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  15/11/2016

15Nov

Si alguien esperaba que Samsung Electronics se quedara quieta esperando a restañar sus cicatrices el año que viene con un nuevo modelo de smartphone – presuntamente Galaxy S8, pero no Note 8 – estaba muy equivocado. Ayer se conoció una noticia reveladora de que las ambiciones de la compañía coreana van más allá de los productos por los que la conoce el público. En estos tiempos de adquisiciones carísimas o glamurosas, la oferta de Samsung por la compañía estadounidense Harman es discreta, «sólo» 8.000 millones de dólares, pero suficiente para ser la más costosa en la historia de la compañía coreana.

De la transacción en sí misma, se sabe poco. El precio pactado supone una prima del 24% sobre la cotización de la semana pasada, pero es un 23% más bajo que el máximo alcanzado por Harman a principios de año. Sus razones habrán tenido los accionistas para aceptar estos términos; se puede conjeturar que competir en el mercado del coche conectado – porque de esto se trata – exige una escala de inversión que Harman no se puede permitir. Y Samsung sí, obviamente.

Para Harman, el coche conectado representa el 44% de su facturación, y los servicios asociados otro 9%. Sus productos – infotainment, telemática, seguridad – están presentes en 30 millones de vehículos en circulación, y entre sus clientes figuran marcas como BMW, Toyota y Volkswagen. La empresa tiene otra actividad, conocida bajo distintas marcas de audio, que agrupa como «estilo de vida» y aporta otro 32% de los ingresos. Sería otra fuente de sinergias con la estrategia smart home de Samsung.

En contraste, el segmento problemático para Harman es el de soluciones profesionales – equipos para eventos y espectáculos – que le ha causado las pérdidas en 2016 que motivaron la caída de su cotización. Este negocio, unos 800 millones de dólares, no sería estratégico para Samsung.

No es que Harman carezca de capacidades tecnológicas. La mitad de sus 30.000 empleados son ingenieros, y es titular de 6.300 patentes. Estos factores han incentivado el interés del comprador. Hace un año, Samsung creó una unidad de negocio de electrónica del automóvil, para identificar oportunidades en el sector. Este año, invirtió 450 millones de dólares en una empresa china fabricante de baterías recargables, BYD poseedora de una tecnología original. Por separado, se ha sabido que negocia con Fiat Chrysler alguna forma de cooperación con su filial Magneti Marelli.

En una palabra, la electrónica del automóvil es uno de los objetivos centrales de Samsung en los próximos años. Un mercado global que, potencialmente, se estima en 100.000 millones de dólares en 2025. Un coche actual lleva pantallas, interfaces de usuario, un buen número de semiconductores y… conectividad con dispositivos móviles. Hay un nexo evidente entre los negocios estratégicos de Samsung y los servicios de infotainment en los que se especializa Harman, pero hay oportunidades en otros componentes del vehículo, con los que los recursos de esta no darían abasto. Véase el siguiente gráfico.

Para decirlo sin molestar a mis amigos utopistas, el coche sin conductor es un futurible fascinante, pero tiene mucho de zanahoria para crear entre los inversores el ambiente en el que la industria pueda desarrollar sin interferencias una serie de tecnologías de asistencia al conductor… humano.

Aquí es donde los ingenieros de Harman, junto con los de Samsung, tienen mucho que decir. La empresa estadounidense, con una facturación de 6.000 millones de dólares en su último año fiscal, prevé duplicarla en los próximos cinco años. Al 30 de junio, el monto de su cartera de contratos con la industria automovilística se calculaba en 24.000 millones.

Hay otras referencias competitivas. En primer lugar, la adquisición de NXP por Qualcomm crea una potencia en el mercado de semiconductores específicos para coches. Industrialmente, Samsung está en condiciones de competir en ese mercado, pero con la absorción de Harman adquiere un acceso comercial privilegiado a las grandes marcas de coches.

Tampoco se puede ignorar que Apple ha renunciado a su proyecto Titan – supuestamente para diseñar un coche autónomo – ha decidido centrarse en el desarrollo de software para – y/o en colaboración con – los fabricantes de coches. También Google parece dispuesta a una actitud de cooperación con una industria que está encantada de contar con socios tecnológicos tan ilustres.

A Young Sohn, chief strategy officer de Samsung Electronics, se le atribuye una declaración formal según la cual «el vehículo de mañana será transformado por las tecnologías inteligencia y conectividad, en el mismo sentido en que los teléfonos móviles de los primeros años llegaron a convertirse en dispositivos sofisticados e inteligentes». Implícitamente, otras divisiones del conglomerado coreano se han beneficiado de esa transformación: la demanda de smartphones – incluyendo la generada por Apple – ha estimulado el crecimiento de su rama de semiconductores, la más rentable del grupo.


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