Corre la voz de que al convocar para hoy en Los Angeles una rueda de prensa, Microsoft quiere anunciar una tableta que se interpreta como destinada a competir con el iPad. Por no saber, no se sabe siquiera si será realmente una tableta ni sobre qué variante de Windows funcionará, ni tampoco otros muchos detalles, pero la blogosfera ha decidido – acelerada por la búsqueda del titular – que será un ataque directo contra Apple. ¿Contra quién, si no? La verdad es que Google pinta poco en este mercado, aunque se cree inminente el anuncio de su tableta Nexus, con independencia de lo que hagan las marcas adheridas a Android.
Sin entrar en el resbaladizo juego de los rumores, lo relevante de lo que se dice es que Microsoft entraría en ese mercado con marca propia, quebrando la política de no competir con sus clientes, los fabricantes que construyen hardware para Windows. ¿El mundo ha cambiado como para arriesgarse a competir con fabricantes que han sido fieles durante décadas? Lo dudo mucho. Es verdad que el éxito de Apple procede de fusionar hardware y software, pero es una historia diferente. También es cierto que algo tiene que hacer Google para poner orden en la cacofonía de las tabletas Android. Pero Microsoft es de otra madera: si era fuera su intención, tendría que llevarla de tal manera que no crispe las relaciones con la decena de fabricantes que, además de nuevos PC, preparan tabletas Windows 8 y/o Windows RT (versiones para Intel y ARM, respectivamente) para después del verano.
De esa contradicción nacen dos conjeturas. Una – de la siempre bien informada Mary Jo Foley, quien tiene la valentía de decir que no lo sabe – sugiere que la (presunta) tableta de Microsoft será exclusivamente para el consumo de contenidos, lo que la situaría más en la competencia con el Kindle Fire que con el iPad. La segunda, un matiz de la anterior, sostiene que la (presunta) tableta estaría emparentada con la Xbox y funcionaría – obviamente, para consumir contenidos – como aplicación pionera de la tecnología SmartGlass, que permite la sincronización entre una tableta (de cualquier sistema operativo) y otra pantalla. O sea que la batalla contra el iPad debería esperar unos meses; hoy mismo lo sabremos.