Para hoy está prevista una reunión del consejo de administración de Microsoft, que oficializará el nombramiento de Satya Nadella como sucesor de Steve Ballmer. Las fuentes del Wall Street Journal califican a Nadella como «la elección natural», por tratarse de un directivo con 22 años en la compañía y que dirige un área de negocio que genera dos tercios del beneficio bruto de Microsoft. Pido perdón por la osadía, pero no ha de haber sido tan «natural», si han tardado cinco meses en decidirse. Nadella recibe el mando de una compañía cuyos resultados son sanos, pero que tiene demasiados frentes calientes.
La otra parte de la noticia resulta más ardua de entender y explicar: los consejeros «pedirán» a Bill Gates que ceda su condición de chairman, siga como miembro del consejo y, al parecer por deseo expreso de Nadella, acepte ser su mentor estratégico con rango de asesor. Tiene sentido: la figura del CEO implica que una compañía como Microsoft debería poder dirigirse con (relativa) independencia de quien presida su consejo. Y en principio a ningún CEO debería gustarle tener un chairman mirando por encima de sus hombros.
Apunto la relatividad de las afirmaciones anteriores porque, seamos claros, Gates no es un chairman cualquiera sino el hombre que fundó la compañía hace 39 años y ha movido los hilos durante todo ese tiempo, incluyendo los 13 de Ballmer como CEO. Con el peso que le da su condición de primer accionista. En cualquier otro momento de esos 39 años, el desplazamiento del fundador hubiera sido entendido como un terremoto; ahora podría ser bendecido por los inversores: muchos en Wall Street consideran que es el primer obstáculo para que prospere el cambio de prisma que ellos defienden.
Sería, en cualquier caso, un acontecimiento histórico, la prueba de que Microsoft ha entrado en una radical transición. El papel de Bill Gates en la salida prematura de Ballmer no ha sido bien explicado, pero la bolsa se lo ha tomado bien. Habrá que estar atentos a la evolución bursátil en las próximas semanas. En lo inmediato, la designación de Nadella parece cosa hecha, pero el supuesto desplazamiento de Bill Gates podría ser sólo un rumor. En todo caso, su influencia intelectual no va a desaparecer, y quien ocupe su puesto tendrá una papeleta difícil en caso de discrepancia.
Si así fuera, sólo un miembro del actual consejo tiene background suficiente para el cargo de chairman: Jim Thompson, que es consejero desde 2012 y a quien ha tocado dirigir el proceso de selección del nuevo CEO. Thompson debe su reputación a los diez años en los que fue CEO de Symantec (1999 a 2009), pero antes de ocupar ese puesto había sido vicepresidente de IBM, como mano derecha de Louis Gerstner en la reinvención del ´gigante azul`.
Se apunta, seguro que con alguna intención, que Thompson vive en California [en verdad, Gates y Ballmer son los únicos consejeros residentes en Seattle] de lo que se deduce que el campus histórico de Microsoft perdería prerrogativas en favor del Silicon Valley [es curioso, porque Google ha instalado una sede en Seattle]. No es un detalle menor, porque se espera que 2014 sea el inicio de una reestructuración laboral, que empezaría por la ingesta y purga de 32.000 nuevos empleados que llegarán desde Nokia.