Escriben los analistas políticos que Barack Obama, en este segundo mandato, se ha quedado sin más cartuchos que su reforma sanitaria, la ley de asistencia sanitaria asequible, que todos conocen como Obamacare. Aprobada en 2010, ha sido torpedeada por el ala derecha de los republicanos, que finalmente se han quedado también sin munición tras el fiasco del bloqueo presupuestario. Pero, resueltos los problemas políticos, han estallado otros nuevos por donde no se los esperaba, por el portal web healthcare.gov, puesto en marcha el 1 de octubre. Un auténtico papelón, que hasta el fin de semana no se había resuelto el servicio a satisfacción de los usuarios.
El sitio web ha resultado ser el punto crítico de Obamacare, porque en él han de registrarse los individuos que soliciten un seguro médico subsidiado por el gobierno federal o, en su caso, por los estados que se han sumado a la iniciativa (algunos siguen resistiéndose por razones ideológicas). El sistema debería soportar 50.000 usuarios al día, lo que no es poca cosa habida cuenta de la compleja casuística del trámite. Pero ha habido días en los que apenas un centenar de solicitantes lo consiguieron. Apagones, fallos de software y retrasos han sido la norma desde que se puso en servicio, y la Casa Blanca lanzó un ultimátum para recuperar al menos el 80% de su capacidad, lo que parece haberse conseguido durante el fin de semana, aunque hay quien teme que vuelvan a ocurrir. Políticamente, el numerito podría ser gordo: el 23 de diciembre es la fecha límite para que los inscritos en el programa adquieran derechos a partir del 1 de enero. También está en juego la atención online a las empresas de menos de 50 empleados, que suscribirán pólizas para su personal, a cambio de desgravaciones fiscales.
Si un proyecto políticamente crucial para el gobierno de la primera potencia tecnológica falla tan estrepitosamente, hay que preguntarse qué ha pasado con la tecnología desplegada. A poco de aprobarse la ley, el gobierno federal externalizó la operación y encomendó su desarrollo, despliegue y gestión a Terremark, empresa de servicios subsidiaria de Verizon. La factura habrá sido necesariamente multimillonaria, a juzgar por la magnitud de la tarea, pero no son los ceros de la cifra los que determinan la importancia del enredo. Según el Wall Street Journal, “docenas de ingenieros de Oracle, RedHat y Google han sido convocados de urgencia” para echar una mano en la solución del problema. El comentario de Larry Ellison ha sido muy significativo: “es un asunto de alto voltaje político, en el que no estamos involucrados, pero daremos toda la ayuda profesional que esté a nuestro alcance”.
Para Terremark es un desastre sin paliativos. Contaba con esgrimir su participación en Obamacare como credencial para competir con Amazon y otros proveedores de cloud que pugnan por ganar contratos gubernamentales. Todos los grandes están en esa carrera. Recientemente, fue muy comentado el choque entre Amazon e IBM acerca de un contrato con la CIA adjudicado a la primera. Es bien sabido que Microsoft y Google pelean palmo a palmo por cada concurso público en Estados Unidos. El gran perdedor – aparte de la imagen de Obama – es Terremark, a la que no le han renovado el contrato. No ahora, sino en julio, lo que parece indicar la insatisfacción del cliente. A partir del próximo marzo, el contratista será la rama de servicios de HP, y algo debía estar pasando desde hace meses, porque en julio se adjudicó a HP. Hay un riesgo, pero si lo hace bien, la credencial será para ella.