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  18/10/2010

500 millones de amigos, un aliado y un enemigo

El acuerdo alcanzado la semana pasada por Facebook y Microsoft no es realmente una sorpresa. Ya comparten otras cosas, entre ellas el estar unidas por el hecho de que la segunda es desde hace tres años accionista de la primera. Pero ahora se trata de anudar un lazo más profundo, una combinación de fuerzas (y carencias) de cada uno para que la vasta red de usuarios de Facebook pueda asomarse a Bing, el buscador que necesita oxígeno para competir con el omnipotente Google, enemigo común. La iniciativa resulta significativa como confirmación de un diagnóstico: el eje de gravedad de Internet se va desplazando de los buscadores a las redes sociales.

Quedan así configurados dos bandos que en el futuro darán mucho que hablar. La suma de Facebook y Microsoft ha adquirido una ventaja temporal, pero Google no tiene por costumbre aceptar la derrota. 24 horas después del anuncio, Eric Schmidt declaraba su desdén por los acuerdos bilaterales en los que una compañía cede a otra sus datos, pero no los abre al prójimo. Queda por ver qué hará Google, en su caso, cuando complete el desarrollo de su respuesta, un misterioso proyecto Google Me, con el que tratará de enmendar sucesivas pifias en el terreno de las redes sociales.

El acuerdo de “personalización instantánea” que Facebook y Microsoft han presentado como “un primer paso” tiene dos partes. Like Results, será una recopilación de la función Me Gusta, gracias a la cual Bing podrá indexar información basada en las recomendaciones de los usuarios y sus redes de amigos; Profile Results, la segunda, se basa en la idea de que no hay mejor manera de obtener respuestas a las búsquedas de nombres propios que relacionarlos con las conexiones de los amigos de la persona buscada. Según Qi Lu, presidente de la división Online Services de Microsoft, el 4% del total de búsquedas en Internet se refieren a nombres propios, y las encuestas indican que la mayoría de las veces la respuesta es insatisfactoria.

Como todo lo relacionado con Facebook, se han suscitado objeciones acerca de los riesgos que correría la intimidad de los usuarios, pero los firmantes tenían la respuesta preparada: se les informará de su derecho de opt-out. Naturalmente, nada garantiza que la mayoría de los usuarios adopten el sistema, ni mucho menos que abandonen otro buscador para pasarse a Bing. Es el riesgo de la operación.

Las partes no han revelado la cuantía del acuerdo económico, pero es probable que contenga alguna cláusula acerca de la publicidad que generen las búsquedas, y el impacto que pudiera tener sobre el servicio de geolocalización Places, que Facebook ya ofrece sobre la base de la cartografía de Bing (otra bofetada a Google). Para Microsoft, una ventaja añadida es la incorporación de estas funciones para enriquecer su nuevo Windows Phone 7.

Mark Zuckerberg, el controvertido fundador de Facebook, ha querido precisar que el acuerdo no es exclusivo, pero la verdad es que resulta inimaginable qué otro partner de igual envergadura podría encontrar, aparte de Google (descartado por enemistad manifiesta) y Yahoo (que ha cedido a Microsoft la soberanía sobre su buscador); a menos que estuviera pensando en Apple. Steve Jobs ya lo ha invitado a cenar.

¿Mejorará el trato con Facebook la posición de Bing en la batalla de los buscadores? Actualmente, la suma de Bing y Yahoo apenas supera el 20% de la muestra de 1.000 millones de clics contabilizados por StatCounter, lo que significa que a escala mundial, Google tiene una cuota de más del 75% (y del 62% en Estados Unidos). Lo que lleva a los analistas a concluir que, como máximo, podría añadir un 5%; un avance, pero lejos de la meta.

Esta es una buena ocasión para recordar el origen de las buenas relaciones entre Microsoft y Facebook. En 2007, cuando la incipiente red social tenía unos 4 millones de usuarios (ahora tiene 500 millones) y andaba corta de dinero para funcionar, Microsoft invirtió 240 millones de dólares a cambio del 1,6% de las acciones. Pareció un disparate, porque asignaba un valor de 15.000 millones a una empresa creada tres años antes en la primera planta de una pizzería del Silicon Valley, pero sirvió de señuelo para que los fondos de inversión confiaran en Zuckerberg. Desde la óptica de Microsoft, el objetivo era dual: con una modesta inversión, se reservaba la franquicia de venta futura de publicidad en Facebook y, lo más importante, impedía que Google echara sus garras sobre una presa sabrosa. Así siguen.


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