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  15/12/2014

15Dic

Bienvenidos al mundo post Snowden, un mundo de desconfianza recíproca. Esta semana, Microsoft espera verse arropada públicamente por sus rivales y algunos de sus críticos, en una batalla que libra con la justicia estadounidense: Brad Smith, jefe de los servicios jurídicos de la compañía, ha convocado un panel de abogados de empresas tecnológicas y entidades cívicas para que respalden la apelación que presentó días pasados contra la sentencia de un tribunal inferior que le exige entregar los correos electrónicos de un usuario relacionado, según la fiscalía, con narcotráfico y blanqueo de dinero.

AT&T, Verizon, Apple y Cisco ya han apoyado formalmente la posición de Microsoft, y se cree que Facebook y Google podrían hacerlo pronto, una bien extraña coalición. Si hasta la Electronic Freedom Foundation, que hace poco acusaba a la compañía de complicidad con el espionaje, elogia su cambio de posición aunque, ironiza su portavoz, «tampoco es como para darle el Nobel de la Paz».

En condiciones normales, conforme a su política de colaboración con los mandamientos judiciales recibidos, Microsoft hubiera accedido a la orden de entregar los datos, pero ocurre que los involucrados en el caso están almacenados en su datacenter de Dublin, por lo que la compañía se ampara en el principio de extraterritorialidad para negarse a entregarlos.

Dos recursos de Microsoft han sido rechazados este año por sendas instancias judiciales; los jueces han fallado que lo que prevalece no es dónde se encuentren los datos, sino en que Microsoft, como empresa estadounidense, está obligada a entregarlos porque puede acceder a ellos desde Estados Unidos.

Un tribunal de apelaciones de Nueva York tendrá que pronunciarse en los próximos meses, pero desde ya Microsoft anuncia su disposición a llegar hasta el Tribunal Supremo, si fuera preciso. Su departamento de asuntos legales ha montado un sitio web específico, DigitalConstitution.com, dedicado a defender su posición y a buscar aliados en la sociedad. Microsoft sostiene que, en todo caso, el gobierno debería hacer uso de los acuerdos bilaterales para obtener el consentimiento de las autoridades irlandesas, que entonces podrían ordenarle la entrega de los datos acogidos a su legislación.

Los abogados del gobierno federal sostienen que si Microsoft ganase la apelación, los delincuentes tendrían abierta una vía para escapar de la justicia, simplemente cuidando que sus mensajes se alojen en centros de datos fuera de Estados Unidos. Un argumento nada convincente desde las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje electrónico de la NSA. Según el prófugo, Microsoft fue una de las primeras compañías que accedieron a colaborar con la agencia de seguridad, pero la empresa ha difundido documentos según los cuales se resistió mientras las órdenes no estaban debidamente fundadas y los datos se encontraran dentro de Estados Unidos. Esta vez es distinto, según Smith, y debería sentar un precedente disuasorio, aspecto en el que coincide con los defensores de las libertades civiles.

Es una evidencia que Microsoft ha virado sustancialmente de posición, asumiendo la defensa de la privacidad de sus usuarios, un giro en el que coincide con otros en la industria: Facebook y Google publican regularmente ´informes de transparencia` con el número y naturaleza de los casos en los que se les ha ordenado la entrega de datos de usuarios de sus servicios. Apple, por su lado, ha despertado la ira de los funcionarios federales al introducir en su sistema operativo una función de encriptado que – según ella – impide la intercepción de comunicaciones de los usuarios de un iPhone. Cisco, a la que Snowden acusó de tolerar que la NSA adosara un sniffer en sus equipos destinados a China, tiene el mayor interés en apoyar a Microsoft en esta batalla.

Una circunstancia que ha cambiado es la relación de confianza entre Estados Unidos y Europa. Brad Smith ha contado a la prensa que durante una visita a Berlin, altos funcionarios le hicieron saber que ninguna administración de Alemania usarán los centros de datos de Microsoft a menos que gane este caso. Y, siempre según Smith, los periodistas del grupo Springer evitan subir documentos a los servidores de Microsoft por temor a que sus fuentes sean objeto de intrusión por parte de Estados Unidos. Para Microsoft, es un aspecto clave en su estrategia cloud.

Estamos ante otro aspecto altamente explosivo, que no se resuelve sólo con instalar centros de datos ´de proximidad` para que los gobiernos y empresas europeas contraten servicios ´en la nube` a empresas transatlánticas. Así lo han hecho Amazon, Google, HP e IBM, entre otros, además de Microsoft, pero quizá no sea suficiente: «Lo que está en juego – ha declarado Brad Smith – es cómo podemos entre todos restaurar la credibilidad de la industria norteamericana. Estados Unidos no podrá sostener su liderazgo tecnológico a menos que el resto del mundo pueda confiar en nosotros».


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