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  3/10/2016

3Oct

Será casualidad. La misma semana en que Google anunciaba que Google for Work pasará a llamarse G Suite, Facebook ponia fecha – el 10 de octubre – al lanzamiento oficial de Facebook at Work. Se han evitado crear confusión nominal, pero aunque llevaran el apelativo Work, sus ofertas no iban a competir en el mismo espacio. El adversario es común, se llama Microsoft.

Facebook for Work es la concreción de un meticuloso proyecto de red social para empresas, que durante más de un año ha sido probado por miles de empleados en compañías de Estados Unidos y Europa: Starbucks, Heineken, Royal Bank of Scotland y Telenor, entre otras. Julien Codorniou, a quien este blog trató en sus funciones anteriores es el responsable de la puesta en marcha de esta iniciativa. Según él, los resultados de las pruebas permiten esperar que el nuevo servicio llegará a ser tan adictivo entre los empleados como lo es Facebook en su faceta de usuarios individuales.

El modelo de ´monetización` imaginado al comienzo, ha sido modificado: las empresas pagarán una cantidad mensual (no revelada) proporcional al número de usuarios activos entre sus empleados. Queda así descartada la idea original de ofrecer el software gratuitamente y cobrar a los empleadores por servicios adicionales [la rentabilidad sería ilusoria].

Facebook at Work incluirá las mismas funciones que la versión corriente, y un algoritmo específico mostrará al empleador qué posts son los más populares, con la finalidad de elaborar un «análisis del sentimiento» de sus empleados. Este será un argumento clave para convencer a las empresas, normalmente hostiles al uso individual de Facebook, que consideran enemigo de la productividad laboral.

Las primeras reacciones publicadas – algunas en Facebook por usuarios que han participado en las pruebas – manifiestan prevenciones acerca de las credenciales de Facebook como custodio de la privacidad: si las malas prácticas denunciadas se extendieran a su «business class«, las disculpas a posteriori no serían de recibo para una clientela diferente.

Las tarifas serán anunciadas en los próximos días. Por si sirviera de referencia, el servicio más parecido existente, Slack, tiene una versión gratuita pero cobra 6 dólares por usuario activo a las empresas que contratan la versión con doble autentificación, con la salvedad de que sólo se considera activos a los usuarios que superan un cierto volumen de actividad. Yammer, propiedad de Microsoft desde 2012 el año próximo empezará a comercializarse sólo como componente de algunos planes de Office 365, partiendo de una tarifa de 4 dólares por usuario/mes.

Ni Slack ni Yammer han tenido una acogida entusiasta dentro de las grandes compañías, de ahí que necesiten intergrarse en servicios con más amplitud. Slack ha aceptado, sin renunciar a su autonomía, su integración recíproca con el servicio Chatter, de Salesforce.

El problema de estos competidores – que también podría afectar a Facebook at Work – es que, a menos que la mayoría de los empleados usen el servicio por decisión empresarial, el correo electrónico seguirá siendo el medio de comunicación interna preferido. Una posibilidad, que Codorniou no descarta, es invitar a empresas de software ´de productividad` a combinar sus productos con Facebook at Work.

Se supone que si Facebook at Work reclutara un número suficiente de usuarios, serviría de estímulo para un mayor ´engagement` de los mismos en la red social ordinaria, lo que mejoraría indirectamente su alcance como medio publicitario. La iniciativa es, en todo caso, un movimiento de exploración de nuevas fuentes de ingresos al margen de la publicidad. A las plataformas Messenger y WhatsApp les falta al menos un par de años para contribuir seriamente a la cuenta de resultados de la compañía. Será interesante observar el experimento; Facebook, acostumbrada a llegar la primera, se mete esta vez en una parcela donde otros han acampado antes.

Vuelvo ahora al caso de Google for Work y su cambio de nombre. Desde que Diane Greene fue fichada para dirigir el negocio de Google en la nube, ha tomado medidas para asegurarse de que las empresas tienen la percepción adecuada. Y una de esas medidas ha sido la simplificación de la nomenclatura: Google Cloud Platform ha pasado a ser, sin más vueltas, Google Cloud. En cuanto a Google for Work [que antes se llamó Google Apps], por un momento Greene pensó en bautizarla como Google Enterprise, pero al final se decantó por G Suite. Corto y eufónico.

Días atrás, en un encuentro con periodistas en San Francisco, Greene reconoció entre risas: «a la vista del catálogo de herramientas y servicios que les ofrecemos, muchas empresas tienen derecho a preguntarse si nos tomamos en serio lo que ellas necesitan». A partir de ahora, G Suite se venderá bajo el paraguas de Google Cloud, un rebranding » cuyo objetivo es que todo el mundo sepa de inmediato lo que le ofrecemos». Y lo que ofrecerá serán las siguientes aplicaciones: Gmail, Docs, Drive, Calendar, Hangouts y otras. El cambio de nombre pretende reflejar un enfoque más colaborativo y de trabajo en equipo, promesa que no es nueva en Google. Una novedad es el acuerdo de colaboración con Box. aparentemente no distinto del que Microsoft tiene desde hace tiempo con Dropbox.

Ahi está el asunto: ¿hay alguna diferencia que permita competir con Office 365, que domina el mercado con aplicaciones similares? La hay. G Suite va a poner énfasis en dotar de capacidades machine learning a sus aplicaciones: Quick Access ayudará a encontrar en Drive todos los archivos que sean relevantes para una reunión y para interactuar en ella; Calendar pondrá ´inteligencia` en la agenda cotidiana; Sheets añadirá búsquedas en lenguaje natural y Slides permitirá preparar plantillas basadas en fotos. Bien está que así sea, pero machine learning se está convirtiendo en un rasgo estándar de la industria. Microsoft ha anunciado que Office 365 tendrá funciones comparables. Diane Greene necesitará algo más que nominalismo para marcar su territorio.


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