máximo el apetito de los consumidores y forzar la renovación del parque de dispositivos.
En el caso de Apple, se estima que hay entre 300 y 320 millones de usuarios de iPhone que no han actualizado su terminal en más de cuatro años. Si el modelo Air consiguiera que una pequeña parte de esa masa de consumidores renueve su terminal, el incremento de los ingresos será significativo. Y no sólo por las ventas de dispositivos: normalmente, quienes compran un iPhone nuevo gastan más en suscripciones y compras dentro de las aplicaciones durante el primer año. Moraleja: un empujón a la división de servicios de la compañía será bienvenido.
El iPhone Air será útil también para otro propósito. Contiene el chip y modem diseñados por Apple y que previsiblemente montaría un futuro iPhone plegable, que pudiera llegar en 2026. Para cuando esto suceda, la cadena de suministro deberá estar bien afinada. Al parecer, la empresa ya tendría apalabrados proveedores para instalar – en Taiwán, ojo al dato – una línea de producción de prueba “para un dispositivo plegable” y eventualmente replicarla más tarde a otra escala en India.
Si tuviera un iPhone plegable, Apple profundizaría en su estrategia de elevar los precios: vender menos unidades, pero que la facturación crezca. Este año, por primera vez, comercializa un iPhone (la versión Pro Max con 2 TB de almacenamiento) a 2.000 dólares. Parece un movimiento destinado a acostumbrar a los consumidores a que habrá modelos por encima del umbral generalmente aceptado. Ha de tenerse en cuenta que en 2027 el iPhone cumplirá veinte años, circunstancia que podría ser un acicate para los precios, si el estado de la economía mundial lo permite (ya lo probó con el décimo aniversario).
Pese a la afluencia de nuevos formatos del iPhone, cabe destacar que el equipo de diseño de Apple no pasa por sus mejores días. Desde que Jony Ive abandonó el barco en 2019, el departamento no ha gozado de estabilidad. Algunos de los que estaban a las órdenes del celebrado responsable de diseño de la compañía se marcharon a otras empresas o fundaron sus propios proyectos. A día de hoy, este departamento crítico para Apple está compuesto por un puñado de veteranos y una hornada de recién llegados, liderado por Molly Anderson, con el cargo de vicepresidenta de diseño industrial.
Este no es el principal escollo al que se enfrenta la compañía. Su gran asignatura pendiente es la renovación de Siri . Para ello tiene por delante dos caminos: optar por un modelo fundacional propio o asociarse con un proveedor externo. Lo primero parece complicado por el retraso que lleva Apple en la IA generativa con respecto a los líderes actuales, pero escoger un socio tampoco es tarea fácil. Coquetea con Google, Anthropic y OpenAI mientras baraja la posibilidad de una adquisición de campanillas (¿Perplexity? ¿Mistral?)
Ciertamente, con Anthropic existe una relación estrecha, pues sus modelos LLM son utilizados por los empleados de Apple e incluso se han habilitado en alguna funcionalidad de consumo. En cuanto a OpenAI, su ChatGPT está integrado en Apple Intelligence para resolver consultas cuando Siri no es capaz de hacerlo. Por otra parte, Google trabaja en una versión de Gemini para que sus modelos se puedan ejecutar en la plataforma Private Cloud Compute de Apple y servir de motor a Siri. Por lo que se sabe, la firma de Cupertino ha dado cancha a Google para hacer el entrenamiento de este sistema.
Si este movimiento prosperase podría ser la base de un nuevo acuerdo en el apartado de las búsquedas, en el que ambas mantienen una simbiosis fructífera. La justicia ha dictaminado que se hagan cambios menores, pero la relación ha quedado bendecida.
Podría haber una vía intermedia, que permita a Apple apoyarse en un proveedor externo hasta alcanzar la punta de lanza de la IA. En 2012 se lanzó Apple Maps, a trompicones y con errores de bulto, pero poco a poco los iPhone se desligaron de la dependencia de Google Maps. En todo caso, parece que hoy por hoy la compañía de Tim Cook no cuenta con un equipo de ingenieros capaz de competir al más alto nivel en este terreno. Al responsable de Apple Intelligence,un tal Ruoming Pang, lo acaba de fichar Meta y quien lidera la estrategia en inteligencia artificial, John Giannandrea, permanece en un discretísimo segundo plano. Por cierto, el persistente —y loable— respeto de Apple por la privacidad tampoco le ayuda a construir una IA en el contexto actual y menos aún a lograrlo a corto plazo.
A todo esto, lo factual es que la demanda goza del iPhone goza de buena salud. La compañía ha pedido a dos de sus proveedores que incrementen la producción del iPhone 17 (modelo básico) en un 30% tras verificar las reservas del primer fin de semana tras la presentación. Los últimos resultados, del tercer trimestre, han sido positivos gracias a un 10% más de ingresos, hasta llegar a los 94.000 millones de dólares, con un aumento del 13% en los generados por el iPhone.
Sin embargo, una de sus divisiones más lucrativas podría afrontar algún problema: los servicios, que también crecieron un 13% hasta los 27.400 millones de dólares, están pendientes del escrutinio de los reguladores por el añejo asunto de las generosas comisiones en la App Store y las compras dentro de las aplicaciones. Para compensar eventuales pérdidas, la compañía ha lanzado Apple Care One, un plan de 20 dólares al mes para proteger tres dispositivos. Esta innovación financiera se acompañará del lanzamiento de otros servicios, como una app de salud personal basada en IA, así como de un oportuno aumento de precios.
Habrá más novedades, como pudo verse en la presentación del iPhone 17, que dejó un carrusel de futuros lanzamientos sobre la mesa. Llegarán nuevos MacBook Pro y Air, una versión actualizada de las Vision Pro, nuevo iPad Pro, nuevo Apple TV y un HomePod con pantalla. También se anunciaron nuevas categorías de producto, como cámaras de seguridad y un robot coronado con una pantalla, que será el núcleo de la estrategia de IA de Apple. No había necesidad de venderlos antes de tiempo. O tal vez sí.
[informe de Pablo G. Bejerano]