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  4/07/2016

4Jul

Los abogados de Oracle llevan una mala racha de aúpa, y quizá se deba a que se les encomiendan misiones imposibles. El 26 de mayo, perdieron una batalla en la que reclamaban 9.000 millones de dólares a Google por la supuesta apropiación del código de Java. Tras esa derrota, otra: la semana pasada, un jurado fijó en 3.000 millones la indemnización que Oracle deberá pagar a Hewlett-Packard Enterprise tras un tortuoso litigio cuyo origen se remonta a 2011. Que yo recuerde, el último juicio por más de 1.000 millones que ganaron los abogados de Oracle fue aquel contra una filial de SAP por infracción de su propiedad intelectual, en el que el adversario fue condenado a pagar 1.200 millones de dólares (y los pagó).

Me parece necesario recapitular una historia que tiene poco de ejemplar. El jurado, convocado por el tribunal superior de Santa Clara, ha emitido un veredicto que da la razón a HPE [a estos efectos, continuadora de HP] en su aserción de que Oracle violó el contrato entre ambas partes cuando decidió dejar de actualizar la versión correspondiente de su base de datos y otras piezas vitales de software que corrían sobre el procesador Itanium, de Intel, que a la sazón equipaba la familia de servidores Unix de HP. Aquella decisión – argumentó el abogado principal de HPE, John Schultz – estuvo motivada por el deseo de Oracle de dar prioridad al hardware de Sun, que había comprado meses antes.

Nunca se sabrá si el enfrentamiento inicial pudo haberse suavizado con buena voluntad entre antiguos aliados. Por el camino se cruzó el enojoso despido de Mark Hurd como CEO de HP y su casi inmediata contratación por Larry Ellison. Al final de esa fase, HP desistió de la demanda por este fichaje, a cambio de una imprecisa promesa de Oracle de seguir soportando Itanium, pero no renunció a la querella original, que siguió su curso.

Una primera sentencia estimó justificada la demanda de HP sobre Itanium, e invitó a las partes a determinar una indemnización razonable. En la práctica, Oracle retomó de mala gana el soporte a Itanium, a sabiendas de que la reputación de este procesador – y por tanto de los servidores Unix de HP – había quedado dañada. En cambio, nunca accedió a pagar ninguna cantidad, puesto que no había sido fijada por el tribunal.

Según Larry Ellison, el hipercompetitivo CEO de Oracle, su actitud se basaba en que Intel tenía decidido abandonar esa familia de chips pero HP lo ocultó a sus clientes. Intel lo negó fomalmente, pero lo cierto es que no ha lanzado una nueva versión de Itanium desde noviembre de 2012. Ante las circunstancias, HP optó por diseñar la sustitución de Itanium por una nueva línea de servidores de misión crítica, Integrity, con el procesador Xeon, también de Intel. Aunque sigue dando soporte al menguante parque instalado de Itanium, con lo que la nueva HPE se suma a la corriente reemplazar su versión de Unix por Linux.

Sin lugar a dudas, la abultada indemnización es llamativa, pero no ha inquietado a los accionistas de Oracle, conscientes de que Ellison va a recurrir la sentencia y, en todo caso, encontrará otras maneras de dilatar su cumplimiento. De momento, el abogado jefe de la compañía, Dorian Daley, se va salvando de la quema afirmando a la prensa que «toda obligación contractual es recíproca por naturaleza, y HP no ha cumplido las suyas. Por tanto, no sólo vamos a apelar este veredicto sino también la sentencia original». Los litigios son un factor innegable de los negocios, pero sólo la cúpula de Oracle ha de saber a cuánto ascienden los costes de la combatividad de su fundador y chairman.

En las últimas semanas se ha abierto otro frente judicial bien distinto. No tiene como contraparte a un competidor sino a una ex empleada. El caso – que algunos han bautizado como «de la chivata» – nace del despido de esta, según la compañía por bajo rendimiento y según ella por negarse a manipular las cuentas para inflar los ingresos por servicios cloud, que hoy son piedra angular de la estrategia de la compañía. Es verosímil que se trate de una alegación falsa, y bastante probable que el tribunal falle en favor de la compañía, que ha presentado una contrademanda. Aun así, la comisión de valores estadounidense, y algún analistas curioso, han abierto una línea de investigación sobre la forma correcta de contabilizar las suscripciones de la nueva modalidad.

Este último aspecto no equivale a prejuzgar irregularidades, pero requiere una clarificación por parte de los estándares contables, que llegado el caso afectaría no sólo a Oracle sino a competidores significativos. Este podría ser un tema de mucho interés; algún lector, que sin duda no me conoce, me pide «darles caña». No es mi estilo escribir sin fundamento; en este asunto de conocimientos como para abordarlo seriamente. Si alguien quisiera aportarme elementos objetivos, le estaré agradecido.


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