Dual booting. Sin llegar a ser del todo escéptico, no estoy seguro de que la idea que ha presentado Intel esta semana sea la solución para un problema que nadie ha planteado: la convivencia de Windows y Android en un mismo dispositivo (tableta o dos-en-uno). Pero dará mucho que hablar en los próximos meses, si un número suficiente de marcas suben a bordo. Para empezar, la idea no es nueva. Viewsonic lanzó en 2011 una tableta híbrida Windows 7/Android 2.3, que retiró pronto del mercado porque la versión de Windows no estaba optimizada para interfaz táctil, de modo que la convivencia era confusa para el usuario. Samsung lo intentaría con su convertible ATIV-Q, ya con Windows 8 y Android 4.2.2, pero también se echó atrás, dicen que por asuntos de patentes.
Al parecer, Microsoft y Google ven con recelo esta aventura de Intel. Se entiende en el primer caso, porque sería un obstáculo adicional para la aceptación de Surface 2; se entiende menos en Google, porque lo menos que puede conseguir son más datos de más millones de consumidores, pero quizá sea porque su estrategia contra Microsoft pasa más por Chrome OS que por Android.
Deberían pensarlo otra vez. Porque el dual booting ofrece – si los usuarios lo acogen, que no es seguro – la oportunidad de a) dar más que el iPad al mismo precio, y cuando digo más que el iPad quiero decir Office, o, en su caso b) meter Android en casa del enemigo.
Hay que ponerse en el lugar de Intel, que es quien propone la idea a través de su CEO Brian Krzanich. Para que se cumpla su previsión de 40 millones de tabletas basadas en su silicio en 2014, toda ayuda será buena, y difícilmente podría alcanzar la cifra sólo con Windows 8.1. Para este uso, recomienda Bay-Trail en lugar Haswell, por la sencilla razón de que un procesador más barato implica un dispositivo más barato. Por otra parte, no parece complicado que Bay Trail-T corra a la vez dos sistemas operativos, sin más costes adicionales que una adaptación de las instrucciones [habría que ver qué dice Microsoft acerca de las patentes], salvo los de promoción.
Según me han contado, Intel estaría dispuesta a subvencionar el marketing de los fabricantes que se sumen a su iniciativa. Y como ya hay varios (Acer, Asus, HP, Lenovo, Samsung y Toshiba me vienen a la memoria) tienen tabletas y/o convertibles Android porque no se fían de que Windows tenga suficiente tirón. Si pudieran fusionarlos con un precio inferior al del iPad [es factible} tendrían mucho espacio por delante contra Apple. De paso, y no es poca cosa, Intel daría otro paso en su sueño de influir sobre el diseño final de los productos ajenos que llevan sus chips – ya lo hizo al promover los conceptos de ultrabook y dos-en-uno – con lo que conseguiría ser escuchada en la definición de las tabletas (o como se llamen) que sucederán a las tabletas de hoy .
Ah, claro que sí, podría ser un arma en la defensa de x86 contra la arquitectura ARM que prevalece en los dispositivos Android. Al mismo tiempo, AMD aparece inmediamente en escena para decir sin dar detalles que, junto con su partner BlueStacks [que también lo es de Intel] tiene un plan para «llevar la experiencia de Android a las tabletas Windows». Ya están todos, como en el camarote de los Hermanos Marx.
Finalmente, veamos el hipotético punto de vista del usuario de tabletas. A la mayoría le tiene sin cuidado la capacidad de computación del invento. Si la fórmula llegara a cuajar, uno puede imaginar que estarán contentos aquellos que dependen de Windows por su software asociado, pero que son adictos a las aplicaciones de la tienda de Google que no existen en la de Microsoft. Los directivos de Intel creen que el mercado natural para el dual booting está en la educación, y puede que tengan razón.