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  28/10/2013

28Oct

Cuando, a finales de setiembre, publiqué una crónica sobre la nueva estructura de las cuentas de Microsoft, recibí este mensaje: «da igual cómo lo midan, Microsoft es una empresa zombie». Es el tipo de comentario-que-no-merece-comentario, porque no aporta ningún pensamiento. Menos de un mes después, los resultados del primer trimestre del año fiscal 2014 retratan una compañía que camina vivazmente: 18.679 millones de dólares de ingresos (+16% interanual), 6.634 millones de beneficio operativo (+19,3%) y 5.244 millones de beneficio neto (+17,4%). No son cifras propias de un zombie. Un panorama muy distinto al del cierre del ejercicio 2013.

Ha sido el primer trimestre en el que se ha aplicado la nueva estructura de reporting, y por ello merecería un análisis que excedería con mucho el espacio de este newsletter. Me ha parecido oportuno ceñirme a dos o tres aspectos sustantivos. El primero es que el mercado empresarial sigue siendo el principal motor de la compañía, al aportar aproximadamente el 60% de sus ingresos, con todos los conceptos en alza, particularmente los que podrían etiquetarse como cloud y que, de mantener la línea, podrían duplicarse en el plazo de dos o tres años.

Se confirma que la conversión de Office de un modelo de licencia a otro de suscripción tiene un impacto negativo a corto plazo, pero no tanto como se podía temer. En cuanto a Windows, aparentemente se ha visto poco afectado por la crisis de ventas de PC: sólo ha declinado un 7% en ingresos, lo que significa que a Microsoft le están yendo mejor las cosas comparativamente que a las empresas cuyos modelos de negocio están ligados a ese mercado; desde Intel al último OEM.

En el segundo trimestre, el corriente, debería concretarse la absorción de la división móviles de Nokia, pero será pronto para que afecte las cuentas. Entretanto, Windows Phone va ganando terreno – en Europa se acerca al 10% de cuota: según el panel de Kantar la media en los cinco grandes mercados europeos es del 8,2% – y también será el período de disponibilidad de Xbox One, una apuesta delicada en la reorganización puesta en marcha por Steve Ballmer cuando ya tenía decidida su prejubilación.

Otro elemento que surge de los resultados publicados es la excepcional liquidez de la compañía (80.670 millones de dólares, 3.000 millones más en sólo tres meses), en gran parte aparcada en Europa, lo que ha facilitado la compra de Nokia.

La acción de Microsoft ha alcanzado el precio más alto de los últimos seis años. Ross McMillan, analista de Jefferies, en una nota a sus clientes, menciona tres factores que deberían hacer subir aún más la cotización: 1) la transición hacia el negocio cloud, 2) las mejoras introducidas por Intel ayudarán a elevar las ventas de Windows, 3) de un nuevo CEO puede esperarse otra política de asignación de recursos de capital, 4) si, como cree McMillan, el litigio con Google sobre patentes se decantara en favor de Microsoft, esta tendría ahí otra fuente periódica de royalties y 5) queda abierta – potencialmente – la alternativa de escindir la compañía siguiendo la línea divisoria entre una entidad orientada a las actividades cloud y otra que continuaría con el negocio de software y hardware. En su mayor parte, son conjeturas, pero ¡cuántas cosas se pueden leer en un par de tablas de resultados


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