La correspondencia que he recibido a propósito del post de ayer, me ha hecho pensar que debería añadir otro punto de vista acerca de la variante de Windows 8 concebida para la arquitectura ARM. Que Windows pase a tener dos arquitecturas y cinco familias de procesador, no significa que Microsoft sea hoy más abierta que ayer en el control que ejerce sobre su plataforma. Más bien lo contrario: a pesar de que ambas ramas del sistema operativo compartirán código base y una interfaz dual (Metro y el escritorio tradicional), lo que se conoce al respecto se parece más a la línea seguida por Apple que a la que Microsoft ha predicado durante décadas.
Windows 8 se inspira en los avances de Windows Phone 7, lo que sugiere una voluntad de convergencia con el futuro Windows Phone 8. La inspiración incluye un estricto control sobre las especificaciones de hardware. La razón explícita es que se desea evitar la fragmentación que caracteriza a sistemas como Android [no olvidemos que habrá tabletas W8], pero al mismo tiempo reduce las posibilidades de cada OEM de diferenciar sus productos.
Steven Sinfosky sostiene lo contrario: “WOA facilita la creatividad en el diseño de PC […] y otros factores de forma”. El riesgo implícito es el desconcierto de algún fabricante, pero la ventaja es una mayor estandarización, que favorecerá la creación de un ´ecosistema´ (sic) más extenso, necesario para arropar su plataforma con software moderno. En este sentido, puede decirse que Microsoft vuelve a empezar.