Microsoft ha dado mucho juego en los últimos días. Anunció detalles del futuro Windows 10, maravilló a muchos con su inmersión en la realidad aumentada, y este lunes presentó sus resultados (bajada de ingresos, subida de beneficio) del segundo trimestre fiscal. Entre tanta noticia, he querido fijarme en una aparentemente pequeña: la compra de Revolution Analytics.
No se ha desvelado el precio, pero con toda seguridad la importancia de la adquisición no radica en el precio, sino en el mérito de la empresa adquirida, especializada en software y servicios basados en R, el lenguaje open source de programación más usado en computación estadística y análisis predictivo. En los últimos años, ha ganado popularidad – sin exagerar – entre los científicos de datos, hasta convertirse en estándar de facto. Según consta en el blog de la compañía, tendría unos 2 millones de usuarios.
Con la integración de Revolution Analytics, Microsoft busca atraerse a los especialistas en programación para Big Data. Promete mantener su línea de productos, arroparla con más recursos y reforzar los vínculos con la comunidad open source, para asegurarse la continuidad de desarrollos basados en este lenguaje. Es otra muestra de que estos especialistas, cortejados por los headhunters bajan de su torre de marfil y se incorporan a la corriente del mercado que combina el análisis de datos con cloud computing.
Ya he dicho otras veces que la creencia de que el Silicon Valley es la meca de las aplicaciones para móviles y redes sociales peca de ingenuidad. Los capitalistas del valle tienen otras prioridades: cada semana se anuncian inversiones en startups cuyo foco son áreas como la visualización de datos, machine learning y analytics, en busca de nuevos modelos de negocio. Revolution Analytics no es exactamente una startup, ya que nació en 2007, pero su principal apoyo en los últimos años ha sido Microsoft.
Opina el analista John Furrier que «el mercado de Big Data está entrando en una fase nueva y excitante». En sus primeros pasos, este concepto se ha vinculado generalmente a la capacidad de almacenamiento, a herramientas como Hadoop y bases de datos NoSQL. Para penetrar en las empresas, las iniciativas de Big Data tienen que ser más intuitivas y comprensibles por no especialistas. Microsoft conoce bien R, porque en sus laboratorios se aplica en proyectos de machine learning relacionados con Bing y Azure, y se ha comprometido a seguir contribuyendo con sus desarrollos dentro del espíritu open source, con el que últimamente tiene una afinidad sobrevenida.
Por si sirviera de referencia para entender el movimiento de Microsoft, hay que recordar que Google trabaja intensamente para incorporar machine learning a su plataforma Compute Engine, siguiendo los pasos de Amazon. Microsoft ha dado un paso que, para los enterados, estaba casi cantado.
Azure parece ser la primera causa del interés de Microsoft en la compañía, basada en Mountain View. En principio, el objetivo parece ser ampliar el alcance de ML Marketplace (un componente de Azure) con funciones analíticas de fácil acceso para profanos.